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Este blog NO es el blog del Médico Juan - Ignacio Reculé Rivera. Si usted busca a ese facultativo, puede encontrarlo AQUÍ.
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7 de septiembre de 2013

Determinismo

Time to resurrect.

En el Hospital Sótero del Río acabo de rotar (viles mentiras: hace como 3 meses roté) por la Unidad de Corta Estadía Psiquiátrica. Las cortas estadías son la respuesta actualizada al enfoque hospitalario de atención de salud mental. En el pasado, los locos estaban instantáneamente fuera del mundo, de la sociedad, y el mani-comio (diferenciado así del hospital, que es el noso-comio: donde descansan las locuras y donde descansan las enfermedades, respectivamente) estaba en las afueras de la ciudad, segregado, y se planteaba como un destino final, el punto de llegada de una historia trunca vital que no volvía a movilizarse más.

El advenimiento de la antipsiquiatría obligó a replantearse el rol de la patología mental en la sociedad, y la responsabilidad de ella en su manejo; así, las largas estadías se transforman en el signo de todo lo vil, lo abyecto de la medicina, y se incorpora el concepto de corta estadía (patología de urgencia mental, a resolverse en forma breve, aproximadamente un mes de estadía), mediana estadía (patología muy severa y de gran desajuste, desde meses a un año de intervención) y “nueva” larga estadía (enfermos con gran incapacidad de funcionar, requiriendo hasta tres años de intervención para reincorporarse paulatinamente al mundo). De paso, por edicto de pluma, se borra del mundo a los enfermos crónicos – típico positivismo de primera mitad del s.XX, la ciencia puede todo. Las “estadías” deben ser parte de los hospitales comunes, para recordar que la salud mental no es tan distinta de la salud mental, o el ala donde nacen niños.

Eso es una corta. La corta del HSR es un centro de 18 camas, 3 psiquiatras, 1 psicólogo, 1 asistente social, 1 terapeuta ocupacional, un cuerpo de enfermería con turnos de rotación, y personal de apoyo. Con eso, por un tiempo se esperó que cubriesen al millón y medio (sí, son 83,333 pacientes por cama) de pacientes que corresponen al HSR. Claro, el millón y medio de pacientes no tienen todos patología mental. Pero casi.

De los pacientes de la Corta, el 38% reciben el diagnóstico de Trastorno de Personalidad (¡ejem!, datos 2013, por el grupo de Reculé, Jeria, et al). Un trastorno de personalidad es una estructura rígida de reacción frente al mundo, que se vuelve desadaptativa, y causa disrupción en el desarrollo vital de la persona y de quienes le rodean. Esa persona que piensa que todos le quieren hacer daño, y se aisla y no tiene amigos y se siente herido cada vez que le hablan; esa mina de mierda que tiene 15 años desde siempre y todo es un drama con llanto y cortado de venas; ese desgraciado que manipula a todo el mundo, comete crímenes, golpea y amenaza de muerte sin remordimientos de ningún tipo: todos esos son probablemente personas con TdP.

Hay un tipo particular de TdP: el antisocial. Simplemente, estas personas son malas. Estoy simplificando, porque este es un abordaje no-técnico y no-filosófico. Pero son la encarnación del mal, y en el Metropolitano Sur Oriente, hay demasiados.
Después de enfrentarme a esos pacientes, después de enfrentarme a las historias de esos pacientes, después de enfrentarme al ambiente de esos pacientes, asomó su carita infeliz esa pregunta cabrona:

Esta gente… es mala porque es pobre, ¿o es pobre porque es mala?

¿Por qué la patología mental se concentra? ¿Por qué los pobres tienen más esquizofrénicos y menos bipolares? ¿Por qué los trastornos de personalidad de tipo antisocial son más violentos mientras que los “de barrio alto” son más estafadores?. Hipótesis terrible: Quizá partimos todos iguales, y la segregación se fue dando en la medida que los seres “dañinos” se concentraban entre ellos, segregándose del ciclo social. La pobreza no sería el origen: sería el resultado de la patología psiquiátrica, con el daño transgeneracional que hace.
¿puede ser esto así?

Pues estuve pensándolo un tiempo largo. Tiene su lógica, la persistencia de la pobreza se debe al abuso de los no-pobres... y a la complacencia - arreactividad de los pobres. La condensación de la patología mental podría explicar un círculo infinito de violencia, deformación, pobreza vital, e incapacidad de cambiar el modelo.

Mientras celebraba el cumpleaños de mi hija Sofía, un grupo de sus amiguitos (estamos hablando de niños de 6 años) consideró que el juego más entretenido disponible era hacer chocar los juguetes hasta que se rompiesen. Pensé en mis pacientes, pensé en el determinismo, pensé en que estos niños con oportunidades culturales muchísimo más ricas igual tomaban la opción por la violencia, y que ése era el juego al final: que la biología saca uno violento cada cierto tiempo, y ese inexorablemente se pelea con la comunidad y desciende a la pobreza, a engendrar hijos a quienes criará mal, en la carencia intelectual, afectiva, y económica, para generar una casta dañada, una casta que no puede salir de su hoyo porque el hoyo está generado por su existencia, y no al revés.

Todo esto mientras explicaba a los niños que no puede ser que elijan ese juego, y esas vainas, que los juguetes son de todos y tienen que servir para que otros más jueguen... y entonces tuve un relampaguito de claridad, recordé el rol que me gusta ejercer en esta vida, y me propuse plantearles una alternativa: había un juego de trenes, y les enseñé a construir pistas.

Estuvieron construyendo pistas de trenes toda la tarde. Makes me wonder.


19 de octubre de 2012

La propiedad.

"My friend Willie-Jay used to talk about it. He used to say that all crimes were only varieties of theft. Murder included. When you kill a man you steal his life. I guess that makes me a pretty big thief. See, Don – I did kill them."

"Mi amigo Willie Jay solía hablar de eso. Decía que todos los crímenes eran sólo variantes del robo. Asesinato incluido. Cuando matas a un hombre, le robas la vida. Supongo que eso me hace uno de los grandes ladrones. Fíjate, Don: Yo los maté."

- Truman Capote, "In Cold Blood" ("A sangre fría")


           No es tan descabellado. La lectura reciente de Truman Capote, periodismo de verdad, me ha dado muchísimo que pensar. Sobre el periodismo de verdad (y qué es lo que considero periodismo de verdad, y por qué) ya hablaré luego; por ahora vamos con este articulillo, segundo de una serie de dos, sobre la propiedad.

POSESIÓN
Truman Capote
           Si todo crimen es la ofensa contra el hombre, y todo crimen es una variante del robo, la ofensa contra el hombre es la ofensa contra su propiedad. ¿Es acaso la propiedad una característica inherente al ser humano? En estos momentos en que vivimos en una sociedad basada en la propiedad y el consumo, y en la que durante el último siglo han aparecido detractores poderosos (en cinco años más estaremos conmemorando el centenario de la Revolución Rusa, muchachos!) de la propiedad privada, es una pregunta que no puede dejar de inquietar. "Poseer" es un término que se ha agrietado, se ve feo como fin en sí mismo, y dependiendo de nuestra caja de caudales, arrugamos un poco más o menos la nariz cuando lo pensamos.

