He huido de las ataduras de la costumbre, hechas de ternura ficticia, de engaño sensual y de hábito perezoso. Creo que sólo hubiera podido amar a un ser perfecto y soy demasiado mediocre para merecer que me aceptara, incluso si lo encuentro algún día. Y esto no es todo, amiga mía: nuestra alma, nuestro espíritu y nuestro cuerpo tienen exigencias generalmente contradictorias; creo difícil unir satisfacciones tan diversas sin envilecer a unas y sin desanimar a otras, así que he disociado el amor.
Yourcenar propone en un párrafo lo que yo he, con mucho más torpeza que ella, tratado de balbucear en un opus. Precisamente aquí están todos los elementos que configuran al aberrante, al perverso: la denostación de la costumbre como un elemento inferior, la aspiración ideal que justifica la denigración a la que se somete todo aquello que no lo alcanza, y que aún más hace necesaria esa contraposición; la autoflagelación como espejo, que absuelve. Finalmente, las contradicciones que le permiten argumentar cualquier punto de vista, la razón de la paradoja; y el elemento del "encuentro", o posibilidad de duda, como lo he llamado yo, esa puerta abierta que queda al final por la que pretenden ver la luz si llegase a necesitarse."
- Cellar Heights, analizando el "Alexis" de Marguerite Yourcenar
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