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Este blog NO es el blog del Médico Juan - Ignacio Reculé Rivera. Si usted busca a ese facultativo, puede encontrarlo AQUÍ.
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24 de enero de 2013

Ars Citandum




"Las ideas son a los objetos lo que las constelaciones son a las estrellas."

Benjamin.
y con ello, Benjamin insiste en una propuesta de hacer no sólo arte, sino análisis de arte, que vendría a moverme a la mente a mí, casi un siglo más tarde. Benjamín le entrega (quizá sin quererlo) al arte el derecho a inefabilidad, que, diantres, tanta falta le hacía después de el problema de la reproductibilidad técnica.


Pero divago. Lo importante es una forma de hacer propuestas que obliguen al público a intervenir, a completar, a trazar las constelaciones que nosotros hemos prefigurado, pero sólo entregando los objetos. Benjamin lo intenta con éxito variable en el Passagen Werkhe tenido el libro (que reputadamente envió a su autor a la tumba) en las manos (era carísimo, imposible de comprar) y se puede (contra lo que podría esperar el autor) sentir el aura, el peso de estar frente a un objeto desafiante, como una brújula imposible sacada del fondo de los mares,
Grrrr I'm Badasss
Reznor
y la sensación de un hiperlibro oculto, algo que no está escrito, que está esperando ser escrito. De eso trata el nuevo arte de Benjamin; ese algo que antes entendieron los curadores de museos.


En la medida en que uno abraza esto, generar un relato lineal se hace más y más difícil. Demonios, generar un relato circular se hace difícil. No están las herramientas para escribir - ni siquiera para hablar - en red, pero sí para pensar, y para sentir. Les regalo a Reznor:


Son las dos últimas canciones del disco The Downward Spiral, Año '94, por los Nine Inch Nails. Los amantes del cine habrán visto el díptico que hacen Social Network y The Girl with a Dragon Tattoo, de Fincher. (Si no la han visto, ambas son tesis del autor, véalas, fíjese en los colores y los planos de la segunda, en la estructura de la primera, y por sobre todo, en la música de ambos, de Reznor con Atticus Ross). Ahora sienta la cita:

Intriguing Possibilities by Trent Reznor and Atticus Ross on Grooveshark
Eventually We Find Our Way by Trent Reznor and Atticus Ross on Grooveshark

Rooney Mara en The Girl...
Lo que indefectiblemente nos obliga a recordar nuestra infancia, y con ella, el Quake. Porque la música del Quake era de Trent Reznor del tiempo de Nine Inch Nails (así como la pistola de clavos disparaba nine inch nails, fíjate), generando uno de los OSTs más terroríficos de la historia:

Quake Theme by Nine Inch Nails on Grooveshark
[Intermission] by Trent Reznor on Grooveshark

Sin embargo, las citas difractan. Esto (también) es Hurt:

Hurt by Johnny Cash on Grooveshark

También es sabido que Walter Benjamin era amigo de Scholem. Aquí está Borges y una de sus ideas recursivas, a su vez, una de mis lecturas (¿o debo decir objeto?) favoritas, que permiten irradiar constelaciones como en un sol infinito. Yo sé que no me van a creer, porque casi yo mismo no lo creo (la naturaleza imita al arte, insistía Julio), pero cuando redacté esa frase me salió esto en la playlist.
Una infancia de empalar monstruos con clavos de nueve pulgadas.

3 de septiembre de 2012

Apologética Parriana




Anónimo Tábatha dijo...



Nicanor está sobrevalorado.


Y lo dijo acá.

Es sorprendente lo mucho que puedo estar en desacuerdo con una oración tan corta.
Primero, porque presupone la noción de valor para la poesía, como un precio intrínseco, algo mensurable, objetivo. Soy de los que deciden creer en la poesía como una aseveración vacía; la poesía es algo así como un lienzo apenas delineado, un marco, un pistoletazo con balas secretas: En la medida que una obra más se aproxima a la maestría, es porque se ha convertido más poderosamente en una ventana a todo el arte, y si es todo el arte, es una representación genérica del hombre; el arte es un libro de instrucciones, un programa del humano así como la física es una explicación del universo.

Es, en definitiva, genérico. La obra maestra puede ser gozada por el erudito y el lego; por el joven y el añoso; para todos algo resuena, porque en una obra maestra está todo el hombre representado (figurado Y vuelto-a-presentar, como ofrenda, y como consumación, al mundo) y contenido (en cuanto completo y en cuanto resumido). Y es por ello que una verdadera buena obra poética es un soporte sobre el cual el espectador (lector, consumidor, ud. elija) puede descomprimir y verter su humanidad. A eso, creo, no se le puede asignar un valor; el espectador lo valoriza. La verdadera obra de arte no tiene un contenido real. Puede tener un contenido explícito, pero eso es una excusa para lo que hay detrás, que es, en la medida de lo posible, todo el arte. 

Ya sea porque la obra se inscribe en el conducto del arte, o porque es una ruptura con este continuo, siempre es referencial a lo que había; esa referencia obligatoriamente nos remite al origen, y el origen es el hombre puro.