           No obstante, es posible que poseer sea uno de los ejercicios más potentes (y básicos) de la noción del yo. Poseer es un acto expansivo en que reconozco mi autarquía, percibo mis límites, y deliberadamente, incluyo elementos que antes no estaban circunscritos a ellos, para formar nueva parte de mi totalidad. Es la ampliación de la frontera de la propiedad básica: el cuerpo.

Rusos

           El cuerpo actúa como la propiedad elemental, por defecto. Todo el desarrollo neurológico y de la personalidad depende en casi completa medida de una noción de yo que está centrada en el cuerpo que yo soy. La construcción del yo abstracto no se da sin esta base; la solidez del mismo depende de la estabilidad de la primera. Sin embargo, el cuerpo como primera propiedad, al constituirse en escuela de "lo que yo soy", es simultáneamente la escuela de "lo que yo poseo". 
           
CUERPO Y POSESIÓN   
             Esto pues para poseer es innegable que debo tener la noción de la propia existencia, y a su vez, la posesión es un confirmador claro de mi interacción con el universo (en extensión, de mi veracidad como ser). Pero además, como hemos reconocido a la propiedad como el acto de expansión del yo básico (el yo - cuerpo), el acto de poseer es un medio para ampliar el repertorio de lo experimentado como propio; Si la propiedad amplía mis límites, el límite más amplio diversifica mis experiencias vitales. La propiedad actuaría así como herramienta de ejercicio del yo, es decir, herramienta de ejercicio de la vida.

           Propiamente, la esclavitud es la agresión última al sistema de propiedades: el robo del cuerpo y con ello, del sistema completo de apropiación de la persona robada; la matanza, por otro lado, aparece como anular la capacidad de poseer. Quedan así definidos en función de la propiedad los dos valores fundacionales del hombre.

Este... otro tipo de Rusos
POSESIÓN Y PERSONA
           Con esto podemos abordar la personalidad como una construcción adquisitiva. Desde la base del cuerpo, adquirimos lo que somos. Esta visión es concordante con la personalidad vista como un ente dinámico, cuya naturaleza estriba en el crecimiento. Es más fácil verlo aún desde la patología: una personalidad con trastorno es aquella a la cual se le ha lesionado desde temprano el sistema de adquisición de elementos, sea al mecanismo, o ofertándole un pobrísimo repertorio de lo adquirible. A un nivel menor, explica que la gran masa, pobre en estructuras elaboradas de adquisición, sea tan voluble a esquemas de posesión propuestas desde el mercado, lo que a la larga daña la personalidad.

          Hasta ahora las definiciones calzan, pero es obvio el conflicto que el "yo poseo" desarrolla cuando el objeto que se desea poseer (es decir, incorporar a mi ser) está dentro de las expectativas de otro individuo. A este respecto, es muy decidor en la historia de la humanidad que todas las grandes civilizaciones (y en general, la cultura continuada desde el post-neolítico babilonio en adelante, de la que somos herederos) han definido (y defendido) la propiedad privada en forma acérrima. Algunos de los textos más antiguos recordados circunscriben legislación sobre la propiedad. Contrario a lo que pudiese pensarse, las culturas sin gran apego por la propiedad material individual lo hacen precisamente con un énfasis en el abandono de la propiedad sistemática (piénsese en el Budismo), o mediante el ensalzamiento de la propiedad de lo público (Grandes Obras Chinas), o la propiedad consumada del yo (nuevamente, los chinos y su parsimonia).
Chinos. Y sus obras Chinas.

          Más aún, la encrucijada entre persona y propiedad nos permite redefinir (y destacar así la relevancia) de la propiedad pública, que no viene si no a ser la extensión de la personalidad pública, la cultura; es el sitio donde se confunde el yo y el nosotros, y por lo mismo, un sistema de sostén y alimentación de la personalidad, en cuanto la tradición no es sino un sistema de reacciones comunitario, y así, segurizante, predecible. Así mismo, se pone de relieve la responsabilidad de lo público en la formación del individuo, en cuanto la propiedad pública es una propiedad básica para sustentar la futura individuación. En simple, es responsabilidad de la comunidad la posesión de parques adecuados si quiere producir ciudadanos de bien.

A esto me refiero

"De esa imaginación pasé a otras, aún más extravagantes. Pensé que Argos y yo participábamos de universos distintos; pensé que nuestras percepciones eran iguales, pero que Argos las combinaba de otra manera y construía con ellas otros objetos; pensé que acaso no había objetos para él, sino un vertiginoso y continuo juego de impresiones brevísimas. Pensé en un mundo sin memoria, sin tiempo, consideré la posibilidad de un lenguaje que ignorara los sustantivos, un lenguaje de verbos impersonales o de indeclinables epítetos. Así fueron muriendo los días y con los días los años, pero algo parecido a la felicidad ocurrió una mañana. Llovió, con lentitud poderosa."

- "El Inmortal", Jorge Luis Borges

Borges es muy feo, así que aquí les dejo a Elizabeth Olsen
          Desde aquí, podría ensayarse un discurso capaz de medrar en muchas direcciones. ¿La semilla del robo está en el deseo de querer ser el otro? ¿compartir mezcla las personalidades?. Podríamos proponer un sistema de clasificaciones de robo basados en qué tan cercano está a "lo que necesito adquirir" contrastado con "lo que aparto del otro y le evito adquirir". Hablar de los límites de lo personal, o de la propiedad selectiva como medio de individuación ¿válido?

          Sin embargo, lo que capta mi atención es la gran pregunta, lo que hace que el arte sea arte, que Shakespeare sea bueno y la vida valga la pena ser vivida: ¿Qué es el hombre? oh ¿Qué es el hombre?. El hombre es propiedad, es adquisición, el modo de adquirir, el planteamiento, su universo. Tomar es hacerse partícipe, es cocrear, es comulgar del flujo natural de lo existente; verdaderamente, poseer es existir. El grado, y mucho más importante, el énfasis sobre el grado, la decisión de voluntad que significa el grado, lo pone el existente.

          Es esto lo que yo venía a decir: poseer no sólo no es malo, es la forma de existir. Pero por ello es gran responsabilidad, pues en desmedido, es también la forma de vejar el existir del semejante.

          A modo de corolario, invito a reflexionar sobre dos posesiones relevantísimas. La primera, es la posesión inrobable - mas también, incompartible -, la adquisición intangible: la expansión del yo mediante el crecimiento. Esta sería una forma superior de posesión. Notablemente, el arte figura como producto tanto como origen de este tipo de posesiones. La posesión intangible no es sino una forma de producción, a saber, la posesión que ennoblece al hombre: lo que ha sido creado por él. Me atrevo a postular que una de las poderosas razones por las que nos sumimos (¿o vamos recién aflorando de vuelta?) en una sociedad degenerada es precisamente el gran volumen de humanos que no se han podido dedicar a tareas que produzcan novedad, que produzcan algo adquirible. ¿Quién más infeliz que el burócrata, que sólo media y nada crea?. La entropía de un ser que no produce pero desesperadamente adquiere es ejercida sobre el sistema, que a fin de cuentas, es la sumatoria de nuestras personalidades. Boom. Este artículo está muy largo.

