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4 de junio de 2012

Signos

A la gente que me conoce le cuesta aunar que sea un tipo tan acérrimamente científico con algo que pareciera acercarse al pensamiento mágico. Sobre todo a los que me conocen más tiempo, y que me vivieron en mi etapa exactista en la que, si no se veía al microscopía, el algo no existía.

El golpe de gracia a esa manera de pensar me llegó de un texto de divulgación - ensayo filosófico de neurociencias de Popper (suena cuáaaatico ponerlo así, así que así lo voy a dejar (pleonasmo)). Popper explica de una manera excesivamente elegante el concepto de propiedad emergente, y desde ese momento me di cuenta que cualquier intento de negar eventos "mágicos" o "paranaturales" es intentar negar propiedades emergentes de elementos que no puedo computar.

Por eso acepto con naturalidad cuando las cosas parecieran apuntar a ciertas "intenciones". Claro, se me puede apuntar con sesgo de selección que sólo veo lo que cuaja y no todo lo que sobra, pero bueh, el sólo hecho de "ver" genera la propiedad emergente, entonces.

Lo complejo: una serie de hechos desagradables que me obligó a reflexionar sobre la ira, y sobre el bienestar, y sobre lo profundo que puede ser el control de esos sentimientos en mí, y cómo he estado soltando las riendas de algo que es trascendental, nuevamente. Quizá el cambio sustancial a lo que estos sucesos me obligaron estaba allí, esperando su momento para saltar. No lo sé. Sucedió ahora, con esta combinación de elementos. El universo es sagrado, déjalo actuar, dice el Tao (y mi pie derecho).

Lo simple: Me encontré un aro. Al lado de mi pie. En la micro. Esto antes me sucedía constantemente, por lo menos una vez al mes, un aro de alguna niña que perdía un aro (hubo un tiempo en que los guardé y una polola me preguntó qué onda, de quién eran los aros), en el piso, sonriéndome. Pequeños tesorillos citadinos. Sin darme cuenta dejó de pasar, hasta hoy, que el arito estaba allí al lado de mi pie, saludando como en los antes, y de sopetón me di cuenta qué lejos y qué tan largo. El mojo perdido.

Señales, signos. ¿Las cosas estarán cambiando?

3 comentarios:

Coni. dijo...

es bonito cuando suceden cosas así, aunque no entendí nada de lo de propiedad emergente

Unknown dijo...

Imagina que eres un científico en un mundo muy muy simple. Sólo existe el Hidrógeno. Y lo describes y lo estudias y terminas sabiendo todas sus propiedades, todas sus medidas y detalles, lo conoces tan bien que puedes predecir todos sus comportamientos e interpretar a la perfección el por qué de todos los sucesos de este pequeño universo hecho de H. Sin embargo, nada en todo ese estudio te permite predecir nada sobre el Helio, que ocurre al fusionar dos Hidrógenos (para los puristas: dos deuterios). Las propiedades del Helio son EMERGENTES en este universo, porque aunque puedas deducir todas las reglas físicas a las que el hidrógeno se somete, aparecen algunas nuevas para el Helio. Puedes ahí adoptar dos posturas:
a) las leyes físicas siempre estuvieron ahí, nada más no existía el objeto "Helio" para ponerlas en evidencia
b) No hay "leyes", si no que la presencia del Helio modifica el universo, estableciendo comportamientos nuevos.

De todos modos, el corolario es el mismo. No puedes deducir un ala estudiando la pluma, sólo puedes caracterizar muy bien la pluma. Cada vez que aúnas elementos simples para acceder a un nivel superior de complejidad, por mucho que conozcas a la perfección los elementos originales, tienes que estar dispuesto a reconocer nuevas propiedades inherentes a tal nivel.

Así, un Mecanicista recalcitrante está obligado a aceptar que lo que no está descrito como inteligible puede ser simplemente una propiedad emergente que no contempla.

Otro corolario, aún más indigerible, es que las leyes básicas de cada nivel no tienen lógica interna. Sólo son. ¿Los planetas orbitan el sol? Es porque están cayéndose hacia el sol, porque los objetos se caen, porque existe la gravedad que hace eso con los objetos con masa. Por qué la gravedad hace eso a los objetos con masa? aún no sabemos pero seguro que en algún momento se descubre un gravitón que lo explique, pero puedes seguir y seguir bajando hasta un set de leyes mínimas que lo rigen todo. Esas no tienen ninguna base y bien las puedes llamar dios.

Coni. dijo...

hermoso, gracias JI