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Este blog NO es el blog del Médico Juan - Ignacio Reculé Rivera. Si usted busca a ese facultativo, puede encontrarlo AQUÍ.
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14 de abril de 2012

Fines Últimos


Esto surgió de una respuesta en FB para Pancho por el comentario: "Apoyo eso, la educación se ve como un fin en sí mismo."


...mhmhmh entonces nos enfrentamos a una paradoja. En la definición que yo manejo, un bien absoluto es aquél que es connatural a la dignidad ontológica del ser humano, por lo mismo, cualquier humano privado de ellos está en una situación crítica; su humanidad está siendo amenazada (es claro que esto es admisible sólo en sistemas que consideran al humano un ser digno). Por lo mismo, pocos bienes se consideran absolutos, a saber, la vida, la libertad y la autodeterminación. El resto de los bienes serían aquellos que permiten un acceso mediato a los bienes absolutos.

Si consideramos la educación como un bien absoluto, tenemos que considerar que los lamas, los bosquimanos, los jinetes de la estepa asiática, etcaetera, como gente que está mermada en su humanidad. Frente a ello habría un imperativo ético de intervenir; de ir a los lamasterios a rescatar a los niñitos de 5 años de su inhumanidad, de ir donde los bosquimanos a arrasar su cultura inhumana.
La otra alternativa es que intentemos una definición transcultural de educación que permita incorporar esas otras educaciones, fuera del aula, hasta que quede un concepto lo suficientemente amplio como para dejar contento a Kant, convertirlo en imperativo categórico, y de paso, en bien absoluto. Ambos sabemos que esa no es la educación de la que ustedes hablan.
La opción final, que me parece más razonable, es asumir que la educación es un bien mediador para esos bienes últimos. Aquí, obligatoriamente, hay que detenerse para evaluar lo que yo digo: ¿Cómo esa educación nos está acercando a la vida o a la libertad? La propuesta principal a ello tiene dos aristas.

Por un lado, la educación es un puente a la autodeterminación. Mientras más educado estoy, más me puedo determinar, más me puedo liberar.
Por el otro, la educación debiese aumentar la fuerza de ingresos, permitiendo la adquisición de bienes. Ésta es la traducción actual del bien "vida", es decir, disfrutar la vida.
Sin embargo, por el sistema de organización económico, este esquema tiende a actuar como aporía. El sistema de adquisición de bienes se vuelve en un fin en sí mismo, poderosamente coartando la libertad de autodeterminación. Es cosa de observar el ritmo de endeudamiento de la población, que funciona mejor que el sistema de fichas de las salitreras: la nueva esclavitud. Y la población se somete a ella muy voluntaria y alegremente, hay que añadir. Un bien destruye al otro. Además, está en entredicho que la educación efectivamente aumente el retorno de ingresos del que estudia.

Por el lado de la autodeterminación, en todo caso, la educación sí coopera, pero como previo: decidir educarme o no educarme en un área específica de la técnica o del saber es un gran poder de determinación. Para eso, la oportunidad debiese estar dada. Sin embargo, es una decisión; se debe entender como un proceso en que se toma una opción, con las consiguientes pérdidas.
Finalmente, el rol del estado es asegurar bienestar, mediante el resguardo de los bienes absolutos (impedir ley de la Selva, y dentro de lo posible, de Talión; asegurar un acceso básico a salud, alimentos, y refugio), y facilitando el acceso a los bienes mediadores, como los hemos nombrado aquí. La educación superior masiva no debiera ser una de sus prioridades, por tanto. Sería beneficiar sólo a uno, de muchos elementos que permiten la autodeterminación. Es como si decidiera subvencionar poderosamente a las compañías productoras de calcetines: la gente se siente autodeterminada usando un calcetín de su color favorito. Si pueden acceder a ello gratis, será beneficioso.

La educación universitaria NO ES un fin en sí mismo. Si lo fuera, todos los universitarios serían ostensiblemente más felices que la población general. No estoy hablando de bienestar, ni siquiera de autoimagen: hablo de FELICIDAD. La educación como fin es una esperanza aprendida que es poderosamente dañina. No todos están preparados para ser astronautas. Los niños quieren serlo cuando son pequeños, pero en el camino aprenden que no tienen el físico, el intelecto, el tesón, lo que sea, para ser astronautas. Así mismo, no todos (se supone que menos de la mitad) está preparado para especializarse en un área de saber o técnica y convertirse en generadores de soluciones en sus áreas de problemas.

