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22 de marzo de 2013

Canción de Ciudad

El martes 12 de marzo, el Teatro Municipal de Santiago exhibió una rendición del Cármina Burana de Carl Orff.

Orff, en medio del impresionismo en el que campeaba Stravinsky (y en medio de una Alemania exaltada por un nacionalsocialismo que prometía retornar a las Valkirias, la gloria de Prusia y el Reich), propone esta obra maravillosa, absolutamente carente de las pretensiones armónicas del Clasicismo, cargada de una reciedumbre que nunca conoció el Romanticismo (aunque los nacionalistas rusos le pavimentaron el camino) y con una naturalidad que jamás, jamás, jamás conocerá la música atonal.

¿Por qué me gusta tanto la Cármina

Fue uno de los primeros CD's que consideré míos en mi casa. Yo lo escuchaba como enajenado mientras el resto se cansaba de esa música estruendosa. Fue el comienzo de mi relación íntima con la orquesta, con la música "seria". Y es que lo de Orff es una exageración. La línea rítmica es obscena. Hay de todo, es un orgasmo percusivo constante y dinámico, y los bronces, poderosísimos, con fanfarrias largas, emotivas, melódicas. Se peina con todo lo que hayan hecho antes, simplemente usa a los instrumentos para sostener su línea rítmica, y no al revés como los 400 años que lo preceden.

Además, esa métrica. Cuando ud, querido lector, escucha música, notará que su cuerpo solito se pone a contar: "1, 2, 3, 4, 1...". Eso es porque la música está en cuatro cuartos. Es decir el compás, la unidad de trabajo, la "sílaba" musical, está dividida en cuatro unidades rítmicas, cada una, un cuarto de la nota mayor, que se llama "redonda". Al comienzo de la partitura de la Cármina, Orff deja una nota: pessante. Esto es una indicación al intérprete, de lo que viene a continuación es cargado, pesado, trabajoso, que debe sentirse una música densa, arrastrada, forzada. Pero con eso no es suficiente. Donde la mayoría de la música se deja escribir en esos naturales cuatro cuartos, Orff demanda tres enteros, es decir una música larga, larguísima, unas "sílabas" que se estiran configurando unas frases musicales que son realmente pesadas, discursivas, tremendas, como el texto que las soporta (¿o que soportan?), Oh fortuna, voluble como la luna.

Me encanta Cármina Burana.

Figuraba yo, por supuesto, con la entrada comprada, muy ganoso de ir esa tarde. Fui. Fui una hora tarde, por la simple razón de estar convencido que era a las 20:00, siendo que era a las 19:00. Fue un enojoso comienzo de semana, de una semana algo rara, porque comenzaba mi rotación de psiquiatría y me encanta psiquiatría pero la sensación de boy, time to shine lo empaña todo un poco y es difícil de sacudir.

A propósito de psiquiatría, hay un sujeto en Santiago, un tipo flaco, que fuma todo el tiempo, que anda desaliñado pero de chaqueta. Circula por allí, hoy me lo topé; por supuesto que no me reconoció, porque quizá cuántas caras, cuántas personas sin nombre ve al día, y a todos les hace las mismas preguntas, les cuenta las mismas historias. Pero yo sí, aunque no tiene para mí un nombre o una historia, yo sí lo reconocí, porque hace 12 años, caminando en la noche por Eliodoro Yáñez con mi padre, lo vi por primera vez.

Si cruzas los ojos con él, te saludará con mucho afecto, y te dirá tanto tiempo hombre, tanto tiempo sin verte, pero cómo te ha ido, sigues trabajando por acá, en ****** (en ese momento a mi padre le preguntó por la Cámara Chilena de la Construcción, en donde no ha trabajado nunca), cómo te ha ido, pero mira qué coincidencia, encontrarnos así, me pillaste en un pésimo momento fíjate que ****** (hace 12 años, era una enfermedad que lo había obligado a viajar a Santiago; hoy fue una enfermedad que lo tenía durmiendo en la calle) y se me acabó el dinero y necesito urgente volver a Antofagasta, ¿me puedes ayudar con un poco, hombre? tú sabes cómo ubicarme, yo te lo devuelvo apenas llegue allá.