Ahora, si voy a lo que yo (et al, consideremos a Schopf o a Bloom) hemos decidido verter en el soporte que favorablemente ha propuesto Parra, que cataliza ideas que antes dentro de nuestra humanidad flotaban más bien en el éter, más discutible se hace aún lo de "sobrevalorado". Parra es referencial hasta el hartazgo, de un modo que no había sido intentado antes. Primer logro: la cita como elemento de novedad. No el hipertexto Borgiano, no la cita Jarmuschiana; es el reciclaje de Parra, como si pegara papelitos recortados... ¿cómo? ¡no! es tal la extremación que lo lleva a niveles así de concretos para subrayar, haciendo poesía de papelitos recortados sin ni siquiera intentar forzar el marco, sino sometiéndose a los resultados impuestos por el material.

Eso es un espejo del ejercicio reflector del arte. Cajas en las cajas. Uno podría quedarse con eso pero Parra logra remeter de contrabando el otro extremo, el origen, el individuo, (sin ir más lejos, "Soliloquio del Individuo"), la abstracción del hombre. Y para coronar, hace el ejercicio mediante la destrucción progresiva (incompleta, a mi gusto, si se me permite ser heresiarca) del lenguaje: una remisión más a la base muda, preartística, y por lo mismo protoartística, del lenguaje.

No, Parra no está sobrevalorado. Está subentendido.


1 de agosto de 2012

Bitácora Urbana


A la salida de pabellón, sonaba White Flag. Como mi sistema límbico vive convencido de que tengo 15  y ovarios, no pude dejar de sonreírme al pensar en lo natural que me cae la letra, y que en verdad, me gusta Dido. Después trate de acordarme quién era Dido, de verdad Dido, y no pude. Con esa media sonrisa del que se ríe de sí mismo, me cayó el recuerdo de la vez en que casi por si acaso toqué esa canción con la Edith a cargo del canto, y cielos que gustó (Edith canta pero muy bien, sacamos lugar en el concurso, no me lo esperaba), y me di cuenta que eso es en cierto modo to become full circle. Verdad que yo escuchaba Dream Theater.

***

Con Matías comentaba que la oscuridad en la vida del interno se puede medir en cómo sus estánderes se empobrecen, y cosas más y más nimias se convierten en la (única) fuente de felicidad. Hacerse el café con la cantidad exacta de endulzante; que la mascarilla quede realmente bien puesta y no se caiga ni moleste en la nariz. Pues haberme visto hoy; fuime a hacer lustrar los zapatos, quedaron como nuevecillos, y mi cara, sol de la mañana radiante, qué felicidad. De reojo se me coló en la alegría la observación que el lustrín (voy al que está al lado del unimarc de la Católica) usa zapatillas, qué sinsentido. Luego pensé con algo de culpaextrañezasorna que no es tan diferente de un psiquiatra que ha probado dos IRSS distintos (si usted está leyendo ese link, no, no es por esa penúltima indicación, ¿queda claro?). Luego me di cuenta que no, que es precisamente lo opuesto.

***

"Yo soy el que camina delante del Señor;
el que abre las puertas
y el que las vuelve a cerrar"

- Anónimo,
Plumón indeleble sobre mural al acrílico en gran formato, 20x15 cm aproximadamente,
en uno de los pilares de cemento que sostienen el paso bajo nivel de Apoquindo en Américo Vespucio

25 de julio de 2012

One of Those Days

Cuando la vida te da limones, haz limonada.
Pero hay veces que la vida te suelta del poli a las 12 del día, y entonces todo es hermoso porque puedes ir a comprar ese regalo que tenías pendiente y encontrar lo que estabas pensando exactamente, y después juntarte a conversar con el Leo.
Luego puedes ir al MNBA. Aquí me detengo un poco. Es la tercera vez que voy desde que instalaron la curatoría de Nicanor Plaza, Maestro de Escultores. Todas las veces he dado las gracias por ir, todas las veces he salido bañado en la magia lustral de lo perfecto. Vayan. Vayan y échense 40 minutos por estatua, vayan y vuelvan a ir, admiren la sombra que hacen los pechos de la Quimera. Pasen a saludar a la Rocher et la Mousse de Daillion (hoy y para siempre, con su pelo largo y sutil, sus manos delicadas, su vientre sutil, mi ideal de belleza perfecta). En serio. Cuesta 600 pesos adultos y 300 pesos estudiante. Vayan al MNBA. Pasen a caminar por el forestal antes para entretenerse, inviten a la pololi o a los hijos o vayan solitos, pero vayan al Museo.
La muestra de Plaza y sus discípulos es abismante. La perfección anatómica, anonadante. Highlights que usted tiene que ir a ver: La forma en que las alas de la quimera translucen; el equilibrio dinámico entre la cabeza de la quimera y el torso de la mujer; las rosas en los pies de ambos, la corona de flores de ella. Si está con energía, pase a ver también El Descenso. Es un tratado de escultura: el cuerpo perfectamente exangüe del Cristo; el cuerpo perfectamente en tensión del discípulo que lo sostiene; el tratado de "pelo" que es María Magdalena; el tratado de "tela" que hay al costado izquierdo de la obra. Y si es fijón y le dedica su tiempo, se va a dar cuenta que hay sólo un punto, un lugar en donde puede mirar solamente al discípulo que sostiene al cristo, y que tiene una cara de viejo-con-pena perfecta.
En serio. Vaya al museo.
Luego puede como yo al GAM en un acceso de feminidad e irse de shopping y llevarse un Hahn y un Arteche a la casa (¡se murió Arteche! el mejor sonetista de Chile, probablemente), llegar a comerse unas tostadas con huevito, descargar un par de discos (el OST de Tron, por Daft Punk, y el OST de Blade Runner, por Vangelis, altamente recomendados ambos), escuchar y escuchar música; poner la misa de Requiem de Mozart para leer PDK, de Baradit y Cáceres; leer un poco más de Yourcenar, tejer un par de puntos en una bufanda que no se acaba nunca, y dormir.
Pero de fondo, igual de importante que tener un día plenamente de gozo epicúreo, es la sorda tranquilidad que aún sé qué hacer conmigo mismo; no he entrado en la etapa de desidia, rutina y vacío en esta autorelación. No estoy obsoleto para con mi propio cuerpo, para con mi propia alma. Aún soy yo, y el tiempo no me ha deshecho como temía.
Time for blossoms.

