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3 de septiembre de 2012

Apologética Parriana




Anónimo Tábatha dijo...



Nicanor está sobrevalorado.


Y lo dijo acá.

Es sorprendente lo mucho que puedo estar en desacuerdo con una oración tan corta.
Primero, porque presupone la noción de valor para la poesía, como un precio intrínseco, algo mensurable, objetivo. Soy de los que deciden creer en la poesía como una aseveración vacía; la poesía es algo así como un lienzo apenas delineado, un marco, un pistoletazo con balas secretas: En la medida que una obra más se aproxima a la maestría, es porque se ha convertido más poderosamente en una ventana a todo el arte, y si es todo el arte, es una representación genérica del hombre; el arte es un libro de instrucciones, un programa del humano así como la física es una explicación del universo.

Es, en definitiva, genérico. La obra maestra puede ser gozada por el erudito y el lego; por el joven y el añoso; para todos algo resuena, porque en una obra maestra está todo el hombre representado (figurado Y vuelto-a-presentar, como ofrenda, y como consumación, al mundo) y contenido (en cuanto completo y en cuanto resumido). Y es por ello que una verdadera buena obra poética es un soporte sobre el cual el espectador (lector, consumidor, ud. elija) puede descomprimir y verter su humanidad. A eso, creo, no se le puede asignar un valor; el espectador lo valoriza. La verdadera obra de arte no tiene un contenido real. Puede tener un contenido explícito, pero eso es una excusa para lo que hay detrás, que es, en la medida de lo posible, todo el arte. 

Ya sea porque la obra se inscribe en el conducto del arte, o porque es una ruptura con este continuo, siempre es referencial a lo que había; esa referencia obligatoriamente nos remite al origen, y el origen es el hombre puro.

Ahora, si voy a lo que yo (et al, consideremos a Schopf o a Bloom) hemos decidido verter en el soporte que favorablemente ha propuesto Parra, que cataliza ideas que antes dentro de nuestra humanidad flotaban más bien en el éter, más discutible se hace aún lo de "sobrevalorado". Parra es referencial hasta el hartazgo, de un modo que no había sido intentado antes. Primer logro: la cita como elemento de novedad. No el hipertexto Borgiano, no la cita Jarmuschiana; es el reciclaje de Parra, como si pegara papelitos recortados... ¿cómo? ¡no! es tal la extremación que lo lleva a niveles así de concretos para subrayar, haciendo poesía de papelitos recortados sin ni siquiera intentar forzar el marco, sino sometiéndose a los resultados impuestos por el material.

Eso es un espejo del ejercicio reflector del arte. Cajas en las cajas. Uno podría quedarse con eso pero Parra logra remeter de contrabando el otro extremo, el origen, el individuo, (sin ir más lejos, "Soliloquio del Individuo"), la abstracción del hombre. Y para coronar, hace el ejercicio mediante la destrucción progresiva (incompleta, a mi gusto, si se me permite ser heresiarca) del lenguaje: una remisión más a la base muda, preartística, y por lo mismo protoartística, del lenguaje.

No, Parra no está sobrevalorado. Está subentendido.


30 de agosto de 2012

Sospecha de la Inutilidad de la Poesía

Durante mis años escolares, completa y poderosamente bajo el influjo ético (más poderoso aún que el poético) de Nicanor Parra, y firmemente comulgante de sus doctrinas del lenguaje, ni tan implícitas en sus textos, pero requirientes de cierta hermenéutica accesible quizá sólo por "el oficio", practiqué (lo atestiguan aún los cuadernos de esa época) una deconstrucción sistemática, pogrómica, progresiva y completa de la escritura, la devastación como una herramienta fehaciente de reconocimiento, primero, de apropiación después, y finalmente de verdad y trascendencia.

El proceso fue tan completo que culminó en bastantes meses de férreo silencio en la palabra escrita, pues estaba destruida; el lenguaje, deshecho, desarticulado. Duró esto hasta que me sentí permeado satisfactoriamente de lo que había logrado: lo que había escrito al no escribir, el lenguaje del no lenguaje. El proyecto estaba completo, y ciertamente me sentí victorioso; había logrado mi primera verdad poética, viéndome como un concretor digno de lo que Parra propuso, y sólo esbozó.

Pude considerar (y lo considero aún) que ese texto-hápax, inexistente y por lo mismo más poderoso y total manifiesto, constituye el clímax de mi carrera en la lengua. Lo que comencé después - y en lo que aún estoy -, una apropiación sistémica de una posición de hablante, un espacio en la palabra hasta hacerla propia, una vanguardia de ataque, de dirección, sentido, voluntad, código, mito, símbolo, y espacios de silencio significativo, si bien son tributarios nutridos de esa experiencia inicial, pueden englobarse como una segunda carrera lingüística, por completo diferente.