Recuerdo que ese día tenía 20 mil pesos en el bolsillo. Estaba trabajando de junior en la empresa de mi padre - mi primer sueldo, qué curioso pensarlo así - y me acababan de pagar. Recuerdo mi angustia frente a esta historia desoladora que contaba este viejo amigo de mi padre. Le pasó algunas monedas, y mientras se alejaba, dije pero papá, es tu amigo, podemos pasarle la plata que yo tengo. No hijo. No he trabajado nunca en la Cámara Chilena de la Construcción; nunca he visto a ese tipo en mi vida. Fíjate bien, cómo nunca me llamó por mi nombre; fíjate cómo nunca dijo el suyo. Él va por ahí, contando esa historia, tratando de conseguir un poco de plata para poder comer. Debe estar loco.

Habla perfecto, es un caballero, es amable, te mira a los ojos, te sientes un poco mal por no reconocerlo, parece que eran tan amigos. Algo cambió en mi visión del mundo aquella noche, una cierta manera de entender cómo estaba ordenado el universo, quiénes eran y quiénes podían ser quiénes; entendí que una persona carismática lo era en todo momento, que una persona inteligente lo era para siempre, pero en cierta medida eso no significa nada.

Cármina Burana significa "Canciones de Beuern". Son la reunión de poemas profanos realizados por goliardos en el siglo XIII. Pero es una etimología en extremo insatisfactoria, estando tan cerca, tan lógico, el Cármina Burana que sería "Canciones del Burg", porque cuando los lees puedes palpar la ciudad naciente, la lógica nueva del estudiante que se abre paso en esta nueva lógica de callejas y ritmos y lugares sombríos, y fantasmas grises de piedra y madera. 

Canciones de Ciudad. Porque ésta baila a un ritmo extraño, sórdido y solemne al mismo tiempo, suave, delicado, y conmovedor.

1 de noviembre de 2012

Poema Celebración

Ya logré imaginar una casa de la revista VIVIENDA Y DECORACIÓN
sin ti. Supongo que esto es el fin de nuestro amor. Para celebrar esta ocasión
sería menester contratar un corro de bailarinas, luces de neón,
camiones de alcohol y viandas. Organizar una lectura
por muy poética que se proponga, suena escaso y más bien falto de aventura,
del clima saturnálico que – me impresiona – debiere imponer la situación.
Mas no está en mis posibilidades coludir el artificio que propongo
y no sé qué será mejor: si con lujo de detalles explayo y expongo
los colores, las centellas, toda la explosión que hubiera sido ésa, mi fiesta,
o busco alguna sátira para suplir irónica el alma de esa historia.
Si al fin y al cabo hubiese sido si no una ufana bacanal masturbatoria
del ego libre, pues bien podría largar una relación de mi verga enhiesta,
si al final es lo mismo, todo es lo mismo, todo está igual de vacío y solo
que esa casa que imaginé sin ti. Por delante, toda una vida de dolo
en contra de mí mismo, de estafarme el corazón a punta de algunas cosas
recogidas por ahí, una que otra mujer u hombre hermosos y disponibles
hasta que de tumbo en tumbo (de fiesta en fiesta quizá), una vejez de horribles
achaques y años. Una muerte menos bella que pincharme con una rosa
y abrazar después la soledad de la que nadie escapa. Poema Celebración.
Hoy con rabia, con pena, con la sangre en la mano, te saqué de mi corazón.
           Escribí ese poema en febrero del 2011. Y fuera de lo interesante que es la jaula métrica en que encierra sus versos aparentemente libres, lo otro que me llama la atención (desagradablemente) es su vigencia. Estoy escribiendo este post desde el nowhere, notime; claro, arriba va a decir 2 de noviembre, 2012, porque lo estoy programando para ese momento, pero lo hago con antelación (¿o postelación?) suficiente para olvidar yo mismo todo esto.

