Lo que hace que la realidad sea más ancha, lo que patea el límite un poco más allá, lo que hace a la verdad algo DINÁMICO... Neología es, en extensión, lo nuevo. Pero no con intención rupturista: Es el crecimiento.
Advertencia
Este blog NO es el blog del Médico Juan - Ignacio Reculé Rivera. Si usted busca a ese facultativo, puede encontrarlo AQUÍ.
Aquí, en este vértice, Tomás, hago un abismo, trazo un vacío imponente, paro mi vida.
Aún escucho crujir la naturaleza y el corazón de tu madre, aún veo el sonido de mundo, de tiempo que se derrumba, de sol, de mar, de luz partida de la última gota de aceite alcanforado, aún siento que la pequeña lengua lame la eternidad ensangrentada.
Oloroso y campesino de estatura, alegre como los ganados.
Ahora te come la tierra, más glotona que tú, hijo mío, niño mío, Tomás, y yo te lloro.
Eras muy hombre, Tomás.
Minero, soldado, marino, explorador, se quebraron los vientos de la muerte en tu frente de dos años, y era como una gran tempestad, arrasando pinares de noche, tu actitud agonizante.
Morías como un héroe del absoluto.
Fuerte, libre, gloriosamente cósmico, el dramatismo te agrandaba las entrañas.
Hoy aromo de albahacas de Chile tu memoria.
¡Oh! amigo mío, Tomás, bebo mi jarra de espanto a la salud de tu alma, y te consagro Raimundo, a quien tú, TOMÁS DE ROKHA, entristeciste “por los siglos de los siglos”, con tu alegría incalculable.
Paro ahora en serio, un poco de reflexión. La respuesta que recibo en mis círculos cuando emito este tipo de exabruptos cobra formas, intensidades y condenas disímiles pero en general se reducen a un mismo argumento fundacional: A la gente hay que educarla.
Es difícil rebatir eso, suena perfecto. Pero realmente ¿hay que educar a alguien para querer vivir en un lugar limpio, para deambular por sitios hermosos? ¿Qué tanto de eso es realmente educar y qué tanto es instalar una necesidad creada?
No es secreto que se puede sufrir sobre un Mercedes escuchando a Wagner, rumbo a la Sala de Arte, vestido bellamente y mientras se piensa en el ensayo sobre la obra de Vallejo que se leyó ayer, mientras se toma nota mental que hay que ir a depositar las pilas para reciclarlas y hacer la donación al Jardín Botánico. La cultura no hace mejor a la gente.
Quizá hay que dejar a cada uno lo que necesita. No creo que los sopaipillas sean más feliz escuchando a Mozart si se los enseño, que escuchando su bachata reggaetonera. En serio. No. No es necesario hacer esa inversión. Cada uno tiene lo que quiere y necesita.
Insisto que el problema está aquí. El descontento social es de dos tipos: el real, el que tenían los trabajadores de 1900 que eran asesinados en sus fábricas; y el creado, el de la gente que le han enseñado a querer cosas que no necesita. El pueblo no necesita que lo eduquen: aquellos que quieren ser educados, lo serán. Lo buscarán. Lo proporcionarán a sus hijos, en vez de regalarles celulares última generación y zapatillas Nike. Y esos hijos a sus hijos. Así se genera la cultura: entre quienes la quiren, entre quienes la viven, la aman, la necesitan.
No le enseñen al pueblo a querer lo que no quiere. No quieren violines. No se lo enseñen. No quieren calles limpias. No se lo pidan.
Es mi culpa, por "vivir en el cerro". Es cierto. El cerro Merced es un lugar para que hagan caca los perros, porque la gente que allí reside lo permite. Yo que me quejo soy el no perteneciente. Y claro, como me cargan los perros y sus cacas, voy a salir de aquí. Esta sociedad que nos construimos funciona así. La movilidad social sí existe, y anda bien.
Lo que pasa es que hay algunos que quieren el pan y el pedazo, y quieren Beethoven y Daddy Yankee, calles limpias y flojear.
Creer a patas juntas que el destino no existe.
Así puedo hacer de todo sin creer que me estoy perdiendo lo importante,
y cuando las weás salen al revés
no siento que me estoy torciendo la vida pa' siempre.
