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24 de abril de 2013

Deseo de Dios


Abra la ventana para que le de un poquito de frío. Póngale play. Cierre los ojos, e imagine que está sentado bajo las bóvedad y arcos de la nave de una iglesia grandísima, resonante, sublime.

Sienta ahora el deseo de Dios. Siéntase enanísimo, pequeño, una mota de polvo montando la luz bajo el opresivo canto de la magnificencia de nuestro Kyrie, Señor. Sienta la omnipotencia que se despliega, la grandísima voz del silencio que es la que en verdad le hace el contrapunto al órgano.

Sienta lo que debe haber sentido Johann Sebastian mientras componía: la infinitud del Rey En Lo Altísimo, lo Divino de Su Presencia.

¿Cómo no me van a hacer falta estos sueños a veces?

11 de agosto de 2012

Gimme Shelter

Observaré el rechinido de las criaturas y su maquinaria
el ruido de los seres en su actividad
sintiendo suavemente el movimiento traslacional
las procesiones del planeta
desde mi silencio.

Tocaré las esquirlas del bosque esparcidas por la capital
los recovecos y circunvoluciones en la corteza de los troncos
el verde y fresco susurrar de las hojas
la promesa temblando aterrada en la semilla.

Desde el foco afijado
la coordenada única de mi situación,
amarrado a la fría aposición de mis calcáreas
ligado a la rigidez de mis protecciones
seré un obscuro explorador secreto
nocturno
& sin nombre.

Porque me has devuelto a las memorias olvidadas
enterrándome con lo que estaba oculto
dejando en mis manos
viejas muescas
aparatos para hendir el viento
que yo ya no sé
cómo manejar.

Y me he arrodillado
obliterado y vuelto a expandir
extendido como un verso
sobre la irregular superficie del tiempo que abandonara
dispuesto a arder
bajo el fuego de antiguos incendios extinguidos
purificando, tal vez, la sombra de alguna corrupción escarnecida.


***


Ya no estoy para el carrusel de las relaciones. No, ya no estoy para tener que enfrentarme, ponerme frente a frente, con alguien que me emociona y me ilusiona y me sorprende, y decirle namaste, mi alma reconoce a la tuya y somos luz. Me haré ermitaño. 

Sospecho que si la mano mágica del gran hermano me tomase y recolocase dentro de una relación de un año, enraizada, con proyecto, me podría desempeñar con más que aceptable solvencia; pero ya no para esto. Me oxidé. Simplemente no recuerdo cómo era que se hacía.

Ya no estoy para reconectarme con todas esas cosas que tenía enterradas, para todas las piedras hilvanadas en la mochila, ya no estaba para hacerme cargo de cosas que pensé habían desaparecido en el mar de los sargazos que para ese efecto tiene el alma.

Ya no estoy para estas cosas, no.

Pero quiero. Sobre todo cuando se me habla en presente perfecto.


***


10 de junio de 2011

Objetos de Deseo

Ridley Scott es más bien inestable como director.
Se preocupa de cosas disímiles. Pero eso prueba que el tipo tiene un interés genuino en su cine. Fue explorando, armando su propia onda. Lo que no le puedo negar es la construcción de ambientes sombríos; tanto en Alien como en Blade Runner, si de algo uno no se puede quejar es del scenery and landscaping. Lo logra claro, con el inexplicable precio de armar unos arcos argumentales un poco laxos; poco cohesivos. Se preocupa (y logra) tanto el armar su cuento gráfico, que la novela, la narración en sí, queda en un segundo plano, un muy segundo plano (hay que reconocerle eso sí que en la década siguiente logra arcos narrativos muchísimo mejores y sin perder el cuidado escenográfico, exampli gratia, Gladiator; y que también es cierto que demasiado seguido, le recortan las películas al hombre).
Pero tiene algunos aciertos. Desde luego, poner a Harrison Ford en el sensitivo papel de Deckard (léase el libro, Deckard es TANTO más complejo que Han Solo!) no es una de ellas. Pero Daryl Hanah y, por supuesto, la maravillosa Sean Young, se tiran la película encima un par de veces (está claro que Rutger Hauer es tremendo todo el rato). Y debo reconocer que el tratamiento que de ellas hace Scott es depuradísimo. Sutil, sin caer nunca en lo obvio, son objetos de deseo inciertos; a uno incluso le cuesta decidir que lo sean, pero es inevitable. Las sonrisas tenues de Rachael y las desmedidas de Pris, el maquillaje severísimo de Sean y la estética neopunk de Daryl; es perfecto.

Y como todo lo hermoso, se perderá en el tiempo, como lo hacen las lágrimas en la lluvia.


SPOILER VIDEO SPOILER