Esto surgió de una respuesta en FB para Pancho por el comentario: "Apoyo eso, la educación se ve como un fin en sí mismo."
...mhmhmh entonces nos enfrentamos a una paradoja. En la definición que yo manejo, un bien absoluto es aquél que es connatural a la dignidad ontológica del ser humano, por lo mismo, cualquier humano privado de ellos está en una situación crítica; su humanidad está siendo amenazada (es claro que esto es admisible sólo en sistemas que consideran al humano un ser digno). Por lo mismo, pocos bienes se consideran absolutos, a saber, la vida, la libertad y la autodeterminación. El resto de los bienes serían aquellos que permiten un acceso mediato a los bienes absolutos.
Si consideramos la educación como un bien absoluto, tenemos que considerar que los lamas, los bosquimanos, los jinetes de la estepa asiática, etcaetera, como gente que está mermada en su humanidad. Frente a ello habría un imperativo ético de intervenir; de ir a los lamasterios a rescatar a los niñitos de 5 años de su inhumanidad, de ir donde los bosquimanos a arrasar su cultura inhumana.
La otra alternativa es que intentemos una definición transcultural de educación que permita incorporar esas otras educaciones, fuera del aula, hasta que quede un concepto lo suficientemente amplio como para dejar contento a Kant, convertirlo en imperativo categórico, y de paso, en bien absoluto. Ambos sabemos que esa no es la educación de la que ustedes hablan.
La opción final, que me parece más razonable, es asumir que la educación es un bien mediador para esos bienes últimos. Aquí, obligatoriamente, hay que detenerse para evaluar lo que yo digo: ¿Cómo esa educación nos está acercando a la vida o a la libertad? La propuesta principal a ello tiene dos aristas.
Por un lado, la educación es un puente a la autodeterminación. Mientras más educado estoy, más me puedo determinar, más me puedo liberar.
Por el otro, la educación debiese aumentar la fuerza de ingresos, permitiendo la adquisición de bienes. Ésta es la traducción actual del bien "vida", es decir, disfrutar la vida.
Sin embargo, por el sistema de organización económico, este esquema tiende a actuar como aporía. El sistema de adquisición de bienes se vuelve en un fin en sí mismo, poderosamente coartando la libertad de autodeterminación. Es cosa de observar el ritmo de endeudamiento de la población, que funciona mejor que el sistema de fichas de las salitreras: la nueva esclavitud. Y la población se somete a ella muy voluntaria y alegremente, hay que añadir. Un bien destruye al otro. Además, está en entredicho que la educación efectivamente aumente el retorno de ingresos del que estudia.
Por el lado de la autodeterminación, en todo caso, la educación sí coopera, pero como previo: decidir educarme o no educarme en un área específica de la técnica o del saber es un gran poder de determinación. Para eso, la oportunidad debiese estar dada. Sin embargo, es una decisión; se debe entender como un proceso en que se toma una opción, con las consiguientes pérdidas.
Finalmente, el rol del estado es asegurar bienestar, mediante el resguardo de los bienes absolutos (impedir ley de la Selva, y dentro de lo posible, de Talión; asegurar un acceso básico a salud, alimentos, y refugio), y facilitando el acceso a los bienes mediadores, como los hemos nombrado aquí. La educación superior masiva no debiera ser una de sus prioridades, por tanto. Sería beneficiar sólo a uno, de muchos elementos que permiten la autodeterminación. Es como si decidiera subvencionar poderosamente a las compañías productoras de calcetines: la gente se siente autodeterminada usando un calcetín de su color favorito. Si pueden acceder a ello gratis, será beneficioso.
La educación universitaria NO ES un fin en sí mismo. Si lo fuera, todos los universitarios serían ostensiblemente más felices que la población general. No estoy hablando de bienestar, ni siquiera de autoimagen: hablo de FELICIDAD. La educación como fin es una esperanza aprendida que es poderosamente dañina. No todos están preparados para ser astronautas. Los niños quieren serlo cuando son pequeños, pero en el camino aprenden que no tienen el físico, el intelecto, el tesón, lo que sea, para ser astronautas. Así mismo, no todos (se supone que menos de la mitad) está preparado para especializarse en un área de saber o técnica y convertirse en generadores de soluciones en sus áreas de problemas.