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Este blog NO es el blog del Médico Juan - Ignacio Reculé Rivera. Si usted busca a ese facultativo, puede encontrarlo AQUÍ.
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19 de abril de 2012

La Trampa del Turno

          Dejemos de lado a las gordas mórbidas. Dejemos de lado a las diabéticas que no se cuidan, que creen que la salud es un maná que brota de la tierra y no tiene nada que ver con sus acciones. No pensemos un momento en esas viejas cachenchas polisintomáticas que no necesitan un doctor, necesitan que las quieran.
Si nos abstraemos de eso, los turnos sí son lindos. Porque pese a lo que el lector conocedor pudiese pensar de mi persona, hay pocas cosas más lindas que un recién nacido llorando con ganas, y el momento en que su simiesca y peluda cabeza aparece por algún orificio para saludar al mundo. Porque las embarazadas fisiológicas, esas que subieron de peso sólo por su guagua y su útero y no por antojo constante de completos, sí tienen esa aura beatífica, esa belleza sublime y reposada que dan ganas de hacerles cariño.

          Ahí está el peligro, claro.

          Porque es muy fácil mirar el estilo de vida de estos sujetos y decir son unos idiotas, cómo es posible que estén tan desesperados por la plata que estén dispuestos a trabajar de noche una vez a la semana. Pero es que el gran secreto es que no lo hacen por dinero. Lo hacen porque les gusta. Y me doy cuenta porque también lo siento. Porque uno llega a generar una pequeña mitología de uno mismo, un personajillo agradable al que le gusta representar, porque lo ha ido construyendo con esmero, condimentándolo con pequeñas perlas que profesores significativos aportaron, o sutiles aprendizajes que sólo eran obtenibles por experiencia; porque es agradable llamar a las pacientes y decirles en qué te ayudo, sonreír como promotora de vinos y desconcertarlas un poquito con un trato infinitamente amable que desmiente esas urgencias de un paciente tras otro y el trato maligno de los otros laburadores de la salud. Porque es rico recibir, escuchar, diagnosticar, tratar, y al final el premio de sentir que la paciente está resuelta y no sólo está resuelta: se siente resuelta.

          Debe ser fácil, debe ser canallamente fácil pisar el palito y hacer los turnos. Porque la sensación es de pasarlo bien; porque es entretenido hacer camaradería con un grupo de personas que vibra con las mismas cosas que tú. Porque hay que tener una convicción férrea para decir No. Yo lo veo, lo veo y le hago el quite, me escapo, pero qué fácil sería vender un ratito del espacio personal, acceder a cambiar un poquito del plan original y hacer el turno, y tener la especialidad médico quirúrgica, total, la estadística dice que me caso con una doctora y seguro me entenderá, tú sabes, el turno.

          Si la decisión fuera entre la plata y el bienestar, como yo creía que era, sería mucho más fácil. Pero la decisión es entre dos tipos de bienestar. Entre un bienestar reposado, natural, y ese otro bienestar, el bienestar del bicho activo, el bienestar del cerebro, el bienestar del que ama lo que hace.

          Decidir siempre es botar algo que te gusta, en fin de cuentas,

13 de marzo de 2012

Plutón Planeta

La última asamblea de la Asociación Mundial de Astrónomos dijo que un planeta era un objeto con órbita alrededor de un cuerpo estelar en equilibrio hidrodinámico (es decir redondo por girar sobre sí mismo con fuerza como para ordenar sus propias capas), con masa suficiente para limpiar de debris su propia órbita.

Plutón está en equilibrio hidrodinámico. Tiene toda una familia de objetos transneptunianos a su cargo (los plutinos, que bien sería el nombre de una banda de rock infantil). Tiene hasta su propia luna (Caronte, vaya nombre precioso para una luna). Pero no tiene masa para limpiar su caminito.

Así que perdió el status de planeta, y muchos otros aspirantes se olvidaron definitivamente de llenar el formulario de aplicación al cargo (Ceres, Vesta, y otros).

