Ayer (esta entrada tiene una semana de añeja, así que haceunasemana...) me tocó (a mí en la vida las cosas me tocan, lo que sucede es que mi gestor cultural es un tipo realmente movido) ir a presentar mis proyectos de investigación en una feria de investigación joven.
Fue un asunto de lo más ameno. Por un lado, estaban J. y J., cada una más bonita que la otra, anfitrionando. J. (por favor no confundir con J.) alta, trigueña, de voz grave (pero sin esa cosa ABC1-cigarrillesca que tienen tantas nenas de mi Universidad), vestida con unos jeans verde agua que le quedaban flor, y - lo siento respetable público, merece mención - unas pechugas de júbilo; J. en cambio era más como una muñequita de cintura perfecta, rubiecita y hechita a mano, pero con el detalle de unos lentes que le quedaban right the way JI likes them.
Ya hubiera sido bueno sólo con ellas. Pero fue mejor. yo iba con mi PC humildemente (yo iba humildemente, el PC no tiene nada de humilde, ¡gracias departamento de psiquiatría!) a presentar algo que me parecía ni tan entretenido: después de todo, los proyectos están en curso y todavía no tengo resultados duros qué mostrar.
Pero algo tiene eso de creerse lo que uno está contando. No me esperaba el nivel de interés que suscitaron mis pastabaseros y los ganglios de la base. No me esperaba el nivel de discusión que se generó; no esperaba ná, seamos francos.
Parece que esto es lo que me gusta en la vida: hace difusión. Explicar cosas, cosas que me gustan, cosas que me interesan. Duchamp agarró un urinal, lo dio vuelta, y dijo que era arte, porque él lo ponía en la exposición. Y punto. Quizá en todo funciona un poco así. No hay cosas interesantes, hay ámbitos de interés; el rol del curador es el divertido, elegir qué se eleva hasta ese ámbito, a hacer juego, a dialogar con las otras cosas interesables.
Pero algo tiene eso de creerse lo que uno está contando. No me esperaba el nivel de interés que suscitaron mis pastabaseros y los ganglios de la base. No me esperaba el nivel de discusión que se generó; no esperaba ná, seamos francos.
Parece que esto es lo que me gusta en la vida: hace difusión. Explicar cosas, cosas que me gustan, cosas que me interesan. Duchamp agarró un urinal, lo dio vuelta, y dijo que era arte, porque él lo ponía en la exposición. Y punto. Quizá en todo funciona un poco así. No hay cosas interesantes, hay ámbitos de interés; el rol del curador es el divertido, elegir qué se eleva hasta ese ámbito, a hacer juego, a dialogar con las otras cosas interesables.
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