5 de septiembre de 2011

La Sospecha: 9 de 9

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Primero
BIBLIOGRAFÍA

Dado que una bibliografía erudita atentaría contra el corpus mismo de este texto, remito al lector una bibliografía vera:
-Reculé&flores varias, circa 1991-93: Conversaciones con flores en el jardín de mis abuelos. Con sol, y unos overoles de colores que usaba en ese tiempo, y me hacían ver muy mono.

-Reculé&Reculé&Reculé&Reculé&Rivera, desde que tengo memoria: Discusiones familiares, todo con un ámbito juerguístico que no oculta que nos creemos el cuento

- Una entrevista a un travesti, que leí hace poco, donde ocupaban mucho y bien la palabra “desde”, de donde salió toda esta reflexión al respecto.

- Las musas.

- En general, mi biblioteca.

- Un poco, mis paseos por Santiago.

- El MNBA


1 de septiembre de 2011

La Sospecha: 8 de 9

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ACÁPITE: LA VERDAD
                Dicho lo más importante, y dejado al lector un justo espacio de juicio y propuesta de cómo interpelar la herramienta-yo en función del arte, resta un punto de importancia digamos mediana que no se ha abordado y que significaría una escisión en el texto principal. La verdad.
                En efecto, toda la disquisición anterior se basa en la búsqueda esforzada de la verdad por parte de la humanidad; para ella, dada la SOSPECHA, se hace necesario el “desde”. Si esta verdad – sea real o construida – no estuviere presupuestada, tal necesidad no existiría y se abrirían las puertas de una vivencia personalizada del arte que no precisa de un contraste con el otro (lo que no implica un no-compartir, de todos modos).
                ¿Por qué se ansía tanto la existencia de una verdad externalizada, residente “fuera” y accesible desde varios puntos?. Por un miedo social, esto es, aprendido y heredado: el miedo al déspota. La noción de verdad está ligada en la conducta. Si se esparciese una concepción de verdad internalizada y personal, no existiría el refreno de la verdad sobre el comportamiento, si no que por el contrario, esta verdad personal actuaría como potenciador de las conductas. Nada detendría en este caso a aquellos individuos más inclinados a la imposición de forzar su verdad o sistema de creencias. El retorno a la ley de la selva[1]. La verdad externa es así un modulador poderoso de la conducta que evita que el gritón actúe como tal[2] (La verdad es el escudo del débil, si se quiere[3]), imponiendo una autoridad que radica en la fuerza pero que se ramifica (y hace circular) en la verdad. Este es el germen de todo absolutismo personalista (Lo que no quita que haya cumplido un rol positivo aglutinador en su momento correcto en el pasado social, a saber, las sociedades tribales místicas más básicas; pero es, a todas luces, un modelo obsoleto y hoy ineficiente).



[1] Justamente así operan los trastornos antisociales de la personalidad.
[2] Lo que no evita, claro está, que un grupo particular de gritones que creen haber encontrado esa verdad externa se comporte como tal. Las tiranías suelen ser una verdad personalizada que ha sido validada por un grupo pequeño y que no necesita el contraste con “otras verdades”. Es, si se quiere, una verdad no suficientemente alejada.




28 de agosto de 2011

La Sospecha: 7 de 9

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                 ¿Por qué? Si todo pareciera recordarnos todo el tiempo lo masivos que somos, nuestra naturalísima facilidad para repetirnos. Pero está la SOSPECHA. La duda que es al mismo tiempo el mayor terror, la soledad más grande, y el secreto orgullo, el motor más potente. LA SOSPECHA DE SER EL DIFERENTE. Todos soñamos con estar un poco fuera del carril; todos sentimos que allá atrás algo en nuestra historia hizo crack y permitió una anomalía, una mutación que confirió la cuasidivina (y cuasidemónica) cualidad de la diferencia.
                Es esta sospecha la que obliga al desde. La que mantiene alejado ese proceso hermoso de aceptar al “yo” como el genuino intérprete del arte, y darle el lugar que corresponde como integrador total, final, universal, y por sobre todo, INEQUÍVOCO.
                La verdad yace dentro, y la invitación está hecha para asumir nuestro rol como “verdaderos y completos humanos” frente al arte. Parafraseando,
                “the bow is bent and drawn; make you the shaft”[1]
[1] the bow is bent and drawn; make from the shaft”. Shakespeare, King Lear.