Y uno puede ensarzarse en discusiones terribles al respecto, sobre todo de la terrible brecha que se abrirá cuando mi hija me diga que le enseñaron los ocho planetas del sistema solar en el colegio; pero sospecho (sólo sospecho, Plutón está a la concha, más allá de los centauros (que se llaman como los mitad hombres mitad caballos porque se comportan como cometas y como asteroides), más allá del comienzo del Cinturón de Kuiper (que son todas esas cositas que la formación de los gigantes gaseosos desplazaron para afuera junto a Neptuno (porque Neptuno estaba después de Saturno, pero la gravedad de Saturno y Júpiter lo echó, fíjese usted las malas vibras en el sistema solar)), allá donde se empieza a vislumbrar la nube de Öpik-Oort que son puros bloquecitos de hielo que de vez en cuando se devuelven para adentro y se transforman en cometas, fíjese) que a Plutón le importa un cuesco.

Porque yo quiero imaginarme un Plutón sabio y relajado, que hace rato decidió que le importa un cuesco si le dicen planeta o le dicen planetoide, y en verdad si Caronte decide salirse y tener órbita propia bien por él, porque él seguirá siendo Plutón y haciendo su órbita, no matter what boys. Porque es lo que le interesa, eh. Y no necesita más.

Hay que aprender de Plutón. Porque es rico y tentador y atractivo ser planeta y estar en el big club con Júpiter y todo, pero oye, oye,

no es lo que más quiere. Aunque el resto no le entienda la decisión.

 

7 de mayo de 2011

Huesos Viejos

          Siempre (dígase toda mi juventud hiperextendida; dado que pasaba todo el día leyendo, tuve como 3 infancias) pensé que yo sí quería hacer "huesos viejos". Vivir para sieeeeeeeeeempre, a lo Gilgamesh, recorrer el mundo y hacer cosas tan pero tan bacanes que no quedase otra que ser inmortal para estar a la altura de mí mismo. Luego conocí gente que no quería llegar a ser viejo; idea no desconocida, pero hasta ese entonces asignada a beatnicks y otros individuos de esa calaña, desencantados del mundo y más que comprometidos con el live fast, look beautiful, die young. Estos no. Estos eran gente que estudiaba sus serias carreras, emprendía serias vidas y en general no iban descocados por el mundo.
          En esos tiempos rebatía como pájaro joven recién enjaulado: con un poco de torpeza y convencido de mí mismo. Ahora que los (pocos) años me han ido enseñando un poco de prudencia, y en general, a dudar de todo lo que pienso, ya no estoy tan seguro. ¿Para qué quería yo vivir tanto? Ah, para llegar a. A lo que sea que tenía que llegar. Pero tarde o temprano a uno le cae la teja que en la vida no se llega a ningún lado, sólo se va. De un lado a otro, como los lesos, o los locos, o los santos, o los genios. De un lado a otro.
          Así ya no parece tan inteligente vivir hasta viejo. Al final la cosa se trata de disfrutar lo que sea que estés haciendo. Disfrutar bien. Permítaseme ilustrar mi punto: 

Jane Birkin
 Estos son los sesentas, y ella es una de las mujeres más lindas del mundo. Anda por Europa con los pezones a quien se los quiera fotografiar. Canta, actúa, hace escenas en pelota con Brigitte Bardot, hace la película en que George Harrison hizo su primer trabajo solista (ella se llama en ese filme... Penny Lane). Pero da lo mismo. Si me piden, yo hago las mismas cosas. La gracia es que ella lo hace con ESTA cara:







  And then years go by:

Seamos justos, es una mujer de 65 años
      
La única alternativa que pueda quedar es que uno vaya cambiando lo suficiente con los años como para mirar lo que hacía antes con nada más que ternura, y seguir haciendo la cosa nueva que es la que quiero hacer ahora. Ir de acá para allá en otro lugar, siempre otro lugar. Considerando todo lo que puedo cambiar en tan poco tiempo, es una posibilidad. La joda es que la única forma de averiguarlo es hacerlo y ver si resulta.

9 de abril de 2011

Brillante



I can't pretend I don't need to defend some part of me from you.

Después de haber creído en eso
y descreído de eso
y creer en eso otra vez
para luego pensar que era una estupidez

en fin
de ir y venir pensando si era yo o no suficientemente
humano
o suprahumano
para estar
sobre o bajo eso (cualesquiera sea la dirección que corresponda a cada estado)

Sólo sé que no me he decidido.
Y probablemente no lo haga nunca.

Lo que sí aprendí
foreverandever
es que en esas situaciones


It's much better to play, oh, safe.