7 de mayo de 2012

Semper Eadem

«D'où vous vient, disiez-vous, cette tristesse étrange,
Montant comme la mer sur le roc noir et nu?»
— Quand notre coeur a fait une fois sa vendange
Vivre est un mal. C'est un secret de tous connu,

Une douleur très simple et non mystérieuse
Et, comme votre joie, éclatante pour tous.
Cessez donc de chercher, ô belle curieuse!
Et, bien que votre voix soit douce, taisez-vous!

Taisez-vous, ignorante! âme toujours ravie!
Bouche au rire enfantin! Plus encor que la Vie,
La Mort nous tient souvent par des liens subtils.

Laissez, laissez mon coeur s'enivrer d'un mensonge,
Plonger dans vos beaux yeux comme dans un beau songe
Et sommeiller longtemps à l'ombre de vos cils!


«¿De dónde te viene - me dijiste - esta tristeza extraña,
que sube como la mar por la roca negra y desnuda?
- Cuando nuestro corazón ha hecho ya su vendimia,
vivir es un mal. Este es un secreto de todos conocido,


Un dolor por mucho simple y nada misterioso
y, tal como tu alegría, rutilante para todos.
¡Así que deja de buscar, oh bella curiosa!
y aunque tu voz sea dulce, ¡cállate!


¡Cállate, ignorante! ¡Alma en constante arrebato!
¡Boca de risa infantil! Con más fuerza que la Vida
la Muerte nos tiene atados con lazos sutiles.


Deja, deja a mi corazón embriagarse de una mentira, 
hundirse en tus ojos bellos como en un bello sueño
¡y dormitar largo tiempo a la sombra de tus pestañas!

Fleurs du mal, Las flores del mal, Charles Baudelaire, 1861. 
(Trasliteración al español mía).


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Así, así tal cual, Charles. He llegado a creer que estoy en la buena senda, a punto de tropezarme con lo mismo que yo escribo en letras de siglos. No puedo negar que el hoyo en el amor propio es grande, pero la recompensa es aún mayor. Parra, Auden, Baudelaire: cada vez que he entrado (porque son como una piscina espesa, e infinita como un océano, en el que hay que sumergirse por completo) en la obra de uno de ellos, como de refilón, como por si acaso, me he hundido en mí mismo con fuerza, con asombro, casi con lujuria. Esas letras obscenas y malditas que son mis letras no dichas.

Creepy Guy. Es como el sujeto de pelo grasoso, callado,
que se sienta en la última fila y fantasea pornografía
medieval. Y probablemente lo era, nada más que de pasada
es uno de los mejores poetas de la historia de la lengua.
Cuando uno se enfrenta a Baudelaire hay que tomar una postura. Pese a lo que pareciera, sus poemas son de una sutileza genial, enloquecedora. Metido en medio del romanticismo más obtuso, recargado de frases amorosas, de ojos como zafiros y rostros de ébano, Baudelaire renuncia a renunciar a estos esquemas. Por el contrario, usa y abusa. Y ahí podría uno tomar la primera postura, dejarse llevar por la innumerable repetición, casi pleonásmica, del deux, del deuce, del dulzor almibarado con que describe todo lo que no sea él mismo, y decir, sí, este tipo es el clímax del romanticismo, su métrica elegante, su spleen melancólico, su uso de las figuras del gato, del demonio. Pero Baudelaire va mucho más allá.
Utilizando la jaula de finales rimbombantes por excelencia, el soneto, logra algo que yo no se lo he visto a nadie más que a él: el mejor verso del poema nunca es el último. Cuando nuestro corazón ha hecho ya su vendimia, / vivir es un mal. Concha desu madre. Y así todo el tiempo. cada poema es un pequeño retrato de su poética completa, una poética que nace acabada porque lo bonito ya fue, y sólo quedan los preámbulos que anuncian la decadencia, la obscenidad, la grosería. Y no se cuida de hablar de putas ni de nada, está ahí, en el centro del fin, anunciando su caída como albatros viejo.

Y por otro lado, viejo, Semper Eadem.



