Café Menta Chocolate para una tarde de tipear poemas.
Because Whittard, that's why.
Lo que hace que la realidad sea más ancha, lo que patea el límite un poco más allá, lo que hace a la verdad algo DINÁMICO... Neología es, en extensión, lo nuevo. Pero no con intención rupturista: Es el crecimiento.
Advertencia
Este blog NO es el blog del Médico Juan - Ignacio Reculé Rivera. Si usted busca a ese facultativo, puede encontrarlo AQUÍ.
12 de junio de 2012
11 de junio de 2012
Yolandi Visser
¿Qué concha, JI?
Yolandi Visser es una sudafricana parte del trío de música Rave-Rap Die Antwoord.
Die Antwoord significa La respuesta en afrikaans, ese idioma que está al principio de todos los menúes de idioma en la vida, un lenguaje híbrido de holandés, inglés, y dialectos nativos que hablaron los Bóers.
El Rave es como el Death Metal de la música electrónica. Y el rap es el rap.
Weird, ain't it?
Visser es rica, rica a cagar. De nariz finita, ojos grandes, boca dibujada a mano. Pero fuck all that, estéticamente explota el Zef, que es una palabra un poco imposible de traducir, así como traducir Redneck como "Cuello rojo" no dice nada. El Zef es la clase trabajadora blanca sudafricana que vive en blocks o casitas pareadas. La Florida, el Maipú profundo.
En los videos se viste con ropas harapientas, o se interpreta a sí misma como un personaje marginal, medio thug al peo, flaite. Ratas. Pelo sobredecolorado, corte flaito-punk.
Es repulsivamente interesante. El grupo y ella fluctúan cortejando la idea de la sátira, pero sin caer nunca en la caricatura; nunca sabes si se lo están creyendo o te están timando. Y debo decir que si les das un rato y un espacio, temas como Baby's on Fire o I fink u Freeky son buenos, bien buenos.
Me gusta el challenge visual que representan ella y Die Antwoord. Me gusta esta cultura nacida de la discultura. ¿Por qué es diferente al reggaetón, JI, dime, a ver? No estoy seguro. Quizá porque hicieron un minifilme con Harmony Korine (right in the balls, eh, hipster?), quizá porque en medio de sus temas se dejan ver entre líneas cosas como crítica cultural densa (machismo, decadencia, circuncisión ritual, etcétera). Quizá porque la mina es absurdamente rica y juega a serlo con una antibelleza que confunde, calienta, y cuestiona. Porque siento el subtexto ahí, justo detrás de la mina rica.
Quizá porque le gusta mostrar el culo en los conciertos.
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Yolandi Visser
10 de junio de 2012
Sudden Realization
Y mientras daba un alta, como un ladrillazo de espuma (últimamente todos mis momentos epifánicos andan así, a golpes suaves) me di cuenta que eso es justamente lo que más me gusta.
Dar de alta. Decirles: ahora va a pasar esto y esto, y usted tiene que hacer esto y esto, y se va a sentir bien. Y que al frente sonrían. The Full Circle.
No sé cómo aunar todas las cosas que espero de mi carrera aún.
Now, Eye-candy con Erin Heatherton. Erin es el nombre del espíritu femenino de la tierra de Irlanda.
Dar de alta. Decirles: ahora va a pasar esto y esto, y usted tiene que hacer esto y esto, y se va a sentir bien. Y que al frente sonrían. The Full Circle.
No sé cómo aunar todas las cosas que espero de mi carrera aún.
Now, Eye-candy con Erin Heatherton. Erin es el nombre del espíritu femenino de la tierra de Irlanda.
4 de junio de 2012
Signos
A la gente que me conoce le cuesta aunar que sea un tipo tan acérrimamente científico con algo que pareciera acercarse al pensamiento mágico. Sobre todo a los que me conocen más tiempo, y que me vivieron en mi etapa exactista en la que, si no se veía al microscopía, el algo no existía.