"Mira, si en verdad soy feliz con re poquitas cosas lo que pasa es que ahora estoy cansado súper cansado y eso me sube el umbral de la felicidad"
Pensamiento autorevelador epifánico del día, con Barros Castillo.
Me pidió perdón (estaba parado enfrente del timbre)
pero me pidió perdón mirándome como si me pidiera perdón por estar ahí,
perdón por ser él ahí,
tan inadecuado, pidiendo perdón por ser viejo
me pidió perdón con una mirada de vergüenza,
como si tuviese vergüenza de sí mismo.
Holy shit don't let me feel like that,
never ever, ever, lord.
Y a veces me cago de terror que la vejez sea eso y no mucho más,
sentirse obsoleto y avergonzado
de no ser como se era.
Cuando estaba en lo más profundo del hoyo de mi depresión
y me ponía a tomar solo en la noche
ponía esta canción
como para tratar de reírme de mí mismo y sentir que todavía tenía capacidad de ironía.
La podía escuchar 10, 20, 30 veces mientras me bajaba piscolas
o mientras me bajaba cervezas
y después me iba a acostar.
Y sí, el lugar era una prisión
con muros de diploe.
23 de enero de 2012
Preaching To The Choir Invisible, Part 2 by Quiet Company on Grooveshark
Para Sofía Almendra, en algunos años, cuando todos se sientan tranquilos con lo que le han inculcado, y yo empiece mi cruzada liberadora.
Y esa sensación nauseosa, nociva, de entender, aceptar, y validar
a todos esos monstruos
que decidieron escapar corriendo del sistema público y sólo trabajar en el privado. Por que en verdad
yo no estudié para esto
para llenar papeles para que al otro lado del mesón me crean
que sí,
el viejo está infartado
y hay que hacerle su ecocardio de control.
Me voy a hacer cagar el alma
y el cuerpo
y el aire
y las vértebras se me van a porificar un poco
y seguro que me voy a adelantar como 5 años la hipertensión
y le voy a restar un buen tiempo a la deambulación no-asistida.
Me voy a echar a perder
los pulmones
y me voy a llenar de hoyitos la cabeza
lo voy a pasar
pésimo.
Pésimo.
Me voy a sacar la carne y los huesos después de la carne
y la médula de los huesos después de los huesos después de la carne
y las cenizas de la médula después de quemarla
cuando ya no quede ni médula ni huesos ni carne.
Y mi piel no va a servir para hacer nada
así que la voy a secar al sol
y después la botaré
y al final quedaré ahí
brillante
luminoso
y deshecho.
Me voy a hacer mierda.
Y miraré hacia atrás con el tiempo usado
y diré
qué he hecho
qué ha sido de lo que yo he sido y de lo que era
qué soy
ahora que no soy lo que fui.
Whatever.
Hark close and still what I now whisper to you,
I love you, O you entirely possess me,
O that you and I escape from the rest and go utterly off,
Two hawks in the air, two fishes swimming in the sea,
What is all else to us? only that we enjoy each other and exhaust each other if it must be so;
Was it doubted that if the body does not do fully as much as the soul?
And if the body were not the soul, what is the soul?
I have perceiv’d that to be with those I like is enough,
To be surrounded by beautiful, curious, breathing, laughing flesh is enough,
I do not ask any more delight—I swim in it, as in a sea.
There is something in staying close that pleases the soul well;
All things please the soul—but these please the soul well.
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(poema compuesto a partir de versos sueltos de I Sing The Body Electric & From Pent-Up Aching Rivers)
Cuando cursaba el 2º medio, mi profesora María Lorena Araya tuvo la lindura de regalarme los Sonetos y La Violación de Lucrecia, de Shakespeare, en inglés. En su momento el regalo pareció excesivo, pues claramente mi inglés proviniciano no estaba preparado para leer el cúlmen de toda esa lengua.
Sin embargo, el profundo agradecimiento vino años después, cuando cogí el libro nada más por curiosidad y pude enfrentarme a lo que en algún momento leería descrito - acertadamente - como el "vigoroso, muscular endecasílabo inglés". Probablemente en esa primera lectura perdí, siendo optimistas, la mitad del contenido de lo que leía; pero la música estaba allí, abierta ante mis ojos, fascinándome y cambiándome por dentro.
