Llegué al lugar haciéndome el distraído, como si quisiera invocar la casualidad. Pero sabía perfectamente a lo que venía. Y su significado. Una suerte de rito de paso, un visaje a la adultez. Todas las culturas lo poseen y quizá la nuestra, más deformada por los siglos, ha de recurrir a estas muestras retorcidas del símbolo.
Nos miramos sin vernos, y yo elegí el formato de siempre para preguntar, ¿cuánto sale?. Me dijo su tarifa sin cambiar la modulación, una palabra de tres sílabas para un número de tres cifras que estimé pertinente. Accedí.
Tenía todo lo necesario para hacer lo que debía.
Todo acabó más bien rápido, pero el cambio profundo ya estaba obrado. Me levanté, mis zapatos relucientes; devolví el diario, y retorné a la ciudad, hecho un adulto, de camisa, pantalón, y usuario del milenario arte del lustrín.
3 comentarios:
really? wow
(excurso: captcha says: butman)
y en mi modo slowpoke, no leer el párrafo final hizo que todo calzara después.
era la idea pos washa.
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