24 de agosto de 2011

La Sospecha: 6 de 9

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                 Es justamente este binomio multiplicidad - verdad el que ha devenido en piedra angular y simplísimo descriptor de nuestro occidental sistema de creencias. A toda escala: religión, política, arte; si mi idea es compartida, es que es. No es extraño, siendo el bicho humano un bicho de colmena. La unicidad mantiene al hormiguero unido. Y nadie quiere no-participar, claro, porque nadie quiere quedar fuera de la verdad, nadie quiere sentir que no dice lo correcto (Y, como mecanismo evolutivo, es autoselectivo: el que no busca la confirmación por multiplía es simplemente borrado en la marea del tiempo, y su idea se desvanece, dando la impresión a los venideros de que todas las ideas son iterativas).
                Pero pareciera que algo subyace a este terror al sesgo. ¿Por qué nos parece esperable – incluso obvio- que un análisis surgido “de yo” y no “desde” corra un riesgo de sesgo inminente? ¿En qué la desconfianza a lo personalísimo?
                Pareciera que es un miedo primordial a no ser correctamente humano. En efecto, si “yo” represento fehacientemente al humano universal, no cabe espacio a la duda; mi experiencia personalizada sería un espejo digno de la “verdadera”[1] vivencia artística. Pero parece que no es permitida tal certeza. La duda del yo-correcto invalida (a mí y al otro) y obliga a la distancia-que-homologa.



[1] Discutir si existe una “verdadera” experiencia de arte escapa al alcance de este texto


dandikadam:

wilde

20 de agosto de 2011

La Sospecha: 5 de 9

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                Por último, hay una arista paradojal del asunto. Porque en verdad la vivencia es interna; todos los elementos de juicio, el “molde” se aplica en forma póstuma, tras haber sentido la parte visceral, el yo-sentido, el yo que se ve movido por el arte. Y a eso después le colgamos etiquetas para poder disecar, para justificar y validar. Si se quiere se puede ver como que al final los preceptos se hacen propios, y se deforman, asimilados por la experiencia personal.
                  El gran cinismo del arte. ¿Por qué? Por el miedo al sesgo. Miedo al error sistemático, miedo, en el fondo, a que el acervo de contenido personal tiña la experiencia artística a tal punto que no sólo deje de ser aprehensible para el otro, sino lisa y llanamente intransmisible. Miedo a la irreproducibilidad de la experiencia, pues al fin y al cabo, en el mundo de la imprenta y la ciencia-de-curva-de-Gauss, la verdad está definida por la repetición; la confirmación de existencia, el certificado de nacimiento de las cosas sólo se imprime cuando está su doble (o más) para corroborar.


16 de agosto de 2011

La Sospecha: 4 de 9

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                 Y este es justamente el gran cinismo del arte. El gran olvido. A varias escalas. La primera, la más obvia, es la eterna cuestión del origen; ¿de dónde la regla? Forzosamente es un producto humano, y no hay producto humano que no sea hijo de la experiencia, la vivencia particular. Claro, de esta última palabra se cuelga la norma para existir, su motivo y obsesión, abolir lo particular para celebrar la uniformidad de lo general. De lo universal. Pero es iluso concebir la norma sin el proceso inductivo que la genera. ¿De dónde, entonces, en hacer de la vivencia analítica del arte un proceso deductivo? Pareciera un sinsentido desvincularse así de la vera raíz de lo artístico.
                Por otro lado, tenemos el tema del “durante”. La experiencia artística permanece (hágase la excepción – y sólo quizá[1] – de la literatura) dentro del campo de lo sensorial, y como tal, depende de un set de herramientas aprehensivas que sufren transformaciones y desarrollo. La neurociencia ya nos ha enseñado que se debe aprender a ver, por ejemplo; pero ya sabemos también (y de mucho antes) que debemos aprender a mirar. La experiencia artística es así ante todo mediata, entre un dispositivo sensorial, para luego un dispositivo decodificador, para luego un yo sensible. Hasta ahora esto pareciera concordar con la necesidad de norma, de convenio, de generalidad, que permita soslayar las imprecisiones, los vicios de formación de estos dispositivos; y además, que sirva como herramienta de búsqueda, en cuanto es un fiel tutor para enseñar a mirar. Sin negar su utilidad en estos aspectos, la generalidad contravendría aquí el proceso artístico de retorno que se describía más arriba, esta “danza de los símbolos” que es a fin de cuentas lo que permite que el arte no se agote jamás (pese a estar repetido, pese a que el hombre mismo se repite y no hay nada nuevo bajo el sol). A un mirador entrenado en un esquema, una concepción, se le escapan las propiedades emergentes de los objetos si aplica el moldecito en forma demasiado rígida (implícito en esto, está la demanda, la necesidad de un artificio que permita incluir eso otro en la experiencia, aquello que aguarda en la sombra misma del conocimiento, eso que hace al artista un hacedor de arte, esa novedad por remezcla que no se entiende hasta épocas enteras después. Vidas enteras después. Y es obvio que lo que trato de proponer aquí es eso, una alternativa al “desde”: Un “Yo”).