17 de septiembre de 2012

Sobre el Cuchillo, Las Armas, La Naturaleza de las cosas y la Naturaleza del Progreso

Cirugía. Hay algunas reflexiones que son inevitables cuando Pancho Valdés está ahí, cuchillita en mano, metiéndose con una elegancia que no le puedo escatimar adentro de una arteria. La historia de la humanidad es la historia de la Guerra, oí o leí alguna vez, en algún lugar. Está claro que la herramienta sólo existe como tal en la mano que la empuña: ¿Qué es un martillo? El bisturí es una espada pequeñita, el veneno, el átomo, no son nada hasta que alguien las toma y blande.

Poética y cliché nº 1: El uso que damos a las cosas determina nuestra civilidad. La humanidad es la que decide si un objeto es para dañar o para salvar, si la lluvia de los mesones es para iluminar una ciudad o para arrasarla. Es triste que la inteligencia del hombre se emplee en buscarle a las herramientas un uno bélico, pudiendo dedicarse a curar, a sanar, a dar vida.

Nº 2: Entonces los objetos no tienen una naturaleza. "Esto es una cuchara" se convierte en una observación espúrea; lo más lejos que pudiera llegar es "esto es un trozo de metal", puesto que su naturaleza de cuchara es transiente, es cuchara mientras en ello la empleo, segundos más tarde es un encrespador de pestañas, o un arma blanca para sacar ojos, quién sabe. Podríamos con justicia sólo nombrar las cosas en función de propiedades naturales. O mejor aún, "Esto está siendo una cuchara". Todo esto se hace aún más relativo en la lente del intervalo que queramos emplear al nombrar. Eso es ahora un papel, ¿pero luego? 

Permítame creer que profundizo.

No es descabellado aventurar hoy que el grueso de la investigación energética y de materiales tiene un trasfondo bélico, por lo menos desde el punto de vista en que el financiamiento fluye desde actores interesados en este tipo de aplicaciones. Lo que puede ser un poco más aventurado es decir que esto siempre ha sido así.

El desarrollo de cada adelanto es necesariamente un evento de agresión, y en esto radica la naturaleza misma del progreso. Esto pues una sociedad en equilibrio es estática; no requiere progresar. El acero se desarrolla para optimizar el combate. Cualquier civilización de paz no requiere ciencia ni adelantos. Es por eso que la utopía de la industria hermanada y sustentable es una sin razón. El buen salvaje no estaba tan errado después de todo; aquel que quiera aferrarse a la civilización de mejoras tiene que asumir la guerra, pero no ya como un subproducto de un mundo revuelto; por el contrario, es el crecimiento de la guerra como fuerza motriz la que genera tecnología aprovechable en tiempos de paz.

Tenía maneras más lindas de expresarlo pero las olvidé.


Cese de la Inteligencia

Qué me dices del invento del fuego
del acceso a la transcavidad de los epiplones
el solenoide y su poder magnético
la ecuación de disociación enzimática.

La rotación de los cultivos,
las pantallas basadas en capacitancia.
El punto gancho corrido.
La física de Einstein – Bose,
el psicoanálisis del mito,
y los textos de Campbell sobre eso.

Los bikinis de Maitencillo.

Nuestra labor,
nuestro trabajo,
es tiempo de detenerlo,
es tiempo de estar completo.

Ya el saldo está hecho.

Matamos a los dioses;
hemos pagado muy bien,
así pues vete ya,
Vete ya,
Prometeo.

15 de agosto de 2012

Ventajas Comparativas

Anoche fui a una fiesta gay. Válgame añadir, mi primera fiesta gay. Susana fue mi chaperona, mi Virgilio; David fue Luzbel mientras yo era Fausto. Entonces, lo esencial:

a) Lo pasé incríble.

b) No, no me agarré/tiré a nadie. 

c) No, no por falta de oportunidad.

De todos modos, este blog aún no cae tan bajo como para sólo remitirme a bitacorear mis eventos, así que les traigo un tema. Tema que arrastro desde hace un tiempo, y que esta fiesta nutrió poderosamente como evento experimental.

¿En qué está el éxito de la homosexualidad?

La homosexualidad no es nueva, todos en algún momento de la media nos dimos cuenta cónchales, los griegos vuelta y vuelta; los sodomitas han legado hasta hoy el nombre, y cada cierto tiempo un gran hombre nos recuerda que siempre han estado allí, como Wilde o Turing.

Las investigaciones realizadas en bonobos sobre homosexualidad en primates superiores hace ya rato que dejaron de ser anecdóticas para convertirse en un corpus consistente de evidencia. Por lo mismo, no soy en modo alguno novedoso cuando observo que la homosexualidad pareciese conformar un fenómeno habitual entre los sexuados, añadiendo valor a la línea que tantos han intentado borrar entre reproducción y sexo.

Sin embargo, es evidente que la tendencia homosexual no es precisamente eficiente a la hora de perpetuarse evolutivamente; de hecho, si fuera una tendencia exclusiva, desaparecería por completo. A menos, por supuesto, que sea un caracter que viene de suyo con otros elementos que sí son adaptativos. De ello y la observación de la transversalidad de la homosexualidad en animales, se puede desprender una primera hipótesis: La sexualidad es la expresión variable de una capacidad adaptativa, la reproducción sexuada, y estos son dos elementos separados.

Esto es importante pues así como lo importante es tener pelo para proteger la cabeza (y da lo mismo que el pelo sea rubio o negro o colorín), en la sexualidad la capacidad sexual es lo que se perpetúa, no el estilo de su uso. Leído en forma inversa, la homosexualidad es una de las consecuencias posibles de la sexualidad, una de muchas manifestaciones de un abanico. 

Sin embargo, es evidente el boom que ha tenido la homosexualidad en los últimos años. Una mente tranquila podría quedarse con que siempre estuvieron allí, nada más que ahora los vemos. Yo prefiero ser más aventurado; me parece que el fenómeno merece más interpretación. Y dada mi formación, no puedo no enfrentarlo así:

¿Qué tiene la homosexualidad de adaptativo?

Si la reconozco como una conducta habilitada por la capacidad sexual, y reconozco que ha sufrido una selección positiva en el último período, tiene que ser porque algo aporta al individuo; esta manifestación del abanico se ha convertido en mejor. Y como siempre, la respuesta se desprende de la observación.

Los homosexuales funcionan como comunidad, o por lo menos muchos de ellos, y los más visibles de ellos. Hay un sentido de pertenencia, un sistema de reglas y códigos comunes, e incluso, de protección y apoyo. Sistemáticamente han enrolado algunas posiciones sociolaborales; ser un diseñador gay es un plus frente a uno hetero. 

Sin embargo, creo que el sentido de pertenencia va mucho más allá. La comunidad homosexual está proveyendo un nicho que resulta satisfactor de un cúmulo de necesidades generadas por el sistema mainstream actual. Ahí está su secreto: la serotonina. Se saludan siempre de abrazo y de beso, y de cuando en vez, con una caricia; todos se conocen con todos (y en algunos casos, todos han agarrado con todos), y si no se conocen, bum, se acaban de conocer y problema resuelto. Es una comunidad basada en el afecto físico y la sonrisa. Es, por ello, una respuesta tremendamente funcional a un mundo que condena el tacto y la individualidad. Si todos son medias locas, se pueden reír de ello con soltura. Y es justamente esa la gracia: la soltura, el "sin ataduras", la plasticidad relacional.