1 de enero de 2012

SubHabla, Habla, MetHabla

           Propongamos la siguiente situación: el hablante A: "mi carnalito se despostigó y ahí mismo le vio el rostro a la Virgencita". El hablante B: "Mi hermano se defenestró. El deceso fue instantáneo". Ambos actos de habla tienen el mismo contenido de información. En el análisis habitual, propondríamos que la diferencia radica en la para-información, en los elementos adicionales que nos pueden hablar del contexto, o del hablante mismo. El código.
          Pero tal aproximación es inútil cuando lo que queremos es encircular precisamente el acto de habla. Porque el hablante A estará diciendo borborigmos en el Palacio de Gobierno mientras el hablante B estará sólo ensayando jitanjáfora en la periferia. El acto de habla es evaluado en su función comunicativa. Que esa función pueda deformarse, renunciarse, opacarse, y cualquier elemento que queramos asignarle, es posterior y nada más un acto de arte o rebeldía. El acto de habla es un acto comunicativo siempre.
          Por tanto el lenguaje, cuando se le supone herramienta del acto comunicativo, está supeditado a él. No hay lenguaje correcto o incorrecto, tal depende del acto de habla. El spanglish, el argot, todo queda así justificado; el intento RAE de limpiar, fijar y dar esplendor tuvo su momento, pero es como un muro impuesto al mar del habla y ya cumplió el ciclo de generar una base-lenguaje para su real propósito.
          Sin embargo no debe suponerse que el lenguaje queda estancado allí. Es labor de la literatura - y en particular de la poesía - dos elementos imprescindibles de evolución. Por un lado, alguien tiene que buscar funciones para el lenguaje, funciones nuevas (actividad sub-habla). Pero mucho más importante, dado que el habla incorpora e incorpora en su esfuerzo comunicativo, es como una gran bola de nieve que cae y cae. Es también labor de la literatura - del arte - validar nuevas formas de acto comunicativo; ensayar y traer a lo diario maneras nuevas de acto-del-habla que naturalmente no se darían (actividad meta-habla).
           La poesía puede y debe, entonces, existir en estas tres formas.

- SubHabla, Habla, Methabla. Andrés Matmurah, Revista Ars, nº 12 - 1987.

13 de diciembre de 2011

3200 Faetón

Faetón ("el radiante") era el hijo de Helios, dios del sol, y la mortal Clímene. Arrasado por el fuego del alarde que es la juventud, Faetón acudió donde su padre a pedirle algo que lo señalase ante los ojos de todos como el digno hijo del sol. Helios juró sobre Estigia, el río de la detestación, que cercaba el infierno, que daría a su hijo lo que este deseara, con tal de mostrar su ascendencia en los ojos de los hombres escépticos.

Faetón deseó conducir el sol.

Helios, forzado por su terrible juramento, hubo de acceder. Faetón, radiante, intentó conducir la alba cuadriga que arrastraba la estrella; pero esto es tarea para un dios, y Faetón no lo era. Los caballos se desbocaron, y primero, huyeron alejándose de su curso; la tierra vivió así un frío terrible. Intentado volver a la ruta, acercó el astro incandescente demasiado, y los bosques de África ardieron en una sola llama y los etíopes se quemaron hasta quedar con la piel negra.

Zeus miró al apenado Helios, e hizo lo inevitable. Un rayo poderoso detuvo el carruaje, arrojando a Faetón al vacío; una estrella resplandeciente que caía.



En 1802, Olbers descubrió Palas, entre la órbita de Marte y Júpiter. El año anterior había sido descubierto Ceres, hoy catalogado como planeta enano; pronto se descubrirían Juno y Vesta. Olbers propuso que allí hubo un planeta, Faetón, destruido por el poderoso campo gravitacional de Júpiter. Las leyes que sustentan este principio astronómico hoy están obsoletas.

3200 Faetón es un Asteroide Apolo (los asteroides Apolos son aquellos cuya órbita intersecta la órbita de la Tierra, y por tanto pueden impactarla) de 5,1 kilómetros, aparentemente originado de un cometa que perdió todo su contenido de hielo. Es el asteroide que más se acerca al sol. Por ello, pierde mucho polvo estelar en cada viaje; y así, cada idus de diciembre, Faetón deja una cola de polvo que impacta la atmósfera terrestre entrando justo a través de la constelación de Géminis, regalando la lluvia de meteoros Gemínidas.

Esta noche es esa noche. 

18 de octubre de 2011

SSL



Tengo una

profunda
               violenta
                           severa
patada. en. la. mente.

He estado expuesto a una excesiva dosis de belleza, de perfección. De sublime sentimiento. He (sí, el tiempo verbal más correcto es el presente perfecto) visto gente hermosa haciendo hermosas cosas. Gente brillando, rutilante, como hechos de diamante, hombres bellos y mujeres bellas.
He estado expuesto, sí. Es como una sustancia nociva; es casi dañina.
¿Quién soy yo? ¿Qué soy yo, frente a estos seres bellos? ¿frente a estos humanos verdaderos?
Vi una mujer que danzaba girando como un trompo, sonriendo como una rueda morena que hiciese, que definiese la danza.
Vi una multitud que alzaba las manos y hacía un clamor.
Vi hombres que eran pastores de hombres. ¿Qué soy, qué puedo ser frente a eso?

A veces me parece que vivo una vida mezquina. Pero a fin de cuentas, me digo,

quién no.