[1] Considérese en lo que se ha convertido la “Experiencia Libro” en esta era de la reproduciblidad. Todas las formas de bellas artes tienen en su origen una actividad funcional; en la medida en que se lograron desprender de ella, lograron hacer que su vehículo se convirtiese en parte del arte mismo. En el caso de la literatura, estamos asistiendo al momento en que el libro deja de ser un vehículo “conveniente”, pero no muere, pues es un vehículo hermoso.





12 de agosto de 2011

La Sospecha: 3 de 9

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                ¿Tiene acaso algún valor un artista que se interprete a sí mismo? – pero a sí mismo, lector, en sí mismo, no “desde”, no tomando distancia para aplicar la encuesta, para preguntarle a su obra ¿por qué? ¿dónde cabes? ¿de dónde sales? [¿Cuáles fueron tus símbolos?]. Sospecho que algo así tendría olor a podrido. O peor. A infantil. A esa cosa horrenda, ego no maquillado, a pureza, a identidad no elaborada y complejizada. El “desde”, en cambio, respeta la identidad [porque tengo que ser un “yo” para estar “desde”], pero hace ese acto social, el acto público y aprendido de que hayan otros yoes que se pongan a mi lado a mirar; validando ese espacio consensuado [semántico, heurístico, usted elija la palabra que se vea más culta y suene mejor] para el “otro - mirador”, este reconocimiento del otro tiene sabor a “adulto”, mientras que una mirada yo-ística nos recuerda esa etapa del desarrollo en que el niño sólo requiere de la confirmación que le da su mundo interno)
                (... apuesto que ya no se acuerda dónde comenzaba el paréntesis anterior, íbamos en “A Duchamp hay que entenderlo desde donde corresponde,”) un montón de reglas, de causalidades, que – para eso las inventamos – justifican (¡dan permiso! ¡Dan PERMISO AL ARTE!) y validan (¡Las reglas dan valor!), que en este caso particular llamamos Dadaísmo.



8 de agosto de 2011

La Sospecha: 2 de 9

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                No. A Duchamp hay que entenderlo desde donde corresponde (y quiero destacar el fenómeno instantáneo que ocurre al abordar la escritura de este texto; El DESDE, obligatorio, casi obvio por correspondencia experiencial, que al final es el humus de la mente, que modela el lenguaje, que a su vez es quien obliga y limita las ideas. Yo miro el mundo DESDE: lo adquiero e interpreto, por tanto, así. ¿Cómo podría no evaluar, encasillar el arte, clasificarlo, aplicarle un paradigma teórico que lo vuelque en un conjunto de símbolos comprensibles y compresibles?
               [compresibles de vuelta en más arte, por ejemplo; o de ida en nuevas interpretaciones, o nueva crítica, o en nuevos símbolos, nuevas propiedades emergentes de ese conjunto de textos a la que se pensó se había “reducido” la obra, que sorprende de vuelta con re-complejidades que no se le sospechaban; porque ahí yace el secreto de la paradoja {aparente} del eterno retorno, del permanente reciclaje y del nada-nuevo-bajo-el-sol; arte -> símbolos, cree que hace uno, pero los símbolos comienzan a danzar en un concierto que no se deja controlar y de estas nuevas relaciones se vierte más arte, y el proceso se recicla, enriqueciendo, si hay novedad, consagrando, si ya hay desarrollo, o degenerando {en ese excelente sentido en que degeneran los spaghetti westerns, por ejemplo, o Tarantino}, si hay cansancio, si hay repetición, o si hay oportunidad. Ni qué hablar cuando son las obras aún no decodificadas las que se ponen a interactuar, ¡Menuda Cagada! el proceso se piramidaliza creciendo a ritmos no sólo insospechados, si no francamente inmanejables, y así es como queda a tarea de los que vengan el recodificar para re-deconstruir en símbolos toda esa cornucopia de elementos, hasta lograr un texto que se estime coherente {en cuanto nuevamente comprensible “desde”} para resintetizar un arte nuevo que sea natural, genuino y digno hijo del anterior. Así se entiende que hoy todavía estemos entendiendo el jazz de Bach.] 