El golpe de gracia a esa manera de pensar me llegó de un texto de divulgación - ensayo filosófico de neurociencias de Popper (suena cuáaaatico ponerlo así, así que así lo voy a dejar (pleonasmo)). Popper explica de una manera excesivamente elegante el concepto de propiedad emergente, y desde ese momento me di cuenta que cualquier intento de negar eventos "mágicos" o "paranaturales" es intentar negar propiedades emergentes de elementos que no puedo computar.
Por eso acepto con naturalidad cuando las cosas parecieran apuntar a ciertas "intenciones". Claro, se me puede apuntar con sesgo de selección que sólo veo lo que cuaja y no todo lo que sobra, pero bueh, el sólo hecho de "ver" genera la propiedad emergente, entonces.
Lo complejo: una serie de hechos desagradables que me obligó a reflexionar sobre la ira, y sobre el bienestar, y sobre lo profundo que puede ser el control de esos sentimientos en mí, y cómo he estado soltando las riendas de algo que es trascendental, nuevamente. Quizá el cambio sustancial a lo que estos sucesos me obligaron estaba allí, esperando su momento para saltar. No lo sé. Sucedió ahora, con esta combinación de elementos. El universo es sagrado, déjalo actuar, dice el Tao (y mi pie derecho).
Lo simple: Me encontré un aro. Al lado de mi pie. En la micro. Esto antes me sucedía constantemente, por lo menos una vez al mes, un aro de alguna niña que perdía un aro (hubo un tiempo en que los guardé y una polola me preguntó qué onda, de quién eran los aros), en el piso, sonriéndome. Pequeños tesorillos citadinos. Sin darme cuenta dejó de pasar, hasta hoy, que el arito estaba allí al lado de mi pie, saludando como en los antes, y de sopetón me di cuenta qué lejos y qué tan largo. El mojo perdido.
Señales, signos. ¿Las cosas estarán cambiando?
El golpe de gracia a esa manera de pensar me llegó de un texto de divulgación - ensayo filosófico de neurociencias de Popper (suena cuáaaatico ponerlo así, así que así lo voy a dejar (pleonasmo)). Popper explica de una manera excesivamente elegante el concepto de propiedad emergente, y desde ese momento me di cuenta que cualquier intento de negar eventos "mágicos" o "paranaturales" es intentar negar propiedades emergentes de elementos que no puedo computar.
Por eso acepto con naturalidad cuando las cosas parecieran apuntar a ciertas "intenciones". Claro, se me puede apuntar con sesgo de selección que sólo veo lo que cuaja y no todo lo que sobra, pero bueh, el sólo hecho de "ver" genera la propiedad emergente, entonces.
Lo complejo: una serie de hechos desagradables que me obligó a reflexionar sobre la ira, y sobre el bienestar, y sobre lo profundo que puede ser el control de esos sentimientos en mí, y cómo he estado soltando las riendas de algo que es trascendental, nuevamente. Quizá el cambio sustancial a lo que estos sucesos me obligaron estaba allí, esperando su momento para saltar. No lo sé. Sucedió ahora, con esta combinación de elementos. El universo es sagrado, déjalo actuar, dice el Tao (y mi pie derecho).
Lo simple: Me encontré un aro. Al lado de mi pie. En la micro. Esto antes me sucedía constantemente, por lo menos una vez al mes, un aro de alguna niña que perdía un aro (hubo un tiempo en que los guardé y una polola me preguntó qué onda, de quién eran los aros), en el piso, sonriéndome. Pequeños tesorillos citadinos. Sin darme cuenta dejó de pasar, hasta hoy, que el arito estaba allí al lado de mi pie, saludando como en los antes, y de sopetón me di cuenta qué lejos y qué tan largo. El mojo perdido.
Señales, signos. ¿Las cosas estarán cambiando?
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28 de mayo de 2012
Resurrecciones
¿Alguien se acuerda de la serie de posts de La Becada?
(Implying que alguien los leyó)
Yo iba por la vida, tranquilo en mi proceso de vaciamiento Zen, y de pronto zás! un rayo de color dorado por el pasillo.
Volvió. Y es como un sol pequeño que deambula, dando pequeños infartos cardíacos a la gente como yo, con sus pequitas y su sonrisa juguetona.
