La sensación era de alegría. No sólo por al fin terminar este ciclo; era la llana alegría de hacer algo que me gusta, bien. Logré no sentir, no ver la presión, y disfrutar el examen; realmente pasarlo bien haciéndolo. ¡Estoy de vuelta! Haciendo lo que me gusta, a lo que entré a esto.
Mi mente metió la cuchara y dijo te reivindicaste. Pero alcancé a pararla en seco para preguntarle reivindicarme... ¿para quién?
Y para nadie, claro. Quizá sólo, y sólo quizá, para mí mismo.