Quizá ellos,
que son
tan,
tan hermosos.

Y yo que soy sólo un pobre y mediocre pobrediablo.
Quizá soy
para que ellos tengan un espectador (pero sé en el fondo que eso es sólo consuelo, porque yo mismo lo he visto antes; son hermosos por el poder de serlo

                   y no necesitan nada más.)

No puedo borrarme a ese hombre que canta
Ni a esa mujer

danzando
sonriente

sobre la sonrisa seca del tiempo.

5 de septiembre de 2011

La Sospecha: 9 de 9

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Primero
BIBLIOGRAFÍA

Dado que una bibliografía erudita atentaría contra el corpus mismo de este texto, remito al lector una bibliografía vera:
-Reculé&flores varias, circa 1991-93: Conversaciones con flores en el jardín de mis abuelos. Con sol, y unos overoles de colores que usaba en ese tiempo, y me hacían ver muy mono.

-Reculé&Reculé&Reculé&Reculé&Rivera, desde que tengo memoria: Discusiones familiares, todo con un ámbito juerguístico que no oculta que nos creemos el cuento

- Una entrevista a un travesti, que leí hace poco, donde ocupaban mucho y bien la palabra “desde”, de donde salió toda esta reflexión al respecto.

- Las musas.

- En general, mi biblioteca.

- Un poco, mis paseos por Santiago.

- El MNBA


1 de septiembre de 2011

La Sospecha: 8 de 9

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ACÁPITE: LA VERDAD
                Dicho lo más importante, y dejado al lector un justo espacio de juicio y propuesta de cómo interpelar la herramienta-yo en función del arte, resta un punto de importancia digamos mediana que no se ha abordado y que significaría una escisión en el texto principal. La verdad.
                En efecto, toda la disquisición anterior se basa en la búsqueda esforzada de la verdad por parte de la humanidad; para ella, dada la SOSPECHA, se hace necesario el “desde”. Si esta verdad – sea real o construida – no estuviere presupuestada, tal necesidad no existiría y se abrirían las puertas de una vivencia personalizada del arte que no precisa de un contraste con el otro (lo que no implica un no-compartir, de todos modos).
                ¿Por qué se ansía tanto la existencia de una verdad externalizada, residente “fuera” y accesible desde varios puntos?. Por un miedo social, esto es, aprendido y heredado: el miedo al déspota. La noción de verdad está ligada en la conducta. Si se esparciese una concepción de verdad internalizada y personal, no existiría el refreno de la verdad sobre el comportamiento, si no que por el contrario, esta verdad personal actuaría como potenciador de las conductas. Nada detendría en este caso a aquellos individuos más inclinados a la imposición de forzar su verdad o sistema de creencias. El retorno a la ley de la selva[1]. La verdad externa es así un modulador poderoso de la conducta que evita que el gritón actúe como tal[2] (La verdad es el escudo del débil, si se quiere[3]), imponiendo una autoridad que radica en la fuerza pero que se ramifica (y hace circular) en la verdad. Este es el germen de todo absolutismo personalista (Lo que no quita que haya cumplido un rol positivo aglutinador en su momento correcto en el pasado social, a saber, las sociedades tribales místicas más básicas; pero es, a todas luces, un modelo obsoleto y hoy ineficiente).



[1] Justamente así operan los trastornos antisociales de la personalidad.
[2] Lo que no evita, claro está, que un grupo particular de gritones que creen haber encontrado esa verdad externa se comporte como tal. Las tiranías suelen ser una verdad personalizada que ha sido validada por un grupo pequeño y que no necesita el contraste con “otras verdades”. Es, si se quiere, una verdad no suficientemente alejada.




28 de agosto de 2011

La Sospecha: 7 de 9

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                 ¿Por qué? Si todo pareciera recordarnos todo el tiempo lo masivos que somos, nuestra naturalísima facilidad para repetirnos. Pero está la SOSPECHA. La duda que es al mismo tiempo el mayor terror, la soledad más grande, y el secreto orgullo, el motor más potente. LA SOSPECHA DE SER EL DIFERENTE. Todos soñamos con estar un poco fuera del carril; todos sentimos que allá atrás algo en nuestra historia hizo crack y permitió una anomalía, una mutación que confirió la cuasidivina (y cuasidemónica) cualidad de la diferencia.
                Es esta sospecha la que obliga al desde. La que mantiene alejado ese proceso hermoso de aceptar al “yo” como el genuino intérprete del arte, y darle el lugar que corresponde como integrador total, final, universal, y por sobre todo, INEQUÍVOCO.
                La verdad yace dentro, y la invitación está hecha para asumir nuestro rol como “verdaderos y completos humanos” frente al arte. Parafraseando,
                “the bow is bent and drawn; make you the shaft”[1]
[1] the bow is bent and drawn; make from the shaft”. Shakespeare, King Lear.

