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30 de agosto de 2012

Sospecha de la Inutilidad de la Poesía

Durante mis años escolares, completa y poderosamente bajo el influjo ético (más poderoso aún que el poético) de Nicanor Parra, y firmemente comulgante de sus doctrinas del lenguaje, ni tan implícitas en sus textos, pero requirientes de cierta hermenéutica accesible quizá sólo por "el oficio", practiqué (lo atestiguan aún los cuadernos de esa época) una deconstrucción sistemática, pogrómica, progresiva y completa de la escritura, la devastación como una herramienta fehaciente de reconocimiento, primero, de apropiación después, y finalmente de verdad y trascendencia.

El proceso fue tan completo que culminó en bastantes meses de férreo silencio en la palabra escrita, pues estaba destruida; el lenguaje, deshecho, desarticulado. Duró esto hasta que me sentí permeado satisfactoriamente de lo que había logrado: lo que había escrito al no escribir, el lenguaje del no lenguaje. El proyecto estaba completo, y ciertamente me sentí victorioso; había logrado mi primera verdad poética, viéndome como un concretor digno de lo que Parra propuso, y sólo esbozó.

Pude considerar (y lo considero aún) que ese texto-hápax, inexistente y por lo mismo más poderoso y total manifiesto, constituye el clímax de mi carrera en la lengua. Lo que comencé después - y en lo que aún estoy -, una apropiación sistémica de una posición de hablante, un espacio en la palabra hasta hacerla propia, una vanguardia de ataque, de dirección, sentido, voluntad, código, mito, símbolo, y espacios de silencio significativo, si bien son tributarios nutridos de esa experiencia inicial, pueden englobarse como una segunda carrera lingüística, por completo diferente.

La primera es la voluntad (lograda) de alcanzar la verdad última del habla, pura, objetiva, vinculada a sí misma y en ella a lo divino. La segunda, por el contrario, es el proyecto de búsqueda del propio, del subjetivo, la creación del yo desde un alcázar situado en algún límite incierto del territorio de la palabra, como puesto de vigilancia y búsqueda, pero siempre inmerso, parte del sistema de signos.

Puede que uno requiriese del otro; lo que sé es que a mí me ha sido dado así, y he hecho primero al mundo y en el vacío del mundo luego la partícula infinitesimal que era yo, que era el hombre. (Primero buscar el límite para patearlo hasta descubrir con júbilo que no hay tal; luego glorificar el límite, la menudencia, la pequeñez, lo estrecho, lo sesgado, el detalle, la exclusión, lo imperfecto, lo inespecífico, como señal ¡al fin! del ergo sum.)

Con ello, véase Anguita, Definición y Pérdida de la Persona:

Por cualquier circunstancia, ya interior, ya exterior, el hombre sufre el éxtasis. Nuestro cuerpo mismo se transfigura; mirado desde arriba, tal vez aparezca como una piedra iluminada cayendo desde el pasado o, mejor dicho, desde el tiempo, ferozmente transparente y como bajo el dominio de la mirada de la cámara lenta.
Mi éxtasis consta de dos movimientos, aparentemente opuestos, pero que en realidad integran un sólo estado: se desconocen, primero, los objetos, las formas del mundo; se duda, no intelectualmente, sino con todo el ser, del ritmo del árbol, por ejemplo; se encuentra todo arbitrario: el mundo es una forma vacía y casi inexistente. Es la nada misma adulando al espacio pero sin ninguna realidad trascendente. Luego, uno, iluminado por esa luz esencial que debe ser muy semejante a la de Dios en víspera de la creación, empieza a definir, a coincidir con los objetos: lo grandioso de este sentimiento es la coincidencia que uno lleva a cabo, parado, por decirlo así, desde el otro mundo.
Este poema (en prosa, a pesar que he adoptado la línea o el verso para destacar algunas ideas y darles cierta autonomía dentro del conjunto; y en verso propiamente tal, cuando el ritmo nos arrastra en algunos pasajes) comienza como definición, con el reconocimiento que un dios hace del mundo que ha creado, o que podría haber creado hace mucho tiempo, ¿Qué son la nariz, los ojos, la voluptuosidad, el acto sexual, para ese dios que ignora el tiempo y el espacio? ¿Cómo traducirle a su lenguaje de eternidad estas formas temporales y con palabras temporales? Ingrato trabajo, difícil tarea: porque de ningún modo alguien que no sea, como yo (el poeta), dios y hombre a la vez podrá reconocer la verdad y la justeza de estos hilos que he tendido entre dos mundos tan cerrados. Lo intenté en un momento de fuerte éxtasis. Un éxtasis que hizo esfumarse la realidad, en un comienzo, y, luego, que me hizo comprenderla, sentirla, vivirla, con una patencia irresistible. Es el gozo de vivir, por fin , la realidad después de haber morado en el vacío. Al fin el poema se plantea como pérdida. Es la libertad de morir y de vagar, por fin, después de haber verdaderamente vivido.
Ambos movimientos pueden ser perpetuos, y nada sino la fragilidad humana habría de impedir que se sucedieran a través de nuestro ser hasta el infinito: Eternidad, tiempo, eternidad, tiempo. Rayando por estos dos túneles alternos, una hermosa zebra es el hombre. El que se atreva lea mi poema toda la vida, y encarne, con vigor y profundidad creciente, el símbolo de mi animal.