humans-being-human-beings:

gowilde:

Au naturale:)

/swoon

4 de agosto de 2011

La Sospecha: 1 de 9


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Este post es el primero de una serie larga. El texto original es de Julio del 2011, y me había demorado en transcribirlo. Lo postearé en segmentos cada cuatro días, porque de lo contrario, sería un mamotreto impresentable en un blog. Para condimentar, voy a poner en cada post un tema electrónico y una foto de Olivia Wilde (gentileza de http://a-wilde-appreciation.tumblr.com). No se pueden quejar que no me esfuerzo.


LA SOSPECHA
                Mirar desde mí, elaborar desde el yo, verterse desde la experiencia; todo intento de interpretar el mundo desde lo estrictamente personal es hoy visto con malos ojos. Si alguien está triste, hay que tratar de comprenderlo, incluso de acogerlo, desde fuera; poco útil resultan el “yo siento” “yo me he sentido”, pues se abriga la noción de que eso es tan parcial, tan propio, tan único, que no puede ayudar. La manera es tratar de “abrazar desde fuera”, desde un punto de distancia razonable que permita comprender (pues al parecer es ése un acto reservado a lo genérico, y nunca a lo particular).
                Esto es manifiesto en el arte. A nadie le interesa (a nadie debiera interesar) qué me pasa a mí, cómo reacciona mi mundo interno, mi andamiaje pequeño y particular de creencias, voces, recuerdos, miedos. Si la mona lisa se parece a mi primera niñera, si la fuente de Duchamp me hace pensar en el frío como de sepulcro que impera en los baños públicos (porque es un frío aséptico, húmedo, inhóspito y mortuorio, y piénselo uno bien, sólo hay urinarios en los baños públicos), ¿Cómo podría pretenderse que eso sea parte del arte, que enriquezca la obra? ¡Imposible! Imposible porque es villanamente personal, mediocremente irreproducible.





2 de junio de 2011

Género, Rol, Sexualidad.

(Estimado – e hipotético – lector: Tenga para bien el anteponer en su mente “Yo creo que” frente a cada aseveración que lea. Así me evitará mucho tecleo, mejorará el overall appearance del texto y por sobre todo, no me obligará a salir del estilo absolutista, despótico, tajante y arbitrario al que me tengo acostumbrado)

¿Es la homosexualidad una patología?


          Un amigo me preguntó esto, ad portas de comenzar nuestro curso de psiquiatría. Lo políticamente correcto es dar una afirmación tajante, o no, dependiendo de donde está uno, si en una reunión de Schoënstatt o en una junta chimbombera lolein (no adhiero al tono descalificativo del link... sólo valoro que exista tal link).

Negro con la tremenda callampa.
Also, polera: "When the doors of perception are cleansed, things will appear to man as they truly are...infinite."

          Las respuestas políticamente correctas suelen valer callampa. La respuesta correcta en este caso es depende. Depende desde dónde esté construida la sexualidad. El camino fácil para construir una opción sexual es desde la personalidad; desde el yo. En este caso, sí es patológico, pues suele asentar en una alteración del desarrollo de la personalidad, una deformación de la identidad que como subproducto produce homosexualidad. En su modo más claro, es el travestismo: lo primero es la negación de lo que yo soy, ya sea como medio de defensa ante un entorno extremadamente hostil, un modelaje asociado muy negativo, o un contramodelaje positivo demasiado marcador; y como consecuencia de esa batalla interna, la homosexualidad. La loca, en el caso de varón, o la mujer virilizada, en el caso de las féminas. Una oposición.

          Esto sucede porque la sexualidad manada desde la personalidad es la forma más básica, menos elaborada de generar una sexualidad. Sin embargo, hay proyecciones más maduras, más conceptualmente firmes, porque precisamente no están allí para servir de puntal a esa construcción del yo, si no que son una manifestación de un yo bien trabajado, articulado desde elementos internos: La sexualidad construida desde el afecto. Si antes era el yo el que se manifestaba, ahora es el otro el que modela la cosa: la sexualidad está construida a partir del otro, centrada no en mí, sino que en la relación misma, de mi tendencia hacia esa persona, tendencia que mana desde lo que soy, y no que viene desde afuera a delimitar eso que soy. Como la personalidad no está involucrada sino como contenido manifestado, a diferencia del contenido definido del caso anterior, el rol no está alterado.