Nuevamente la realidad me subraya lo que alguna vez dijo Roberto Musa sabiamente: la homosexualidad no existe. Sólo existe la sexualidad. Y la expresión de ésta debiera ser, por supuesto, adaptativa al individuo para con el medio; me queda más que claro en qué sitio está la comunidad gay.




1 de agosto de 2012

Consumo.

"La contracultura como bien de consumo" escribió el Leo hace poco en su muro del caradelibro. No es infrecuente ver alocuciones airadas de este tipo llamando a la reflexión sobre el hecho - aparentemente - escandaloso de que estamos inmersos en una sociedad de consumo: "Eres lo que tienes", "Consumo, luego existo"; está el ambiente lleno de otras similares.

En primera instancia, parece un horror plenamente compartible. En efecto, la sociedad de consumo lleva a las personas a individuarse por medio del mismo consumo. Como el consumir es dinámico, insustentable y rápidamente obsoleto, su ejercicio conduce a un sistema de identidades que caduca constantemente, llevando a un profundo desarraigo cultural, a una competencia económico-clasista, y a la imposición de más consumo con objeto de mantener la identidad.  Es una no-identidad que está permanentemente puesta en duda, generando angustia y prácticamente obligando a perpetuar el consumo, so pena de "dejar de ser". Desde donde se lo mire, una catástrofe sociológica. En la medida que la novedad barre con la tradición, el sentido de pertenencia se difumina y se vuelve una plataforma móvil, frágil, que no genera sustento emocional: para "ser parte", se debe "tener parte" lo que impone una carga sobre el núcleo humano productivo que es, ya se ha visto, inabordable.

Básteme para ejemplificar lo anterior dar una comparación que me viene rondando hace un tiempo. Cuando ideamos el sentido de pertenencia de los mapuches, lo hacemos en torno a elementos tradicionales, inconsumibles, y sobre todo, permanentes. El lenguaje, la vestimenta, la facies. Elementos que no permutan. Por el contrario ¿Cuáles son los elementos de persistencia, de continuidad, en la cultura huinca? ¿Qué hilvana al chileno promedio de hoy con el chileno promedio de hace, digamos, 100 años? El lenguaje ciertamente no, es cosa de observar la brecha generacional entre individuos separados por escasos lustros; la vestimenta intercambiada con períodos de apenas 10 años pudiera parecer casi un disfraz. Podemos buscar y quizá entre los cerros de escombros hallar algo (¿La debilidad por los mostos de baja calidad?). 

Claramente esa cultura - la cultura central de occidente, si se quiere - es una no cultura, en la medida que no ofrece ninguno de los puntos de apoyo, de catapulta al individuo que un aparato simbólico debiese otorgar. Por el contrario, se configura como un elemento de opresión, que confina al ente, predelimitando sus obligaciones, sus aspiraciones, y su sistema completo de existencia. Atrapando en vez de liberar; atemorizando en vez de segurizar. Relativizando el punto de referencia al trastocarlo en un punto de diana.

¿Cómo es esto posible? La individuación es un proceso curioso. El humano, a través de asimilarse lo más posible a sus pares, busca hacerse único; por medio de la repetición, generar novedad. Si se enfrasca en el proceso de compra para poder hacer la similitud, se estanca en esa fase, teniendo que perpetuar la adquisición como medio de participación en la cultura; pero cada vez que comenzaría el proceso de hacerse único, su pertenencia se hace caduca, porque ya hay un más grande televisor, un más nuevo automóvil. Sólo la minoría logra tener recursos suficientes para mantenerse sobre la cresta de la ola de la renovación de los bienes asequibles, para poder progresar en la adquisición de aquellos bienes "de especiación", que comulgan con su íntimo plan de desarrollo. Todo esto, claro, a expensas de un esfuerzo cuestionable en la medida de lo saludable.

Pese a lo anterior, no puedo sino concordar: Todo es un bien de consumo. La cultura es un bien de consumo, el arte es un bien de consumo, la bondad es un bien de consumo, la paz es un bien de consumo. Soy lo que consumo. La alternativa al mundo de consumo es retornar al aislamiento en aldeas, la renuncia de lo urbano y, aunque duela decirlo, sus placeres y licencias. El consumo es el hijo del comercio, y el comercio es la única forma de conseguir los granitos de mostaza para esa receta que me alegra la tarde, o las cuerdas de guitarra para esa noche de canciones. No es arriesgado decir que la humanidad ya adoptó el camino del comercio; el consumo es indesligable.

Sin embargo, debe entenderse el consumo en un contexto amplio: consumir es asimilar, es incorporar al yo. Replanteado (o más bien, mejor entendido) así, el consumo puede reinterpretar su función de motor de pertenencia. El no consumo, por ejemplo, puede ser un modo de participación; el consumo dirigido, también. Esto requiere de nuevas nociones de comunidad, claro está; no las dictaminadas desde el sector productivo (cuyo interés es producir y vender, no generar identidad; es la sociedad la que malprocesa esto y lo vuelve piedra de sostén a la identidad), sino comunidades pre-hechas que consumen. De este modo, efectivamente yo soy lo que consumo; pero en este consumo lo que se expresa es una libertad dominada de incorporar al yo soy los beneficios que una sociedad de comercio ofrece.

Primeramente, porque una sociedad de comercio diversifica; en el acto de consumir, radica la individuación por igualdad, pero en el qué consumo, la especiación, una especiación más rica, más completa, dinámica, como puede ser dinámica la naturaleza humana, reconocida como piedra de igualdad no el tomar todos la misma opción, sino estar todos en el acto de optar. Luego, porque la sociedad de comercio beneficia a todos en el intercambio (en la medida en que todos tengamos ello en mente, claro, y no optemos por el abuso). El consumir deja de verse como el fin, sino como herramienta.

La exigencia estriba, por supuesto, en que toda herramienta debe usarse para un propósito; es esta finalidad la que hoy se encuentra perdida, permitiendo que el medio se troque en destino, haciendo de una sociedad de comercio, su versión degenerada, una sociedad de consumo. Es este propósito el que hay que replantear; el que hay que inculcar en nuestros hijos. Es este propósito, en definitiva, el acto más profundamente humano, más obligatoriamente revelador de nuestra libertad.  Justamente, el acto final del que estamos declinando participar. Teniéndolo, el acto de consumo se desprende de sus vicios impuestos por su enajenación como fin en sí mismo, y se vuelve naturalmente en el brazo de la autodeterminación y desarrollo.

Porque yo soy lo que consumo; pero primero, Yo Soy.

7 de abril de 2012

El Loop

Necesito un teléfono inteligente, para poder mandar mails, para poder ser más eficiente, para poder atender más pacientes y ganar más plata, para poder comprarme el teléfono inteligente.

Necesito ganar más plata para comprarme el auto que me lleve rápido al trabajo para perder menos tiempo y poder ganar más plata para comprarme el auto.

Necesito comprar cosas que me hagan disfrutar mucho la vida para que valga la pena el exceso de trabajo que tengo para poder ganar más plata para poder comprar las cosas que me hagan disfrutar mucho la vida.

