(dos poemas "redescubiertos" que ahorita van saliendo a un concurso. Sáficos hechos por un varón)
Matinal
Dulce Safo, tú y tus
ojos repetidos, ¿dónde estarán ahora?
adornando quizá qué
blanco y tibio cuello femenino
besando la dulzura de
un cálido pezón trémulo o tal vez
abrazada al sueño de un
cuerpo espiga como una pradera
que apacentara la
legión indómita de tus caballos salvajes.
Safo, como un trueno
quebrando la pulcritud del viento
y su carrera petricida
sobre la solitaria estancia de los cañones y sus basaltos,
o la fulgurante espera,
desesperada del silencio, de las araucarias
el dragón dorado y rojo
que asciende en un baño de pétalos y semillas y amapolas
o el golpe sordo de
metal del ballenero contra el océano ultrajado y desangrante.
Safo, podrías estar en
cualquier lugar
arropada en cualquier
sentimiento;
Yo
no puedo dar cuenta de
nada de ello
salvo
dulce Safo
de las últimas horas de
esta mañana que agoniza hacia el día
en que has estado en mi
mente.
Con un hombro desnudo
mientras yo
en forma sistemática y
exhaustiva
ensayaba todos los
abordajes posibles para una delicada mordida
que habría de ir a caer
en la tenue unión
donde hombro, cuello, y
espalda van a perderse
en un grandioso nuevo
espacio;
quizá con el secreto
anhelo de las estepas
el viento en los
desfiladeros,
la fría niebla en el
arauco profundo
las tormentas
orientales y el ártico obscuro,
nocturno,
y mortal.
Safo
i)
Y cuál sería el
problema
Safo
Si aún teniendo un
cromosoma de más
y un cromosoma de menos
para agradarte
empiezo a fundir de tu
imagen un ídolo. No te asombres.
Yo
sé
que mi cuerpo es una
meseta selvática
y tú en cambio
animal de sabana y
cordillera
y que a mi flecha
cazadora eres inmune
pero,
Safo,
qué importa qué importa
qué importa.
Si no puedo seducirte
que se estrellen mis olas en el muro inexpugnable de tu faro.
Que la piedra del alma
vuele como un puño
que se abre de pronto
en el aire y como pájaro transido
no llega jamás al
nidal.
Safo, nada importa.
ii)
Y qué si habría mi flor
de florecer sólo para marchitarse
si el perfume de las
rosas y la miel cargada en los dromedarios
se pierde derramándose
en la aciaga y hostil noche de los desiertos,
si el canto de mis
ninfas se oscurece en el ruido y sedición de la maquinaria.
Safo, nada pasaría
porque a aquellos seres
que ayudan a poner y hacer salir el sol
quién vive, quién
muere,
por ti,
nada importa
El cielo es una
fortaleza y hasta allá
lo que pueda movernos o
cambiarnos o destruirnos
no, nunca llega.
iii)
Safo,
me estás comenzando a
dificultar la respiración y otras
funciones básicas
funciones vitales
no puedo por ejemplo
juntar las bocas
abiertas y anhelantes de mis párpados sin que en el fondo de sus pozos gemelos
brillen los tuyos
y no puedo
coordinar la compleja
arquitectura del sueño
sin que vengas a tomar
un leisure walking
y todo se venga abajo
por el peso de tu gravedad
de tu atracción
inmovilizante
del fuego pétreo y
negro y voluptuoso que acunas en los ojos y la boca
Safo.
Eres
un peligro, hermosa, dura e inalcanzable.
No tenías que venir
si no ibas a quedarte.