Tuve que conseguir obras a texto enfrentado para comparar, para extraer vocablos oscuros, para ordenar ideas supeditadas dentro de ideas supeditadas que escapaban a la capacidad de trabajo de mi fascículo arquato cuando se trata de una lengua no materna.
Y así fui aprendiendo a leer poesía en inglés, pero también fui aprendiendo a leer a los traductores de poesía.
Toda traducción es reescritura, claro. Pero también es pérdida. Algo hay que privilegiar, y sangre debe correr por las paredes del altar transfigurador de la transliteración (so many t's there!). Fui viendo que algunos preferían conservar el verso y el ritmo (notables fueron unos sonetos endecasílabos traducidos a sonetos alejandrinos, justificadamente para conservar el contenido sin sacrificar el verso y forma, que me introdujeron simultáneamente a este tipo de traducciones, y al verso alejandrino: Falaquera, con Shakespeare); otros jugaban su ser por el lenguaje, la precisión del término, la exactitud del fondo.
Otros, pocos, los más sutiles, los más - si se quiere - modernos, intentaban la mucho más difícil idea de traducir el tono, el ambiente, el modo (Eduardo Iriarte lo logra con Auden).
Por eso mi alegría fue vasta cuando, al decidir emprenderla contra el americas gigas, contra el viejo de plata, Whitman, encontré traducción por Borges. No es novedad para nadie que me gusta Borges. Le tengo cariño. En palabras del mismo Whitman, They did not love him by allowance, they loved him with personal love. Como narrador es fundamental. Esa sensación de yo he pensado esto pero no sería capaz de escribirlo así sucede con Jorge Luis más fuertemente que con cualquier otro. Pero como poeta es... fome. Fervor de Buenos Aires no es un libro imprescindible en una biblioteca poética como sí lo es El Aleph en una de cuentos.
Pero como traductor poético es pésimo.
No hay respeto estricto por el contenido; no hay respeto por el ritmo, por la longitud del verso, por el peso del verso, en una poética que se pasa por la raja la rima y la métrica. No logra atrapar el tono. Y como si esto fuera poco, se aroga la licencia de mitigar en ciertos pasajes las licencias amatorias de un autor que, si hemos de creerle al pie de la letra, le hace de chincol a jote. Imperdonable.
¿Qué decir sobre Whitman mismo? Song Of Myself es excesiva. Es programática, es cadenciosa, es absolutista. Conceptualmente, incluso Ideológicamente, es un salto adelante de un siglo, no se puede negar ni discutir. Aborda las problemáticas de MIS contemporáneos cuando apenas se empezaban a gestar en los suyos. Y lo hace con un optimismo, con una certeza, que solo corresponden al profeta iluminado. Pero el texto mismo, el objeto bello, cansa. Satura. Hay que cerrar el libro no por emoción, no por epifanía, ni siquiera por la necesidad de digerirlo, sino que por tedio.
No niego los chispazos. Cuando Whitman escribe un texto perfecto (Starting from Paumanok), esperfecto: arrebatador, total, con un ritmo obligante y unos versos completamente autónomos y un crescendo exacto. Pero no es el grueso de Leaves of Grass. Aún no lo termino, vamos a ver qué sorpresas me depara.
En mi mano izquierda tome tu retrato
Y en mi otra mano una copa de vino
Y brinde contigo sin estar presente
Y brinde contigo por tu amor ausente
Y metí la foto dentro de mi copa
Y en ella tu imagen se fue disolviendo
Y poquito a poco y muy lentamente
Todo tu recuerdo, me lo fui bebiendo
Y me bebí tu recuerdo
Para que jamás vuelva a lastimarme
Yo quiero que sepas que aunque adolorido
Hoy ni de tu nombre yo quiero acordarme
Ayer en la micro, muy buen cantante.