          Es bastante relevante. El sexo como actividad humana (y bastante relevante a lo que es la humanidad) ha estado, durante el siglo recién pasado, sometida a un proceso de depuración en la cual la técnica y la sociedad han permitido la separación de los elementos que antes la conformaban: reproducción, afecto, rol, género y sexo. Me parece ver que estamos ad portas de la segunda fase de este divorcio. La primera vino de manos de la anticoncepción, que permitió dejar la reproducción fuera de la ecuación, y permitió plantear en forma seria la pregunta:

¿Para qué sirve tener relaciones sexuales?

          Esta inquisición, rebotada desde los hippies a las generaciones venideras, es la que está moviendo las revoluciones actuales y por venir. Cada vez tiene más cabida el que haya gamas de relaciones sexuales; puede ser por rica, puede ser por amor, puede ser porque te gustan las mujeres, porque te gustan los hombres, o porque te gusta esa persona en particular, porque te gustas a ti mismo. La gracia es que al fin tales propuestas no son excluyentes, ni hay que elegir una. A nuestra generación le está tocando el remover el rol de la ecuación, así:

Yo no soy hombre porque tengo sexo con mujeres, soy hombre porque soy hombre. Pero además, el ser hombre no me obliga a tener relaciones sólo con mujeres.

          Algunos ven en esta limpieza una pérdida de sentido; efectivamente, cuando los contornos de algo se difuminan, la reacción natural es creer que la cosa misma está desapareciendo. Me parece que no es así: más bien, estamos recuperando un atado de cosas, un acervo valioso que antes había que bancarse completo pero ahora está, de a poco y con reticencias, especializándose, cosa de poder vivenciar cada elemento por separado. No me sorprendería que fuera tarea de nuestros hijos el paso final de separar el afecto de pareja del sexo, y que éste se convirtiese en una actividad más del fin de semana para hacer en grupos de amigos, llevando la relación de pareja a un estadío más depurado consistente en un compartir el proyecto vital de dos personas.

          Sin embargo, así como la vieja sabiduría dice que el momento de romper las reglas es cuando se las conoce y se las sabe seguir a todas, así mismo esta independencia sexo-rol o sexo-personalidad sólo es una libertad en la medida en que el rol o la personalidad estén estructurados de forma firme y compleja; de lo contrario es sólo desorden. Esto nos lleva a otra pregunta: ¿Qué tan relevante es el sexo en la construcción del género y el rol?

          A cuento viene esta noticia, sobre unos padres que deciden “ocultar” el sexo de su hij@, con el fin de que el/la decida más adelante los elementos de cada género que incorporará en su propia vida. No es difícil buscarle “argumentos” a favor a esta decisión. La técnica y el conocimiento científico, así como la secularización del pensamiento, han ido derribando muchos mitos sobre lo que está permitido hacer y no hacer respecto de uno mismo. Antes era ridículo pensar en un varón vestido de colores flamboyantes; o tener el pelo verde, o ojos de colores distintos a los que la naturaleza nos había entregado. En un mundo donde elegir es la libertad que nos va quedando, y la sociedad está poco a poco preparándose para asumir una nueva conformación de lo que es el rol y el género, incluyendo nuevas reuniones de los elementos que antes los constituían, con hombres que cocinan, mujeres que mantienen la casa, hombres sensibles, mujeres nerds, hombres que les gustan los hombres, mujeres que les gustan las mujeres, y donde reina una general amplitud en el esquema estético, ¿por qué no habrían de traslaparse también los elementos visuales en la construcción de nuevos géneros mixtos, construidos por combinación? En una era donde el óleo y el graffiti comparten el mismo muro en una sala de arte, en un mundo donde la individualidad es norma, no pareciera tan descabellado que al fin salgamos de la pequeña burbuja del varón y la mujer para empezar a ver formas personalizadas.

          Después de todo, es como lo mismo que personalizar la página de inicio de Google, ¿no?

          No.

Pero este post ya está muy largo, así que tacklearé este asunto en particular en el futuro.