           So it's been two years. ¿Cómo lo ilustro? Es cual si me hubiesen puesto un balazo en el centro del pecho, y en cámara lenta, la onda expansiva me hubiese golpeado todo el cuerpo, modificándolo, alterándolo, mejorándolo. Casi haciéndolo de nuevo. Todo ha cambiado. El balazo me encegueció, luego me dio ojos nuevos, pero sobre todo, cambió el paisaje, la forma de usar los ojos. Y, salvo la bala, todo es diferente. Ahí está, rutilante, tibia aún, casi humeante. Miro y miro atrás, y sería brutalmente injusto decir que me quedé pegado. Soy sustancialmente otro ser. Pupé, tengo élitros de otros colores y antenas que captan ondas distintas. Soy órdenes de magnitud más equilibrado. Pero ahí está la bala, ahí estoy yo. I'm not over it.
i
He estado escribiéndote poemas en secreto desde hace años
oculto de todos
hasta de mí mismo
y no parece que esto vaya a cambiar
yo seguiré usándote como el metro de París
para medir cuanta jovencita se cruce en mi camino
y la medida final seguirá
arrojando siempre el mismo resultado
                                                                   - insuficiente -

Quizá Baudelaire siempre tuvo una desolación con el mismo nombre en la mente
Quizá Auden vivió en secreto siempre enamorado del mismo adolescente de su juventud
Quién sabe
Quizá tú seas mi columna vertebral
el hilo que articule mis palabras
la sustancia tras mi voz
quizá seas, fueras, necesaria
y yo ya no te veo y es este silencio
mi canto
para siempre.

ii
He estado escribiéndote en secreto
oculto hasta de mí mismo
haciéndote mi piedra fundacional
aprendiendo a estar solo
porque ya te he olvidado,
es cierto,
mas no es tal que haya desenamorado por olvido;

Porque el tiempo pasa,
y yo soy;
lo por ti obrado,
lo que elegí ser para siempre,
imperecedero,
permanece.
[...]

          Ha pasado todo este tiempo, y yo he aprendido suficiente como para sentir que sí, que aún estoy aquí. Intentar hacer un catálogo de lo que perdí y lo que he encontrado, intentar subirlo a la balanza, sería tan extenuante como estéril. Baste decir que ha sucedido. Alrededor de la bala he construido todo un nuevo yo, más acorde con aquello que yo mismo era, aquello con que yo soñaba en secreto que era. Pero no he podido removerla (y lo he intentado), es un espacio que ha quedado detenido. Miro y miro el perdigón oculto en mi pecho y pienso que encontrar algo así nuevamente escapa a los alcances mortales. Quizá sea el desafío de mi vida. 

           En algún poema mencioné una vez (sorprende como lentamente he ido validando la poesía como un medio de decir la verdad) que la esperanza debía tener una palabra hermana, una palabra secreta: "y deponer la esperanza/ convertida en su verbo alterno y secreto/ que no es espera,/ que es acción". La esperanza y desesperanza tienen ese privilegio extraño de ser los sentimientos más tiernamente ligados a la aceptación, y la aceptación, a la felicidad.
           
              En cierto modo, he logrado escarbar ese verbo alterno a la desesperanza y hallar una felicidad genuina, fértil, vigorosa y que convive con naturalidad con esa sensación de pérdida, que no es tanto pérdida de lo que había si no de lo que iba a haber, y que lisa y llanamente no es reemplazable (esto lo he ido descubriendo de a poco). Porque huelga decir que sólo se puede amar a un amor a un tiempo, y en el trono de mi cardias el macizo de mármol está ocupado.

                Pese a cualquier cosa, James Joyce:



La canción no tiene nada que ver.
Salvo quizá que tiene dos de las oraciones más poderosas y hermosas que he escuchado en una canción: 
 "10 thousand days in the fire is long enough" 
 "Fetch me The Spirit, the Son and the Father 
Tell them their Pillar of Faith Has Ascended" 
 (Y además son endecasílabos, holy cow!)

14 de mayo de 2011

Quiero...

... usar el Reverse Delay de mi pedalera como un arma de destrucción masiva y tocar PinkFloydishmente hasta que mis neuronas entren en un ciclo reverberante.

Porque sé que cada vez que lo hago y me resulta me siento bien.

El problema es que ahora eso no me dura mucho. Como que estoy generando tolerancia a las drogas (dorgas! - nevermind me, it's an inner joke) que yo mismo me secretaba antes para estar bien, y necesito más y más and I need a fix cause i'm going down. Soy como un avión que se cae, pero como era medio supraestratosférico todo el mundo piensa que todavía voy arriba y nain, se me voló un motor.


Alguien me dijo (porque sí, no se dan el lujo de comentar, hay un complot en contra de que me haga internet-famous) que escribiera más en el blog, y me acordé de mi blog antiguo, que era, a mi juicio, un buen blog. Tenía ensayos que daba gusto leer.