24 de agosto de 2011

La Sospecha: 6 de 9

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                 Es justamente este binomio multiplicidad - verdad el que ha devenido en piedra angular y simplísimo descriptor de nuestro occidental sistema de creencias. A toda escala: religión, política, arte; si mi idea es compartida, es que es. No es extraño, siendo el bicho humano un bicho de colmena. La unicidad mantiene al hormiguero unido. Y nadie quiere no-participar, claro, porque nadie quiere quedar fuera de la verdad, nadie quiere sentir que no dice lo correcto (Y, como mecanismo evolutivo, es autoselectivo: el que no busca la confirmación por multiplía es simplemente borrado en la marea del tiempo, y su idea se desvanece, dando la impresión a los venideros de que todas las ideas son iterativas).
                Pero pareciera que algo subyace a este terror al sesgo. ¿Por qué nos parece esperable – incluso obvio- que un análisis surgido “de yo” y no “desde” corra un riesgo de sesgo inminente? ¿En qué la desconfianza a lo personalísimo?
                Pareciera que es un miedo primordial a no ser correctamente humano. En efecto, si “yo” represento fehacientemente al humano universal, no cabe espacio a la duda; mi experiencia personalizada sería un espejo digno de la “verdadera”[1] vivencia artística. Pero parece que no es permitida tal certeza. La duda del yo-correcto invalida (a mí y al otro) y obliga a la distancia-que-homologa.



[1] Discutir si existe una “verdadera” experiencia de arte escapa al alcance de este texto


dandikadam:

wilde

20 de agosto de 2011

La Sospecha: 5 de 9

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                Por último, hay una arista paradojal del asunto. Porque en verdad la vivencia es interna; todos los elementos de juicio, el “molde” se aplica en forma póstuma, tras haber sentido la parte visceral, el yo-sentido, el yo que se ve movido por el arte. Y a eso después le colgamos etiquetas para poder disecar, para justificar y validar. Si se quiere se puede ver como que al final los preceptos se hacen propios, y se deforman, asimilados por la experiencia personal.
                  El gran cinismo del arte. ¿Por qué? Por el miedo al sesgo. Miedo al error sistemático, miedo, en el fondo, a que el acervo de contenido personal tiña la experiencia artística a tal punto que no sólo deje de ser aprehensible para el otro, sino lisa y llanamente intransmisible. Miedo a la irreproducibilidad de la experiencia, pues al fin y al cabo, en el mundo de la imprenta y la ciencia-de-curva-de-Gauss, la verdad está definida por la repetición; la confirmación de existencia, el certificado de nacimiento de las cosas sólo se imprime cuando está su doble (o más) para corroborar.


16 de agosto de 2011

La Sospecha: 4 de 9

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                 Y este es justamente el gran cinismo del arte. El gran olvido. A varias escalas. La primera, la más obvia, es la eterna cuestión del origen; ¿de dónde la regla? Forzosamente es un producto humano, y no hay producto humano que no sea hijo de la experiencia, la vivencia particular. Claro, de esta última palabra se cuelga la norma para existir, su motivo y obsesión, abolir lo particular para celebrar la uniformidad de lo general. De lo universal. Pero es iluso concebir la norma sin el proceso inductivo que la genera. ¿De dónde, entonces, en hacer de la vivencia analítica del arte un proceso deductivo? Pareciera un sinsentido desvincularse así de la vera raíz de lo artístico.
                Por otro lado, tenemos el tema del “durante”. La experiencia artística permanece (hágase la excepción – y sólo quizá[1] – de la literatura) dentro del campo de lo sensorial, y como tal, depende de un set de herramientas aprehensivas que sufren transformaciones y desarrollo. La neurociencia ya nos ha enseñado que se debe aprender a ver, por ejemplo; pero ya sabemos también (y de mucho antes) que debemos aprender a mirar. La experiencia artística es así ante todo mediata, entre un dispositivo sensorial, para luego un dispositivo decodificador, para luego un yo sensible. Hasta ahora esto pareciera concordar con la necesidad de norma, de convenio, de generalidad, que permita soslayar las imprecisiones, los vicios de formación de estos dispositivos; y además, que sirva como herramienta de búsqueda, en cuanto es un fiel tutor para enseñar a mirar. Sin negar su utilidad en estos aspectos, la generalidad contravendría aquí el proceso artístico de retorno que se describía más arriba, esta “danza de los símbolos” que es a fin de cuentas lo que permite que el arte no se agote jamás (pese a estar repetido, pese a que el hombre mismo se repite y no hay nada nuevo bajo el sol). A un mirador entrenado en un esquema, una concepción, se le escapan las propiedades emergentes de los objetos si aplica el moldecito en forma demasiado rígida (implícito en esto, está la demanda, la necesidad de un artificio que permita incluir eso otro en la experiencia, aquello que aguarda en la sombra misma del conocimiento, eso que hace al artista un hacedor de arte, esa novedad por remezcla que no se entiende hasta épocas enteras después. Vidas enteras después. Y es obvio que lo que trato de proponer aquí es eso, una alternativa al “desde”: Un “Yo”).



[1] Considérese en lo que se ha convertido la “Experiencia Libro” en esta era de la reproduciblidad. Todas las formas de bellas artes tienen en su origen una actividad funcional; en la medida en que se lograron desprender de ella, lograron hacer que su vehículo se convirtiese en parte del arte mismo. En el caso de la literatura, estamos asistiendo al momento en que el libro deja de ser un vehículo “conveniente”, pero no muere, pues es un vehículo hermoso.