Y volvió con lentes de marco grueso.
(Implying que alguien los leyó)
Yo iba por la vida, tranquilo en mi proceso de vaciamiento Zen, y de pronto zás! un rayo de color dorado por el pasillo.
Volvió. Y es como un sol pequeño que deambula, dando pequeños infartos cardíacos a la gente como yo, con sus pequitas y su sonrisa juguetona.
Y volvió con lentes de marco grueso.
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Quiero tener una pecera
Yo sé que es un pasatiempo de abuelo, o de adulto solitario, o de adulto maniático. Yo sé que añade innecesarios lonely guy points a mi perfil, que ya tiene demasiados. Yo sé que es carísimo, y que hay que estar preocupado del pH y la temperatura y la comida y la falta de comido y el exceso de comida y limpiar el tanque.
Pero quiero tener una pecera. Una pecera grande, con peces cirujano y algunos caracolitos y una columnita de burbujas. Una pecera hipnótica con colores hermosos, que ocupe todo el muro y que se pueda mirar a través. Porque me gusta mirar a los peces. Me ayuda a pensar. Me hace para y centrarme en el ahora, y admirar esa belleza simple del color en movimiento. Los antiguos dividían la enseñanza en el Trivium (yep, de ahí "trivial") y el Quadrivium. El Trivium era el primer ciclo de enseñanza, y con genialidad, corresponde a las ciencias del saber saber: Lógica, Gramática, Retórica; es decir, sé pensar, sé decir, sé comunicar. Luego venía el Quadrivium, que era la Aritmética, la Música, la Geometría, la Astronomía: El número puro, el número en movimiento, el espacio puro, el espacio en movimiento. ¿Hermoso, no?
Yo quiero un pequeño espacio para no pensar, para sentir. Un espacio para la belleza, que es el color en movimiento. Y el movimiento en sí mismo.
Mirar los peces moverse, parar, seguir moviéndose, vida, vida sutil y simple pero tan compleja.
Quiero tener una pecera.
25 de mayo de 2012
23 de mayo de 2012
Manhood
Llegué al lugar haciéndome el distraído, como si quisiera invocar la casualidad. Pero sabía perfectamente a lo que venía. Y su significado. Una suerte de rito de paso, un visaje a la adultez. Todas las culturas lo poseen y quizá la nuestra, más deformada por los siglos, ha de recurrir a estas muestras retorcidas del símbolo.
Nos miramos sin vernos, y yo elegí el formato de siempre para preguntar, ¿cuánto sale?. Me dijo su tarifa sin cambiar la modulación, una palabra de tres sílabas para un número de tres cifras que estimé pertinente. Accedí.
Tenía todo lo necesario para hacer lo que debía.
Todo acabó más bien rápido, pero el cambio profundo ya estaba obrado. Me levanté, mis zapatos relucientes; devolví el diario, y retorné a la ciudad, hecho un adulto, de camisa, pantalón, y usuario del milenario arte del lustrín.
Osciloscopio
Ahora,
sumido en la mendicidad del afecto,
expósito en la cloaca de los cariños naturales,
perdido en el foso, en el alcantar del pathos,
mi ética borrada
en el transir del tiempo
y el transar de los ideales
en el trance de los muertos
y de los que no logran estarlo
impreso en el profundo, dilecto don del águila,
Ahora,
cornamenta - imperio - matador,
pináculo evidente de mi casta,
estrella ardorosa y superlativa de mi cúmulo,
Ahora, en las cimas naturales de mi tipo
me desbarranco,
cayendo a las profundas simas abisales
de acuerdo a los tiempos establecidos
y el ritmo imperturbable de éstas
y de todas las oscilaciones
¿Y cuál es el ritmo del oscilador en este momento? Es tiempo de café y no de té, tiempo de guitarra acústica y no de eléctrica, tiempo de escribir más que de leer. Tiempo de esperar más que de buscar. Tiempo de recibir. Tiempo de escuchar, en lo posible. Tiempo de medrar más que de crecer. Tiempo de no agitarse.
Soy un animal de opciones simples.
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