La primera es la voluntad (lograda) de alcanzar la verdad última del habla, pura, objetiva, vinculada a sí misma y en ella a lo divino. La segunda, por el contrario, es el proyecto de búsqueda del propio, del subjetivo, la creación del yo desde un alcázar situado en algún límite incierto del territorio de la palabra, como puesto de vigilancia y búsqueda, pero siempre inmerso, parte del sistema de signos.

Puede que uno requiriese del otro; lo que sé es que a mí me ha sido dado así, y he hecho primero al mundo y en el vacío del mundo luego la partícula infinitesimal que era yo, que era el hombre. (Primero buscar el límite para patearlo hasta descubrir con júbilo que no hay tal; luego glorificar el límite, la menudencia, la pequeñez, lo estrecho, lo sesgado, el detalle, la exclusión, lo imperfecto, lo inespecífico, como señal ¡al fin! del ergo sum.)

Con ello, véase Anguita, Definición y Pérdida de la Persona:

Por cualquier circunstancia, ya interior, ya exterior, el hombre sufre el éxtasis. Nuestro cuerpo mismo se transfigura; mirado desde arriba, tal vez aparezca como una piedra iluminada cayendo desde el pasado o, mejor dicho, desde el tiempo, ferozmente transparente y como bajo el dominio de la mirada de la cámara lenta.
Mi éxtasis consta de dos movimientos, aparentemente opuestos, pero que en realidad integran un sólo estado: se desconocen, primero, los objetos, las formas del mundo; se duda, no intelectualmente, sino con todo el ser, del ritmo del árbol, por ejemplo; se encuentra todo arbitrario: el mundo es una forma vacía y casi inexistente. Es la nada misma adulando al espacio pero sin ninguna realidad trascendente. Luego, uno, iluminado por esa luz esencial que debe ser muy semejante a la de Dios en víspera de la creación, empieza a definir, a coincidir con los objetos: lo grandioso de este sentimiento es la coincidencia que uno lleva a cabo, parado, por decirlo así, desde el otro mundo.
Este poema (en prosa, a pesar que he adoptado la línea o el verso para destacar algunas ideas y darles cierta autonomía dentro del conjunto; y en verso propiamente tal, cuando el ritmo nos arrastra en algunos pasajes) comienza como definición, con el reconocimiento que un dios hace del mundo que ha creado, o que podría haber creado hace mucho tiempo, ¿Qué son la nariz, los ojos, la voluptuosidad, el acto sexual, para ese dios que ignora el tiempo y el espacio? ¿Cómo traducirle a su lenguaje de eternidad estas formas temporales y con palabras temporales? Ingrato trabajo, difícil tarea: porque de ningún modo alguien que no sea, como yo (el poeta), dios y hombre a la vez podrá reconocer la verdad y la justeza de estos hilos que he tendido entre dos mundos tan cerrados. Lo intenté en un momento de fuerte éxtasis. Un éxtasis que hizo esfumarse la realidad, en un comienzo, y, luego, que me hizo comprenderla, sentirla, vivirla, con una patencia irresistible. Es el gozo de vivir, por fin , la realidad después de haber morado en el vacío. Al fin el poema se plantea como pérdida. Es la libertad de morir y de vagar, por fin, después de haber verdaderamente vivido.
Ambos movimientos pueden ser perpetuos, y nada sino la fragilidad humana habría de impedir que se sucedieran a través de nuestro ser hasta el infinito: Eternidad, tiempo, eternidad, tiempo. Rayando por estos dos túneles alternos, una hermosa zebra es el hombre. El que se atreva lea mi poema toda la vida, y encarne, con vigor y profundidad creciente, el símbolo de mi animal.

lo que me lleva a especular sobre la inutilidad de la poesía. Es quizá el más estereotipado de los actos del hombre. Eso es lo que la hace tan, tan humana, tan significativa; es un secreto mecanismo oculto en nosotros, puesto allí para que cada uno descubra la misma y redundante cosa, pero solo, por separado, aislado, como sello de nuestra finitud y para que, descubierto aquello, nos sea revelada (¿desde nosotros mismos?) la epifanía de que en esa pequeñez radica la universalidad de nuestra gloria.

***

Léase a la luz de lo anterior:


You were silly like us; your gift survived it all:
The parish of rich women, physical decay,
Yourself. Mad Ireland hurt you into poetry.
Now Ireland has her madness and her weather still,
For poetry makes nothing happen: it survives
In the valley of its making where executives
Would never want to tamper, flows on south
From ranches of isolation and the busy griefs,
Raw towns that we believe and die in; it survives,
A way of happening, a mouth.