lo que me lleva a especular sobre la inutilidad de la poesía. Es quizá el más estereotipado de los actos del hombre. Eso es lo que la hace tan, tan humana, tan significativa; es un secreto mecanismo oculto en nosotros, puesto allí para que cada uno descubra la misma y redundante cosa, pero solo, por separado, aislado, como sello de nuestra finitud y para que, descubierto aquello, nos sea revelada (¿desde nosotros mismos?) la epifanía de que en esa pequeñez radica la universalidad de nuestra gloria.

***

Léase a la luz de lo anterior:


You were silly like us; your gift survived it all:
The parish of rich women, physical decay,
Yourself. Mad Ireland hurt you into poetry.
Now Ireland has her madness and her weather still,
For poetry makes nothing happen: it survives
In the valley of its making where executives
Would never want to tamper, flows on south
From ranches of isolation and the busy griefs,
Raw towns that we believe and die in; it survives,
A way of happening, a mouth.

- In Memory of W.B. Yeats, WH Auden

10 de octubre de 2011

Epifanía

De todos los lugares posibles, ayer en el supermercado.
Yo no estaba tan mal vestido, pero no iba preparado, claramente.
Tenía el pelo largo, suavemente ondulado, castaño muy muy claro pero que no alcanzaba a ser rubio. Los ojos eran de un celeste (porque no eran azules) marino, salado, profundísimo, hermosos y almendrados; la nariz recta coincidía con el porte elegante y la perfección de unos labios generosos delineados con exactitud exquisita.
Vestía una chaqueta estilo militar, enbordonada y con cientos (literalmente) de pequeños botones, entallada, unos jeans rasgados, y toda la belleza de la que un solo cuerpo se puede hacer cargo sin generar fusión fría en el aire.
Me paré en seco. Probablemente es la mujer más bonita que he visto. Tuve una genuina reacción física al verla, me cambió la respiración, probablemente se me abrieron las pupilas para poder ver las de ella como dos pozos en medio del mar.

Me saqué los audífonos, y me di cuenta que tenía que tomar una decisión. JI, puedes hacer dos cosas en este momento. Ir, mirarla con cara de cordero y decirle eres la mujer más hermosa que he visto, o callar y aprender a vivir con que no lo hiciste. Y no se trata solamente de tener los cojones y la tranquilidad de eventualmente hacer el ridículo, es tanto, desgraciadamente, tanto más; se trata de volver a preguntarme quién cresta soy ahora - siempre el ahora, siempre con la sombra del que era antes -, qué cosas quiero, qué cosas puedo hacer. Creo que incluso sería más fácil si no pesara sobre mí la espada de Damocles del conocimiento que dice ya he hecho esto antes pero es aún peor porque inevitablemente viene ligado el y dios mío que bien te salió y más aún es lo que mejor te ha salido, porque pesa, porque pesa y daña y no es un grado más de libertad, es un grado menos.

Qué es lo que quiero ahora. Qué es lo que hay que hacer.
Y sé que la pregunta es viciosa y malvada desde el principio, sé que no hay un hay que hacer, sé que es mucho más probable que la flaca del súper no haya sido la mujer de mi vida y no es mi culpa dejarla ir.

Pero diantres ya he estado aquí, ya he hecho esto, qué es esta cadena que me atrapa, qué es este frío y esta inmovilidad y este montón de considerandos y post-pensamientos y vueltas de rueda que ahora hago antes de hacer las cosas, cuando yo solía sólo pararme y decir wow, eres hermosa.

¿Estoy mejor o estoy peor?
Y nuevamente sé que la pregunta está mal formulada, this is not a contest and there's no wrong and no right. Pero me es difícil que no lo haya.

A veces quiero una vida de selección múltiple con hoja de respuestas.

Ella era hermosa, hermosa, como un sol, como dos soles, como una galaxia completa, como el espacio por completo vacío, innominado, sospechoso, y absolutamente sin límites (desconocido) que hay entre las galaxias, como burbujas de un universo que sólo crece. Y yo no se lo dije.

Mientras me alejaba (mientras ella se alejaba) resonaba en mi mente un poquito del Tao

Si quieres que algo se contraiga,
primero debes dejar que se dilate.

Si quieres deshacerte de algo,
primero debes dejar que florezca.

Si quieres tomar algo,
primero debes dejar que te sea dado.

Esto se llama la sutil percepción
de la forma en que son las cosas.

¿Quién puede esperar tranquilamente
mientras se asienta el lodo?

¿Quién puede permanecer inmóvil
hasta que llegue el momento
de la acción?

El problema parece ser saber.