12 de agosto de 2011

La Sospecha: 3 de 9

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                ¿Tiene acaso algún valor un artista que se interprete a sí mismo? – pero a sí mismo, lector, en sí mismo, no “desde”, no tomando distancia para aplicar la encuesta, para preguntarle a su obra ¿por qué? ¿dónde cabes? ¿de dónde sales? [¿Cuáles fueron tus símbolos?]. Sospecho que algo así tendría olor a podrido. O peor. A infantil. A esa cosa horrenda, ego no maquillado, a pureza, a identidad no elaborada y complejizada. El “desde”, en cambio, respeta la identidad [porque tengo que ser un “yo” para estar “desde”], pero hace ese acto social, el acto público y aprendido de que hayan otros yoes que se pongan a mi lado a mirar; validando ese espacio consensuado [semántico, heurístico, usted elija la palabra que se vea más culta y suene mejor] para el “otro - mirador”, este reconocimiento del otro tiene sabor a “adulto”, mientras que una mirada yo-ística nos recuerda esa etapa del desarrollo en que el niño sólo requiere de la confirmación que le da su mundo interno)
                (... apuesto que ya no se acuerda dónde comenzaba el paréntesis anterior, íbamos en “A Duchamp hay que entenderlo desde donde corresponde,”) un montón de reglas, de causalidades, que – para eso las inventamos – justifican (¡dan permiso! ¡Dan PERMISO AL ARTE!) y validan (¡Las reglas dan valor!), que en este caso particular llamamos Dadaísmo.



8 de agosto de 2011

La Sospecha: 2 de 9

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                No. A Duchamp hay que entenderlo desde donde corresponde (y quiero destacar el fenómeno instantáneo que ocurre al abordar la escritura de este texto; El DESDE, obligatorio, casi obvio por correspondencia experiencial, que al final es el humus de la mente, que modela el lenguaje, que a su vez es quien obliga y limita las ideas. Yo miro el mundo DESDE: lo adquiero e interpreto, por tanto, así. ¿Cómo podría no evaluar, encasillar el arte, clasificarlo, aplicarle un paradigma teórico que lo vuelque en un conjunto de símbolos comprensibles y compresibles?
               [compresibles de vuelta en más arte, por ejemplo; o de ida en nuevas interpretaciones, o nueva crítica, o en nuevos símbolos, nuevas propiedades emergentes de ese conjunto de textos a la que se pensó se había “reducido” la obra, que sorprende de vuelta con re-complejidades que no se le sospechaban; porque ahí yace el secreto de la paradoja {aparente} del eterno retorno, del permanente reciclaje y del nada-nuevo-bajo-el-sol; arte -> símbolos, cree que hace uno, pero los símbolos comienzan a danzar en un concierto que no se deja controlar y de estas nuevas relaciones se vierte más arte, y el proceso se recicla, enriqueciendo, si hay novedad, consagrando, si ya hay desarrollo, o degenerando {en ese excelente sentido en que degeneran los spaghetti westerns, por ejemplo, o Tarantino}, si hay cansancio, si hay repetición, o si hay oportunidad. Ni qué hablar cuando son las obras aún no decodificadas las que se ponen a interactuar, ¡Menuda Cagada! el proceso se piramidaliza creciendo a ritmos no sólo insospechados, si no francamente inmanejables, y así es como queda a tarea de los que vengan el recodificar para re-deconstruir en símbolos toda esa cornucopia de elementos, hasta lograr un texto que se estime coherente {en cuanto nuevamente comprensible “desde”} para resintetizar un arte nuevo que sea natural, genuino y digno hijo del anterior. Así se entiende que hoy todavía estemos entendiendo el jazz de Bach.] 




humans-being-human-beings:

gowilde:

Au naturale:)

/swoon

4 de agosto de 2011

La Sospecha: 1 de 9


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Este post es el primero de una serie larga. El texto original es de Julio del 2011, y me había demorado en transcribirlo. Lo postearé en segmentos cada cuatro días, porque de lo contrario, sería un mamotreto impresentable en un blog. Para condimentar, voy a poner en cada post un tema electrónico y una foto de Olivia Wilde (gentileza de http://a-wilde-appreciation.tumblr.com). No se pueden quejar que no me esfuerzo.


LA SOSPECHA
                Mirar desde mí, elaborar desde el yo, verterse desde la experiencia; todo intento de interpretar el mundo desde lo estrictamente personal es hoy visto con malos ojos. Si alguien está triste, hay que tratar de comprenderlo, incluso de acogerlo, desde fuera; poco útil resultan el “yo siento” “yo me he sentido”, pues se abriga la noción de que eso es tan parcial, tan propio, tan único, que no puede ayudar. La manera es tratar de “abrazar desde fuera”, desde un punto de distancia razonable que permita comprender (pues al parecer es ése un acto reservado a lo genérico, y nunca a lo particular).
                Esto es manifiesto en el arte. A nadie le interesa (a nadie debiera interesar) qué me pasa a mí, cómo reacciona mi mundo interno, mi andamiaje pequeño y particular de creencias, voces, recuerdos, miedos. Si la mona lisa se parece a mi primera niñera, si la fuente de Duchamp me hace pensar en el frío como de sepulcro que impera en los baños públicos (porque es un frío aséptico, húmedo, inhóspito y mortuorio, y piénselo uno bien, sólo hay urinarios en los baños públicos), ¿Cómo podría pretenderse que eso sea parte del arte, que enriquezca la obra? ¡Imposible! Imposible porque es villanamente personal, mediocremente irreproducible.