Estos loops son un clásico. Labores parasitarias; necesidades espúreas, ciclos fútiles. Creo que uno de los grandes avances de mi generación es verlos; creo que menos que los que deberíamos vamos a ser capaces de incorporar esa sabiduría al plan de vida, en todo caso.

Y aunque ahora esa idea es una de las cordas que rigen mi filosofía, - curiosamente - no surgió desde la individualidad. Las primeras incursiones intelectuales que me llamaron la atención sobre las recurrencias innecesarias fueron las ciudades.

El grueso de la población de una ciudad trabaja en servicios; servicios que en teoría existen como soporte para el segmento que trabaja en el sector productivo. Podríamos decir que una ciudad, lo único que es necesario es la población que trabaja produciendo algo. La dinámica de la ciudad inicia con un cultivo; el cultivo aumenta, se hace necesario tener un escriba que registre cuánto grano se guarda. Esto genera la casta administrativa, que a la larga genera la realeza. A medida que la administración se complejiza y aparece comercio con ciudades aledañas, aumenta el volumen de individuos dedicados al servicio (mientras que la producción más o menos se estanca). Llegado a un número crítico, empiezan a aparecer servicios para mantener servicios; el mantener la población dedicada a servicios satisfecha. Entretenimiento, Educación, Salud, etcétera. Dada una civilización suficientemente robusta, el crecimiento de la ciudad se trasladará desde el sector productivo original - el grano - al sector de servicios. 

Aquí comienza el ciclo fútil. Es como si pusiera un puntal en una casa, pero luego al hacer crecer la casa, necesito apuntalar el puntal original; si eso pudiera hacerse, todo bien, pero el problema es que apuntalo los puntales con puntales que requieren más puntales; pronto, el espacio físico utilizable de la casa en construcción desaparece en aras de poner más y más puntales, y todo mi esfuerzo de construcción se basa en puntales y mejorar su ingeniería.

Los granulomas de la tuberculosis se comportan en forma similar; el micobacterio es ingerido por un fagocito. Con una bacteria común y corriente, sucede una de dos cosas: o el fagocito logra destruir a la bacteria que tragó, o se autodestruye al no poder hacerlo, invocando más fagocitos y células "de segunda línea" a combatir la infección. El micobacterio impide ambas cosas, sin embargo, genera un ambiente inflamatorio alrededor del fagocito que llama más células (fagocitos, fibroblastos, células T) que rodean al fagocito; estas células también se activan, llamando más células, y más, y más. El resultado macroscópico es la muerte de las células al centro de este grupo, y la formación de una pelotita fibrosa inflamada que se llama granuloma.

Desde aquí en adelante, mediante la adición de servicios, el bienestar aumenta en forma lineal; pero su ineficiencia aumenta exponencialmente. Desde la fuente original de mantención del sistema-ciudad, surge una excrecencia de servicios interdependientes entre ellos, pero desconectados de la fuente. La jerarquía requiere teléfonos; los empresarios de teléfonos requieren salud; los médicos requieren televisores; los productores de televisión requieren que sus hijos vayan a la universidad; los investigadores en la universidad requieren transporte público; el transporte público requiere abogados; y así el sistema crece y crece y crece, sin lógica. La ciudad aumenta sus requerimientos para aumentarse a sí misma. Es un sistema sin homeostasis. 

Cada servicio que aparece para administrar bienestar genera dispersión de éste; Se puede imaginar como si el segmento productivo fuese una fuente. El primer servicio (la administración, la casta real, etcétera) es como una gran cuba en la que se recoge el agua para que no se pierda. Sin embargo, algo se pierde, por lo que se invocan cubas más chiquitas que recogen lo que la fuente chorrea por otros lados: ahora imaginen esto mismo, sólo que para construir cubas se necesita consumir agua.

Los sistemas económicos son un intento de organizar las cubas. En el de Adam Smith, cada cuba va una dentro de otra; el agua debiese chorrear. El sistema falla porque la primera cuba siempre está llena; la del final apenas le llega un goteo. El comunismo equivale a intentar distribuir toda el agua entre las cubas en forma equitativa; falla porque no hay suficiente agua, y además requiere de todos modos un servicio central que tiende a acaparar el agua.

Imagino una novela de ciencia ficción que describe las biósferas como organicidades; organicidades que son capaces de enfermar. El abordaje clásico es que la enfermedad es el humano. con su comportamiento tumoral metastásico (crecer devorando todo lo que lo rodea, derivar recursos de otros sitios del entorno hacia sí, expandirse adaptativamente a otros territorios). En esta novela se exploraría la posibilidad de que el virus sea la ciudad. La inteligencia sería una reacción de la biósfera, algo así como los granulomas de una tuberculosis, un elemento patológico, pero no la enfermedad en sí, si no que sólo algo circunstancial. La ciudad es un virus del planeta. Y se comporta como tal, generando ciclos fútiles, consumo de energía, y expansión constante.

Y no es solamente que seamos monos tarados; es un defecto hard-wired en la bella máquina. Al centro del cerebro está el avance más importante desde la quimiotaxis: el sistema VTA - Accumb. Esto es, el Área Tegmental Ventral y el Núcleo Accumbens. El VTA le asigna deseo a las cosas; el Accumbens recompensa el lograr el deseo con placer. Antes de este sistema tan simple pero tan precioso, un gusano planario que se enfrenta a un pozo de azúcar y un predador potencial está prácticamente obligado; si hay suficiente azúcar, se acercará inexorablemente, aunque el predador esté allí esperándolo en el centro.

Un animal dotado de VTA-Accumb, en cambio, puede priorizar. Hay cosas que dan más placer, así que la próxima vez que el cerebro se enfrenta a ellas, tienen muchas más prioridad. De cajón cae el paso siguiente en el desarrollo del celebro: decidir. Y es que podemos considerar que todos los sistemas "superiores" del prosencéfalo no son sino "periféricos" de esta pieza central. Nuestra capacidad de discriminar, de asignar valor y relevancia, de enfocar sensores y generar atención, de abstraer patrones, todo no es más que un feeder para que el VTA pueda asignar deseo para conseguir placer del Accumbens.

Los periféricos más flashy y con más funciones los tiene la rata humana, claro está. El más interesante es la capacidad de darle al VTA información altamente abstracta; para peor, es una capacidad muy refinable. Tenemos así un VTA capaz de asignar valor a la filantropía, a la bondad, al sacrificio, al esfuerzo, al éxito, a la lealtad: un cerebro capaz de desear todas estas cosas.
Para complejizar las cosas, el lenguaje permite la transmisión de abstracciones entre cerebros;y esa información puede llegar al VTA.

Ciclos fútiles.

Desear algo que no es necesario. El VTA puede hacerlo, merced de la Prefrontal, su más nueva adquisición a nivel evolutivo. Es altamente difícil (más no imposible!) poner un filtro metacognitivo a este proceso, es decir, evaluar activamente qué, por qué, y para qué se desea. El concepto implícito es que la VTA, es decir el DESEO, es educable; con ello, el placer vital también. Se puede ser feliz haciendo que el VTA logre lo que desea (para eso surgió el VTA). Pero también se puede ser feliz haciendo que el VTA desee lo que se puede lograr.