Rescato la imagen la raja de disolver la tinta de la foto en el alcohol y bebérsela. Qué punk. Qué asesino. Es mejor que escupirle a la mina a la cara
es mejor que ningunearla
es simplemente
bebérsela
hacerse un Zeus, infinito, por sobre todas las cosas
y mirar hacia abajo sobre los recuerdos. Temón de Micro.
12 de enero de 2012
"[...] y ella le dijo a él - Te voy a dar un beso. Eso fue todo lo que sucedió, todo lo demás, todo lo que sigue en la novela puede que sea o no sea accesorio pero lo único de verdad era eso."
-Andrés Matmurah, introducción al "Tiempos de Caos"
STARTING from fish-shape Paumanok, where I was born,
Well-begotten, and rais’d by a perfect mother;
After roaming many lands—lover of populous pavements;
Dweller in Mannahatta, my city—or on southern savannas;
Or a soldier camp’d, or carrying my knapsack and gun—or a miner in California;
5
Or rude in my home in Dakota’s woods, my diet meat, my drink from the spring;
Or withdrawn to muse and meditate in some deep recess,
Far from the clank of crowds, intervals passing, rapt and happy;
Aware of the fresh free giver, the flowing Missouri—aware of mighty Niagara;
Aware of the buffalo herds, grazing the plains—the hirsute and strong-breasted bull;
10
Of earth, rocks, Fifth-month flowers, experienced—stars, rain, snow, my amaze;
Having studied the mocking-bird’s tones, and the mountainhawk’s,
And heard at dusk the unrival’d one, the hermit thrush from the swamp-cedars,
Solitary, singing in the West, I strike up for a New World.
Y yo iba en el metro y empiezo el libro y esto es lo primero que aparece y weón.
Se me salió una lagrimita cuando llegué al I STRIKE UP FOR A NEW WORLD
Pues te empapaste obscena
los pechos y los labios y las manos en Leteo
te sumergiste
y sí
sí lograste olvidar.
Y yo como un tarado metía la cabeza hasta ahogarme en el Cocito
y me desfondaba a gritos en el Aqueronte,
¡ay!
pensando en que esto era
de un ardor más allá del Flegetonte en lo imperecedero.
Pero si amplio por Mnemósine es tu desprecio;
amada
bien sé que me queda
aún un río por probar.
Propongamos la siguiente situación: el hablante A: "mi carnalito se despostigó y ahí mismo le vio el rostro a la Virgencita". El hablante B: "Mi hermano se defenestró. El deceso fue instantáneo". Ambos actos de habla tienen el mismo contenido de información. En el análisis habitual, propondríamos que la diferencia radica en la para-información, en los elementos adicionales que nos pueden hablar del contexto, o del hablante mismo. El código.
Pero tal aproximación es inútil cuando lo que queremos es encircular precisamente el acto de habla. Porque el hablante A estará diciendo borborigmos en el Palacio de Gobierno mientras el hablante B estará sólo ensayando jitanjáfora en la periferia. El acto de habla es evaluado en su función comunicativa. Que esa función pueda deformarse, renunciarse, opacarse, y cualquier elemento que queramos asignarle, es posterior y nada más un acto de arte o rebeldía. El acto de habla es un acto comunicativo siempre.
Por tanto el lenguaje, cuando se le supone herramienta del acto comunicativo, está supeditado a él. No hay lenguaje correcto o incorrecto, tal depende del acto de habla. El spanglish, el argot, todo queda así justificado; el intento RAE de limpiar, fijar y dar esplendor tuvo su momento, pero es como un muro impuesto al mar del habla y ya cumplió el ciclo de generar una base-lenguaje para su real propósito.
Sin embargo no debe suponerse que el lenguaje queda estancado allí. Es labor de la literatura - y en particular de la poesía - dos elementos imprescindibles de evolución. Por un lado, alguien tiene que buscar funciones para el lenguaje, funciones nuevas (actividad sub-habla). Pero mucho más importante, dado que el habla incorpora e incorpora en su esfuerzo comunicativo, es como una gran bola de nieve que cae y cae. Es también labor de la literatura - del arte - validar nuevas formas de acto comunicativo; ensayar y traer a lo diario maneras nuevas de acto-del-habla que naturalmente no se darían (actividad meta-habla).
La poesía puede y debe, entonces, existir en estas tres formas.