27 de febrero de 2011

ex nihil, nihil fit

William, 1608, en endecasílabo, blanco e incompleto:
LEAR: ||||||. What can you say, to draw
A third, more opulent than your sisters? Speak.
CORDELIA: Nothing my Lord.
LEAR: Nothing?
CORDELIA: Nothing.
LEAR: Nothing will come of nothing, speak again.
Prieto, 1998, en prosa:
LEAR: ¿qué vas a contestar para recoger un tercer lote, más rico aún que el de tus hermanas? Habla.
CORDELIA: Nada, señor.
LEAR: ¿Nada?
CORDELIA: Nada.
LEAR: De nada sólo puede resultar nada. Hablad de nuevo.
Don Nica, 1990, en libre:
LEAR: Qué puede decir para adjudicarse el tercio
Superior al de sus hermanas.
Tiene la palabra
CORDELIA: Nada mi Lord.
LEAR: Nada?
CORDELIA: Nada.
LEAR: De la nada nada sale. Diga algo.
Reculé, hace dos días, en libre:
Y esta es la doble ponderación
la efigie Gemínida
de las letras
y las reuniones
[de las letras].
                                            He estado entre los más altos
                                            de entre los altos
                                            de los hombres
                        He estado en el bullicio sideral
                        He estado despierto
                        con sal en la boca
                        a punto de aullar

Y he pedido silencio
porque la marea tidal de sonido
no me abarcaba,
no me decía en nada
y he pedido silencio
y ha habido silencio

Y he comenzado a hablar.

26 de febrero de 2011

Pontypool


Simplemente, ya no recuerdo cuándo escribí prosa por última vez.



Sin embargo, el log documenta que desde ese tiempo entré y salí de una mini-depresión, modifiqué la percepción que tengo de mi futuro académico, reordené los intereses en mi tiempo libre, prácticamente dejé de hablar con la mujer con la que creí que iba a casarme, cambié todos mis autores favoritos, alteré mis hábitos de lectura, de gastos y de estudio en forma radical, y de vida saludable en forma definitivamente no tan radical, decidí algunas cosas que no haré y que sí haré con mi futuro, trastorné profundamente mi evaluación de yo mismo, trastoqué mis suscripciones religiosas, pulí mi concepto de felicidad, renové el sentido de las relaciones en mi vida, y en general, pretty much everything changed, ahora que lo trato de escribir y me doy cuenta que podría seguir y seguir.

Nada que extender acerca de esas fruslerías, en todo caso. Si voy a romper un silencio tan largo, y tan poco forzado como por el contrario, natural y orgánico, tiene que ser por algo que valga la pena.

Vi Pontypool.

No quiero arruinarla con nada, ni tan siquiera con sugerir su género, la construcción delicada de los personajes, el manejo del color en la fotografía, o el uso sublime del sonido. Es magnífica, pero ¿de qué voy a hablar si no la quiero tocar para no arruinársela a usted, señor lector?

¿Ud. escribe, mi amigo? ¿Compone, pinta, saca fotos, filma, hace volantines? ¿Le ha pasado eso que sucede cuando mira el trabajo de alguien más y dice oh dios, no hay nada nuevo bajo el sol? Por supuesto que le ha pasado, si repetimos los mismos temas pensando en un cansancio que en verdad no existe, no los agotamos nunca porque no existe tal cosa, sólo hay el regocijo de ver el mismo poliedro por todas sus caras y a todas las luces; y ud. ve el trabajo de ese otro que también le muerde la galletita a dios para ser co-creador del wooniverso, y sabe que él habla en su mismo lenguaje, en su misma frecuencia; que siente, que le duele y le arde y le quema y le sabe dulce y glorioso eso mismo que a usted lo despierta en la mañana y lo arropa por la noche, mi buen señor, ese tema que le da vueltas a la vida y que, seamos sinceros, usted lo cree también, justifica la existencia del mundo entero.

Eso que le pone todos los sabores a coger el lápiz o el pincel o los palillos a crochet o lo que sea que usemos y luchar contra la hoja, contra el color, contra el espacio mismo, contra nosotros mismos y nuestras condenadas ideas limitadas, y nuestras maravillosas ideas limitadoras, como cercos que rodean y contienen y nombran y nos dan la posesión de eso que nos palpita en el alma, ese lazo que lanzamos en la negrura de lo que no existe aún y vuelve con una criatura fantástica atrapada.

Y no importa que el de al lado pesque a nuestra misma trucha, el mar es grande, es fabuloso e infinito y puede hacernos a todos felices, porque cuando uno le da permiso, la trucha del de al lado brilla igual de linda y salta lo mismo de espontánea, y nos pone en la luminosa y brillante nirvana de la meta-comprensión tal cual.

Eso es Pontypool para mí, con mis temas. Escribí un poema hoy, a las siete y cuarenta y dos de la mañana lo empecé, volviendo de una juerga con mis muchachotes. Podría ser el diálogo final del largometraje. O el largometraje podría ser mi poema. ¿Quién soy entonces?



A veces no importa.