Update: estoy muy a moda con los tiempos. Mientras este post estaba en el horno de redacción, salió esto a difusión:
"NOW, THEREFORE, I, BARACK OBAMA, President of the United States of America, by virtue of the authority vested in me by the Constitution and the laws of the United States, do hereby proclaim June 2011 as Lesbian, Gay, Bisexual, and Transgender Pride Month. I call upon the people of the United States to eliminate prejudice everywhere it exists, and to celebrate the great diversity of the American people.
IN WITNESS WHEREOF, I have hereunto set my hand this thirty-first day of May, in the year of our Lord two thousand eleven, and of the Independence of the United States of America the two hundred and thirty-fifth.
              BARACK OBAMA"

22 de mayo de 2011

En Breve



Sí, realmente perseguimos mentiras mal impresas, ideales que no son nuestros, deseos aprendidos. Hay que operar varios pacientes al día para poder tener plata para vivir una vida de satisfacciones que hagan que el stress de operar varios pacientes al día valga la pena. Hay que tener una casa grande y poder adquisitivo para que nos perdonen el no estar nunca. Hay que tener mail y teléfono celular y un automóvil para poder hacer todo rápido, todo ahora, todo antes, para poder hacer harto y merecer todas las cosas que nos van a permitir poder hacer todo rápido, todo antes, todo harto.

Le explicaba a mi hermana el otro día la lógica aberrante de las ciudades; más de la mitad de una ciudad existe para sostener a la pequeña parte que produce reales recursos, que son los que mantienen a la gran mayoría que entrega servicios de sostén que permiten la existencia de dichos recursos. Grant Morrison lo propone en The Invisibles: Las ciudades están vivas. Son criaturas de los planetas, tienen sus propios códigos y lenguajes, sus propios planes, programas y objetivos. ¿Realmente, my fellow humans? ¿Trabajar de 8 a 8? ¿Para qué?

Y parece que con todo eso el regalo de mí mismo se desvanece, no tengo tiempo de hacer lo que me gusta porque necesito cumplir con los requisitos para poder tener tiempo de hacer lo que me gusta. Me estoy saturando de esto. Hay mucha información, hay mucho que hacer, hay muchos productos y servicios y consumibles.

We chase misprinted lies 
We face the path of time 
And yet I fight 
And yet I fight 
This battle all alone 
No one to cry to 
No place to call home 

Oooh... Oooh... 
Oooh... Oooh... 

My gift of self is raped 
My privacy is raked 
And yet I find 
And yet I find 
Repeating in my head 
If I can't be my own 
I'd feel better dead 

Oooh... Oooh... 
Oooh... Oooh...

7 de mayo de 2011

Huesos Viejos

          Siempre (dígase toda mi juventud hiperextendida; dado que pasaba todo el día leyendo, tuve como 3 infancias) pensé que yo sí quería hacer "huesos viejos". Vivir para sieeeeeeeeeempre, a lo Gilgamesh, recorrer el mundo y hacer cosas tan pero tan bacanes que no quedase otra que ser inmortal para estar a la altura de mí mismo. Luego conocí gente que no quería llegar a ser viejo; idea no desconocida, pero hasta ese entonces asignada a beatnicks y otros individuos de esa calaña, desencantados del mundo y más que comprometidos con el live fast, look beautiful, die young. Estos no. Estos eran gente que estudiaba sus serias carreras, emprendía serias vidas y en general no iban descocados por el mundo.
          En esos tiempos rebatía como pájaro joven recién enjaulado: con un poco de torpeza y convencido de mí mismo. Ahora que los (pocos) años me han ido enseñando un poco de prudencia, y en general, a dudar de todo lo que pienso, ya no estoy tan seguro. ¿Para qué quería yo vivir tanto? Ah, para llegar a. A lo que sea que tenía que llegar. Pero tarde o temprano a uno le cae la teja que en la vida no se llega a ningún lado, sólo se va. De un lado a otro, como los lesos, o los locos, o los santos, o los genios. De un lado a otro.
          Así ya no parece tan inteligente vivir hasta viejo. Al final la cosa se trata de disfrutar lo que sea que estés haciendo. Disfrutar bien. Permítaseme ilustrar mi punto: 

Jane Birkin
 Estos son los sesentas, y ella es una de las mujeres más lindas del mundo. Anda por Europa con los pezones a quien se los quiera fotografiar. Canta, actúa, hace escenas en pelota con Brigitte Bardot, hace la película en que George Harrison hizo su primer trabajo solista (ella se llama en ese filme... Penny Lane). Pero da lo mismo. Si me piden, yo hago las mismas cosas. La gracia es que ella lo hace con ESTA cara:







  And then years go by:

Seamos justos, es una mujer de 65 años
      
La única alternativa que pueda quedar es que uno vaya cambiando lo suficiente con los años como para mirar lo que hacía antes con nada más que ternura, y seguir haciendo la cosa nueva que es la que quiero hacer ahora. Ir de acá para allá en otro lugar, siempre otro lugar. Considerando todo lo que puedo cambiar en tan poco tiempo, es una posibilidad. La joda es que la única forma de averiguarlo es hacerlo y ver si resulta.