17 de noviembre de 2011

Skins


Este monito estaba como portada de la clase de "Trastornos Puberales". Nada muy especial, ningún objeto docente más que ilustrar una diapositiva-portada.
Pero me llamó la atención. Probablemente poca gente (usted mismo, lector, lectora) lo note, ni siquiera aún, que si lo estamos comentando acá, es por algo, así que ya ha mirado el monito con más atención. Probablemente ve ahí simetría, tres niños y tres niñas en diferentes estadíos puberales.
Eso es porque usted también tiene el sesgo que tiene el ilustrador. Fíjese. Fíjese como todas las mujeres se tocan, se reconocen las pieles unas a otras, se entrelazan. Se entregan soporte. No están simplemente una al lado de la otra, están juntas
Los hombres no. No se tocan. Es tabú. El cariño es privativo del útero. Y uno lo da por sentado.

Bad, bad, bad society.

16 de noviembre de 2011

FELICIDAD, ESTADO, Y EDUCACIÓN

(Es evidente que hay aristas no tocadas en el texto, pero ultramanoseadas en mi mente. Sírvase comentar para que las discutamos)


ABSTRACT El objetivo de la gente es ser feliz. Facilitar ese proceso es la razón de ser del Estado. Actualmente, hay un concepto de felicidad doblemente ligado a la educación; por un lado, aumentando la posibilidad de acceso a bienes y servicios, y por el otro, por considerarse un elemento de felicidad en sí mismo. Basado en estos dos supuestos, se ha propuesto que el Estado garantice educación gratuita de nivel superior a todos sus ciudadanos. Exploramos la posibilidad de que tal conclusión sea errónea basados en tres puntos: La asociación educación - felicidad es falsa; El rol del Estado es de permitir el acceso a la educación superior, no su gratuidad; La educación superior es una plusvalía de la cual el beneficiario debe responsabilizarse. Se enfrenta la crítica principal a este modelo (a saber, el costo inalcanzable de ciertas carreras en función de su remuneración posterior) desde una perspectiva Estatista. Finalmente, se comentan futuras líneas de trabajo en función de hacer sustentable nuestra propuesta (impuestos), y el rol que cabe a la educación privada en ella.

El Estado debe estar en función de que el individuo tenga mejor acceso a la felicidad

             El Estado es un acuerdo entre un grupo de individuos que condicen en un sentido de pertenencia a un territorio, un sistema de símbolos y su aparato de decodificación cultural. El Estado, como convenio, existe porque este grupo de personas considera que la existencia de sus instituciones les permite acceder más a la felicidad.
             La felicidad es un estado de bienestar y autorealización alcanzado mediante la autopropuesta de metas y su (en la mayoría de los casos) ulterior consecución, a través del desarrollo de habilidades, cualidades y relaciones, proceso fractal que genera nuevas metas y nuevos logros, manteniendo el status de felicidad.
[La pirámide de Maslow entrega una apropiada representación esquemática de las jerarquías de necesidades que presuponen la felicidad. Cada nivel es necesario para acceder al siguiente, y una vez que se actualiza (se satisface) un nivel, inmediatamente se desea acceder al superior. El proceso culmina en el nivel superior, que presupone un estado de reactualización constante. La pirámide se actualiza en forma dinámica. La satisfacción de los niveles inferiores es más urgente pero menos gratificante a largo plazo que la satisfacción de los niveles superiores. Un Estado civilizado debe garantizar los dos niveles inferiores mediante el acuerdo económico entre sus individuos, ya sea mediante el impuesto (propuesta capitalista) o la organización centralizada de los recursos (comunista). Ambos modelos han presentado falencias, insuficiencia, en el caso capitalista, y freno al acceso a los niveles superiores, en el caso comunista]

El Acceso a la Autodeterminación

             Es claro que distintos individuos trazarán desiguales planes para su propia felicidad. Sin embargo, la revolución intelectual que significó la Ilustración instaló en los ideales colectivos una piedra inamovible que decía que tales planes sí tienen un vínculo convergente: la educación. Sólo a través de una educación se puede acceder a la felicidad. Tal idea cobró categoría de axioma cuando se convino que la felicidad se logra a través de la autodeterminación, y la autodeterminación se logra a través del conocimiento operativo del yo y de la realidad. La educación aparece así como la llave de la felicidad; no como la felicidad en sí misma, si no como aparato de herramientas imprescindibles para acceder a ella.

             En este marco, se considera entonces que cualquier Estado que quiera garantizar a sus individuos un crecimiento adecuado a través de la pirámide de necesidades (lo cual es, redundantemente, la razón de ser del Estado mismo), debe educar a sus integrantes. Esto no es actualmente discutible. Lo que sí es, es hasta qué nivel se debe educar a un individuo para instrumentalizarlo lo suficiente para permitirle ser autodeterminado.

La adquisición como parámetro de Autodeterminación

             Tras el fracaso (haya sido este inevitable o provocado por la oposición) del modelo comunista de distribución de recursos, se instaló como modelo predominante el de Mercado. En este, la máxima expresión de la Autonomía es la adquisición de bienes o servicios. Con ello, cuajó en el ideario colectivo la asociación felicidad - adquisición.
             La vida se disfrutaría así en torno a los bienes, y la capacidad de adquisición marca los límites de la felicidad.
             La autodeterminación surge desde el evento que, a un número limitado de recursos, el individuo autodetermina en qué bienes invierte para poder administrar su felicidad.

El Significado de lo Profesional

             Se generan castas de adquisición en las cuales los individuos más especializados en áreas de conocimiento o habilidad reciben mayor remuneración. Se asocia lo profesional a mayor adquisición. El ser profesional se vuelve atractivo por tanto en medida que garantiza mayor poder adquisitivo; se genera la asociación profesional - adquisición, fusionándose con la asociación anterior que pasa a ser felicidad - profesional. En este marco, se postularía el rol del Estado como garante de la profesionalidad de sus individuos, en tanto es garante de la felicidad de éstos.

Imposibilidad del Modelo

             Es impracticable un Estado constituido por profesionales. De hecho, es necesario que el número de profesionales sea inferior al de técnicos, y este a su vez inferior al de obreros calificados, por lo que el número de profesionales de un país jamás podría superar, en extremo, al tercio de su población. Por lo tanto, se debe aceptar que a) más del 70% de la población debe ser infeliz, aún en el Estado ideal sustentable, o b) la asociación felicidad - profesionalidad es incorrecta.

Modelo Alternativo

             En un Estado con distribución ideal de especialización, los niveles más elevados de responsabilidad requieren mayor esfuerzo, mayor educación, y por tanto, tienen menor libertad de desarrollo en otras áreas. Este esfuerzo adicional es compensado con una mayor remuneración, lo que redunda en mayor poder de adquisición, compensando la pérdida de libertades y aumento de las cargas. Este modelo sólo es justo en la medida que los individuos puedan ELEGIR el nivel de especialización/remuneración al que desean acceder, y que tal base de elección sea equitativa.
             La posibilidad de elección debería sólo estar sesgada por los elementos no modificables por razones éticas, a saber, carga genética, e impronta cultural.

El Momento de la Elección

             El Estado de distribución ideal planteado requiere que los profesionales, es decir, el personal de mayor especialización, sea el más seleccionado intelectualmente. Por ello, requiere de un sistema no sesgado por otras cualidades, que permita por tanto que sólo aquellos con una carga genética más adecuada, y más disposición académica - actitudinal al área de interés accedan a especializarse en esa área.

