Pablo fue a Italia y me trajo un destapador. Yo soy el típico sujeto que no tiene destapador de llavero y por lo mismo, siempre anda necesitando que lo ayuden a abrir su cerveza en casa ajena, lo cual es un episodio poco elegante pero no lo suficientemente desagradable como para movilizarlo a conseguir el mentado adminículo. ¿Para qué quiere uno un llavero? Digo, si uno tiene un llavero, es porque ese llavero tiene más de una llave. Así, cada llave puede actuar como el "objeto-llavero" de la otra.
Ésa siempre ha sido mi aproximación al tema de los llaveros, pero en general, no siendo un tópico de alto trajín ni polémica, no suelo poder conversar de ello, y ese es justamente el propósito de este blog.
De todos modos, el llavero es lindo, y destapa botellas de cerveza. Lo inauguré con una Austral Calafate, que debe ser la mejor cerveza posible (admito una discusión respecto de las Gulden Draak.), pero sigo sosteniendo firme mi oponión sobre los llaveros y tal, el destapador figura en un lugar privilegiado de mi cocina, que es donde se destapan las cervezas en mi casa.