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14 de octubre de 2013

El destapador de Pablo

Pablo fue a Italia y me trajo un destapador. Yo soy el típico sujeto que no tiene destapador de llavero y por lo mismo, siempre anda necesitando que lo ayuden a abrir su cerveza en casa ajena, lo cual es un episodio poco elegante pero no lo suficientemente desagradable como para movilizarlo a conseguir el mentado adminículo. ¿Para qué quiere uno un llavero? Digo, si uno tiene un llavero, es porque ese llavero tiene más de una llave. Así, cada llave puede actuar como el "objeto-llavero" de la otra.
Ésa siempre ha sido mi aproximación al tema de los llaveros, pero en general, no siendo un tópico de alto trajín ni polémica, no suelo poder conversar de ello, y ese es justamente el propósito de este blog.

De todos modos, el llavero es lindo, y destapa botellas de cerveza. Lo inauguré con una Austral Calafate, que debe ser la mejor cerveza posible (admito una discusión respecto de las Gulden Draak.), pero sigo sosteniendo firme mi oponión sobre los llaveros y tal, el destapador figura en un lugar privilegiado de mi cocina, que es donde se destapan las cervezas en mi casa.

26 de julio de 2011

La Cúspide de la Civilización

Habla de los grandes logros que la comunidad humana ha desarrollado. Primero, la conquista de la agricultura; luego, la magia de la química. La metalurgia llevada a extremos de exquisitez; el progreso de la globalización y la conectividad, en su largo viaje desde Saint Louis, MO; y por qué no, la democracia, en su humilde costo de doscientos noventa y nueve pesos.

Eres hermosa. Suave, exacta, áurea de proporciones, tienes el volumen preciso y te bastas a ti misma, autosuficiente con tu práctico sistema de apertura superior. Tu boquilla dorada me invita. Después de usada, te conviertes en un juguete al que podemos lanzar, disparar, pisar, y un sinfín de etcéteras.
Eres perfecta, mi bella lata de Báltica.