Necesidad de Educación Básico - Media Universal, Gratuita, de Alta Calidad

             Según lo expuesto, el paso a seguir es proporcionar un sistema de educación masivo PREVIO a la elección de nivel de especialización. Ello permitiría una real autodeterminación, basada en las preferencias del individuo. Esto se logra con un sistema de educación básica y media basada en herramientas de conocimiento del universo, y no como sistema de preparación a la educación superior. La docencia se convierte en el pináculo de máxima especialización y remuneración. Todo ello requiere fuertes inversiones monetarias y la pérdida de al menos una generación, que costea los impuestos de la inversión pero no recibe los beneficios.

Nuevo Statu Quo

             La educación básico - media es suficiente como medio instrumental básico de exploración del universo, por lo tanto permite al individuo autoconocimiento y con ello autodeterminación. Es pagada por el Estado. No garantiza la entrada al nivel superior. Selecciona por aptitud. Terminada ella, el individuo puede ejercer como obrero, especializarse como obrero, especializarse como técnico, o especializarse como profesional. Desde el Estado, se mantiene la premisa de garantizar el acceso del individuo a la autodeterminación y con ello a la felicidad, pero desde un nueva ponderación de lo que ello significa, manteniendo la sustentabilidad.

Costos de Especialización en el Modelo

             La generación de un especialista es un proceso oneroso. Primeramente, porque requiere en sí misma el empleo de especialistas. Secundariamente, porque es un proceso lento y que resulta productivo sólo en largo plazo. Finalmente, porque requiere un aparataje de producción conformado por muchos especilistas para lograr que el producto final (el especialista) sea realmente productivo.
             Frente a la pregunta de las responsabilidades de costeo de este proceso, se puede abogar por una política privada (el especialista costea su especialización), pública (el Estado costea) o mixta.
             Consideramos que la especialización es una plusvalía para el individuo, conformándose en un bien como tal. Consideramos que el rol garante del Estado queda cubierto en la entrega de Educación Básico - Media. Por ello planteamos que el especialista debiese hacerse cargo de los costos de su educación. Para permitirlo, debe existir un sistema de créditos administrado por el Estado que permita el pago retroactivo de dicha educación.

El especialista de bajo ingreso

             La existencia de especialistas de bajo ingreso se debe a un exceso de especialistas. El exceso de especialistas se debe a una sobreoferta de especialización. La sobreoferta se debe a una noción errónea ya comentada de profesionalidad como equivalente de felicidad. Así, individuos no capacitados para la especialización profesional acceden a sistemas de educación subóptimos, y se convierten en especialistas de calidad inferior, alcanzando sueldos insuficientes para costear su propia especialización.
Hay dos caminos para evitar este fenómeno, que son complementarios y deben aplicarse en forma secuencial. Primeramente, regular el número de especialistas generables. Se asigna un monto tope a cada tipo de especialización anual. Esto evita el acceso de individuos insuficientes al
sistema de especialización. Esta solución es centralista y atenta temporalmente contra el principio fundacional del Estado. La temporalidad depende del progreso idiosincrático de la población, que deja de identificar profesionalidad - felicidad, y en que los individuos incapaces deciden voluntariamente no acceder a los sistemas de especialización, generándose un Statu Quo autosustentable.
             No existe especialidad, en ningún área, dado un número sustentable de especialistas en esa área, que sea de bajo ingreso (esto se explica satisfactoriamente con ley de oferta - demanda y con el sentido común de que "a los buenos siempre les va bien".)

Financiamiento del Sistema

             Chile debiese en los años venideros variar su actividad económica desde un polo fundamentalmente explotador de materias primas hacia un polo de procesamiento de estas. Ello requiere un progresivo incremento del gravaje a las primeras con el objeto de financiar las segundas, hasta alcanzar un nuevo Statu Quo. Dicho fenómeno aún no ocurre, y la única explicación es que ningún grupo está dispuesto a asumir el costo político que ello significaría, pues implica una desaceleración transitoria de la economía por contracción temporal de la inversión.

Lucro, y Universidad Privada

             El nefasto sistema actual es mantenido por la voluntad de los individuos de recibir especializaciones pobres a precios exorbitantes con el solo propósito de ser profesionales. Estos individuos desean ser profesionales para lucrar. Así, se ha mantenido un sistema de lucro paradojalmente sostenido en el deseo de lucro de individuos que no logran lucrar con el proceso. El lucro nunca es de suyo malo en la medida que no interfiera con los intereses del Estado (producir especilistas de alta calidad en número adecuado) ni del individuo (poder autodeterminarse). Actualmente, sólo se cumple con el segundo ítem, puesto que se produce un exceso de especialistas, de bajísima calidad. Es rol del Estado terminar con este proceso, por las dos vías ya mencionadas (limitar el egreso, limitar el ingreso - no olvidemos que los individuos conforman al Estado, y por lo tanto, son responsables también).
             El negocio lucrativo actual sería insustentable de existir una población no dispuesta a malespecializarse. En la coyuntura actual, postulamos que el Estado NO DEBE INVERTIR en Universidades que no le pertenezcan, con objeto de concentrar todos los recursos en su maquinaria de producción de especialistas. Los privados pueden ofrecer sus servicios al Estado en la generación de especialistas, pero el Estado debe siempre regular el número de éstos, hasta que se alcance el nuevo Statu Quo.

Síntesis

             La Estrategia a largo plazo más adecuada es la inversión fuerte de recursos en educación básica y media universal, gratuita, de alta calidad. No se debe regular artificialmente el costo de la especialización. Debe existir un sistema poderoso crediticio que permita la especialización. No se debe permitir la formación de un número excesivo de profesionales.

23 de septiembre de 2011

Educación (Prolegómeno)

En este país ahora toda la gente está lloriqueando a Camiroaga, que se cayó al mar (nadie lloriquea a los Afganos, a los Kosovitas, a los que ud. quiera), y han invertido camionadas de plata en mantener el circo andando (porque el gobierno es incompetente pero no tonto); hasta tienen un ministro designado (ya se lo quisieran otros problemas, un Allamand para ellos solitos, problemas de verdad).
En esos marcos, en que la gente muestra lo -de verdad- inculta y básica que es (gente defendiendo que la Armada gaste y gaste y gaste para mantener el circo, gente consumiendo el circo, gente llorando a mares, gente viajando cual peregrinaje de Compostela a Chicureo a la casa del animador), salta como resorte - para los más despiertos - el tema de educación que hay debajo.
El acceso obvio es del tipo
Viste, está claro que este país necesita mejor educación, ¡Toda la gente preocupada de tonteras! Es porque son incultos; no es su culpa, hay que mostrarles una cosa mejor. Educarlos. Abrir ojos.

Pero me cabe - lamentablemente - la duda. Sospecho que si tuviésemos un país de profesionales, el asunto no sería radicalmente distinto. Es una cuestión de opciones personales. Tengo compañeros de U - la crème de la crème, se supone - que igual llenan sus iPods con reggaetón; mis hermanas, sin ir más lejos, que crecieron en la misma casa llena de libros y sin tele que yo, tararean la música de moda y leen bestsellers.