1 de mayo de 2011

Todos debiesen leerlo.

              "Usually, the matter of the abherrant being an over-the-average individual in his cognitive resources, is an underlooked one. Usually it's dispatched as the "genius is a step away from madness" problem. Well it's not. The sociopath is an intelligent person. It's not that he miscarries his or her intelligence away from "the good path" and into the hell of madness; What I'm implying here is that abherrance is not a disease of the intellect, as many pretend, but rather the intellect proposing an alternative to a disorder of the mood or anima. A normal individual would rather fall into a depressed state, whatever the causes are, as a subconscious process, and would not notice it until he or she is deep sunken in it. An over-the-average individual, on the other hand, as he starts from a higher basal state, is going to have both more time and resources to become aware of the process he or she is developing. And here is where the true sociopath starts. While normal individuals' minds would propose whether an active rescue procedure or a less efective defense mechansim, the mind of an abherrant has failed to prohibite a third solution: externalisation. It just takes the process of self destruction that is inherent to depression and imposes it upon its surroundings. Soon it will catch up that the most effective victims are other human beings.
              This is different from earlier theories, proposing an underdevelopement of moral ties as the origin for the sociopath. While I do not deny that process, that is not a sociopath. That is a "sociochild", an underdeveloped. It's like diagnosing someone who has lived his whole life in the vast Mongolian plains, raising horses, with mental retardation because he can't read  or manage to use a cellphone. The sociopath, the true sociopath, has made a choice. This is important both from an obvious legal relevance, but also from a therapeutic approach. The question of whether this failure of cognoscent individual in bridling this aforementioned externalisation comes from an impairment in judgement, and is thus an effect of depression itself, as opposed to a different hierarchy of preferences, where the chance to save the self is more relevant than the transgression to learned moral content, is yet to be answered, and is what I will try to engage in the next pages"

- "The Sociopath", Cellar Heights


Decidí suavizar todas las citas de Heights con fotos lindas para que no se olvide que la vida no es pura Sociopatía.



14 de abril de 2011

Power Overwhelming

                Leí a Foucault en "Sexualidad y Poder" que una inflexión en el concepto de poder en el mundo occidental había sido desde lo prohibitivo hacia lo generativo. No tengo el libro cerca como para citar, pero en el fondo, en el siglo XVIII y antes, poder significaba poder evitar, hacer que otro no pudiese. En algún momento, se hizo la transición hacia un poder mucho más significativo, más absoluto, más hiperubicuo. El poder de hacer que el otro hiciese: como lo denunciaron los escritores de sci-fi y otros (Orwell, Dick, et caetera que no me vienen a la mente right now), y últimamente, todos los análisis sobre el poder de la publicidad. Hacer que el otro haga lo que quiero: poder infinito e indiscutible.
                    ¿Para qué balear a los obreros dentro de las fábricas? si puedo hacer que compre lo que yo quiero que compre. Podría generar párrafos y párrafos en la idea, pero señor lector, si a ud. le interesa el tema, ya pensó y ya leyó y ya vio y ya reinterpretó las mismas fuentes que yo estaría metiendo a la coctelera, así que como amigos, yo voy a pasar straight to my point.
                        Se me ocurre que esta variación del poder también afectó una institución vieja, vieja: La paternidad. Y después de años y centurias y tradiciones de padres que imponían la prohibición, el tabú, el límite, pasamos a la generación de los padres dialogantes, de los padres que a su vez fueron criados con la tv encendida. Y ellos sí creen en este paradigma del poder que genera.

                    
¿Pero no genera acaso eso mismo que está dentro de ellos? Esa violencia. Los niños histéricos y neuróticos a los 5 años, los niños sobre y sub adaptados, well you know what i mean.

Le creo más al viejo modelo. Es más fácil entenderlo y crecer en él. Este poder nuevo es como una telaraña que se adhiere a tu piel y te deforma hasta que ya no te reconoces. Y no quiero eso para Sofía, nope.