- In Memory of W.B. Yeats, WH Auden

12 de febrero de 2012

Frágil

Hombre al Agua
Nicanor Parra
Ya no estoy en mi casa
Ando en Valparaíso.

Hace tiempo que estaba
Escribiendo poemas espantosos
Y preparando clases espantosas.
Terminó la comedia:
Dentro de unos minutos
Parto para Chillán en bicicleta.

No me quedo ni un día más aquí
Sólo estoy esperando
Que se me sequen un poco las plumas.

Si preguntan por mí
Digan que ando en el sur
Y que no vuelvo hasta el próximo mes.

Digan que estoy enfermo de viruela.

Atiendan el teléfono
¿Qué no oyen el ruido del teléfono?
¡Ese ruido maldito del teléfono
Va a terminar volviéndome loco!

Si preguntan por mí
Pueden decir que me llevaron preso
Digan que fui a Chillán
A visitar la tumba de mi padre.
Yo no trabajo ni un minuto más
Basta con lo que he hecho
¿Qué no basta con todo lo que he hecho?
¡Hasta cuándo demonios
Quieren que siga haciendo el ridículo!

Juro no escribir nunca más un verso
Juro no resolver más ecuaciones
Se terminó la cosa para siempre.

¡A Chillán los boletos!
¡A recorrer los lugares sagrados!


La letanía del ateo es lastimera. Precisamente, porque no tiene destinatario (y no hay nada más triste que carta sin buzón). Es fácil ser un descreído en tiempo de vacas gordas, pero cuando la cosa es cuesta arriba, ¿en dónde justificarse? Frente a lo más desagradable de la existencia, frente ese fenómeno que hace cuestionarla, el sufrimiento, el creyente puede y tiene a qué aferrarse para modelar, para dar sentido, en definitiva.
El ateo no. Sí, claro, hay un montón de valores de transición - temple, aprendizaje, et caetera - heredados de la educación eclesial a los cuales el ateo puede echar en mano sin sentir que se está rezando el rosario, pero al fin del camino, cuando se llega al centro, no hay sentido que valga. El sufrimiento es un cuestionante definitivo: ¿Para qué estás viviendo, dime?
No para esto, claro. Y entonces, de coletazo ¿y entonces?
Entonces confío en que las cosas se van a poner mejores, entonces esto no ha sido siempre así; pero es esa confianza en el futuro lo que a uno le da resquemores. Uno debiera vivir ahora, no después.
Y es en esto donde yo, ateo, soy frágil. Porque una vida no trascendente, una vida basada en el hoy, no tiene buenas defensas contra el sufrimiento; no se lo explica, no lo maneja, apenas sí lo atraviesa.
Vengo de vuelta de pasarla pésimo; no me lo puedo explicar, no lo puedo manejar, pero sé que soy frágil. Veamos que eso se convierta en recurso. Y aprender a ser el eslabón más débil de la cadena me sirva para estar de otra manera cuando otro lo sea.

Y por supuesto:

4 de enero de 2012

You Will Come Here

You know that.
Stop Swimming by Porcupine Tree on Grooveshark
I know that.

So have:

"Los recuerdos se anulan unos a otros
pero el rumor del río permanece"
- Nicanor Parra

27 de febrero de 2011

ex nihil, nihil fit

William, 1608, en endecasílabo, blanco e incompleto:
LEAR: ||||||. What can you say, to draw
A third, more opulent than your sisters? Speak.
CORDELIA: Nothing my Lord.
LEAR: Nothing?
CORDELIA: Nothing.
LEAR: Nothing will come of nothing, speak again.
Prieto, 1998, en prosa:
LEAR: ¿qué vas a contestar para recoger un tercer lote, más rico aún que el de tus hermanas? Habla.
CORDELIA: Nada, señor.
LEAR: ¿Nada?
CORDELIA: Nada.
LEAR: De nada sólo puede resultar nada. Hablad de nuevo.
Don Nica, 1990, en libre:
LEAR: Qué puede decir para adjudicarse el tercio
Superior al de sus hermanas.
Tiene la palabra
CORDELIA: Nada mi Lord.
LEAR: Nada?
CORDELIA: Nada.
LEAR: De la nada nada sale. Diga algo.
Reculé, hace dos días, en libre:
Y esta es la doble ponderación
la efigie Gemínida
de las letras
y las reuniones
[de las letras].
                                            He estado entre los más altos
                                            de entre los altos
                                            de los hombres
                        He estado en el bullicio sideral
                        He estado despierto
                        con sal en la boca
                        a punto de aullar

Y he pedido silencio
porque la marea tidal de sonido
no me abarcaba,
no me decía en nada
y he pedido silencio
y ha habido silencio

Y he comenzado a hablar.