Y nada de eso está mal.

Una manera de invertir la pregunta sería
¿Para qué vamos a dar educación a esta gente? ¡Míralos! Ellos quieren otras cosas.
Y bien mirado, es una pregunta interesante. Quizá se es feliz peregrinando donde Camiroaga. Who knows?

5 de septiembre de 2011

La Sospecha: 9 de 9

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BIBLIOGRAFÍA

Dado que una bibliografía erudita atentaría contra el corpus mismo de este texto, remito al lector una bibliografía vera:
-Reculé&flores varias, circa 1991-93: Conversaciones con flores en el jardín de mis abuelos. Con sol, y unos overoles de colores que usaba en ese tiempo, y me hacían ver muy mono.

-Reculé&Reculé&Reculé&Reculé&Rivera, desde que tengo memoria: Discusiones familiares, todo con un ámbito juerguístico que no oculta que nos creemos el cuento

- Una entrevista a un travesti, que leí hace poco, donde ocupaban mucho y bien la palabra “desde”, de donde salió toda esta reflexión al respecto.

- Las musas.

- En general, mi biblioteca.

- Un poco, mis paseos por Santiago.

- El MNBA


1 de septiembre de 2011

La Sospecha: 8 de 9

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ACÁPITE: LA VERDAD
                Dicho lo más importante, y dejado al lector un justo espacio de juicio y propuesta de cómo interpelar la herramienta-yo en función del arte, resta un punto de importancia digamos mediana que no se ha abordado y que significaría una escisión en el texto principal. La verdad.
                En efecto, toda la disquisición anterior se basa en la búsqueda esforzada de la verdad por parte de la humanidad; para ella, dada la SOSPECHA, se hace necesario el “desde”. Si esta verdad – sea real o construida – no estuviere presupuestada, tal necesidad no existiría y se abrirían las puertas de una vivencia personalizada del arte que no precisa de un contraste con el otro (lo que no implica un no-compartir, de todos modos).
                ¿Por qué se ansía tanto la existencia de una verdad externalizada, residente “fuera” y accesible desde varios puntos?. Por un miedo social, esto es, aprendido y heredado: el miedo al déspota. La noción de verdad está ligada en la conducta. Si se esparciese una concepción de verdad internalizada y personal, no existiría el refreno de la verdad sobre el comportamiento, si no que por el contrario, esta verdad personal actuaría como potenciador de las conductas. Nada detendría en este caso a aquellos individuos más inclinados a la imposición de forzar su verdad o sistema de creencias. El retorno a la ley de la selva[1]. La verdad externa es así un modulador poderoso de la conducta que evita que el gritón actúe como tal[2] (La verdad es el escudo del débil, si se quiere[3]), imponiendo una autoridad que radica en la fuerza pero que se ramifica (y hace circular) en la verdad. Este es el germen de todo absolutismo personalista (Lo que no quita que haya cumplido un rol positivo aglutinador en su momento correcto en el pasado social, a saber, las sociedades tribales místicas más básicas; pero es, a todas luces, un modelo obsoleto y hoy ineficiente).



[1] Justamente así operan los trastornos antisociales de la personalidad.
[2] Lo que no evita, claro está, que un grupo particular de gritones que creen haber encontrado esa verdad externa se comporte como tal. Las tiranías suelen ser una verdad personalizada que ha sido validada por un grupo pequeño y que no necesita el contraste con “otras verdades”. Es, si se quiere, una verdad no suficientemente alejada.




28 de agosto de 2011

La Sospecha: 7 de 9

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                 ¿Por qué? Si todo pareciera recordarnos todo el tiempo lo masivos que somos, nuestra naturalísima facilidad para repetirnos. Pero está la SOSPECHA. La duda que es al mismo tiempo el mayor terror, la soledad más grande, y el secreto orgullo, el motor más potente. LA SOSPECHA DE SER EL DIFERENTE. Todos soñamos con estar un poco fuera del carril; todos sentimos que allá atrás algo en nuestra historia hizo crack y permitió una anomalía, una mutación que confirió la cuasidivina (y cuasidemónica) cualidad de la diferencia.
                Es esta sospecha la que obliga al desde. La que mantiene alejado ese proceso hermoso de aceptar al “yo” como el genuino intérprete del arte, y darle el lugar que corresponde como integrador total, final, universal, y por sobre todo, INEQUÍVOCO.
                La verdad yace dentro, y la invitación está hecha para asumir nuestro rol como “verdaderos y completos humanos” frente al arte. Parafraseando,
                “the bow is bent and drawn; make you the shaft”[1]
[1] the bow is bent and drawn; make from the shaft”. Shakespeare, King Lear.

24 de agosto de 2011

La Sospecha: 6 de 9

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                 Es justamente este binomio multiplicidad - verdad el que ha devenido en piedra angular y simplísimo descriptor de nuestro occidental sistema de creencias. A toda escala: religión, política, arte; si mi idea es compartida, es que es. No es extraño, siendo el bicho humano un bicho de colmena. La unicidad mantiene al hormiguero unido. Y nadie quiere no-participar, claro, porque nadie quiere quedar fuera de la verdad, nadie quiere sentir que no dice lo correcto (Y, como mecanismo evolutivo, es autoselectivo: el que no busca la confirmación por multiplía es simplemente borrado en la marea del tiempo, y su idea se desvanece, dando la impresión a los venideros de que todas las ideas son iterativas).
                Pero pareciera que algo subyace a este terror al sesgo. ¿Por qué nos parece esperable – incluso obvio- que un análisis surgido “de yo” y no “desde” corra un riesgo de sesgo inminente? ¿En qué la desconfianza a lo personalísimo?
                Pareciera que es un miedo primordial a no ser correctamente humano. En efecto, si “yo” represento fehacientemente al humano universal, no cabe espacio a la duda; mi experiencia personalizada sería un espejo digno de la “verdadera”[1] vivencia artística. Pero parece que no es permitida tal certeza. La duda del yo-correcto invalida (a mí y al otro) y obliga a la distancia-que-homologa.



[1] Discutir si existe una “verdadera” experiencia de arte escapa al alcance de este texto


dandikadam:

wilde

20 de agosto de 2011

La Sospecha: 5 de 9

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                Por último, hay una arista paradojal del asunto. Porque en verdad la vivencia es interna; todos los elementos de juicio, el “molde” se aplica en forma póstuma, tras haber sentido la parte visceral, el yo-sentido, el yo que se ve movido por el arte. Y a eso después le colgamos etiquetas para poder disecar, para justificar y validar. Si se quiere se puede ver como que al final los preceptos se hacen propios, y se deforman, asimilados por la experiencia personal.
                  El gran cinismo del arte. ¿Por qué? Por el miedo al sesgo. Miedo al error sistemático, miedo, en el fondo, a que el acervo de contenido personal tiña la experiencia artística a tal punto que no sólo deje de ser aprehensible para el otro, sino lisa y llanamente intransmisible. Miedo a la irreproducibilidad de la experiencia, pues al fin y al cabo, en el mundo de la imprenta y la ciencia-de-curva-de-Gauss, la verdad está definida por la repetición; la confirmación de existencia, el certificado de nacimiento de las cosas sólo se imprime cuando está su doble (o más) para corroborar.