Lo que hace que la realidad sea más ancha, lo que patea el límite un poco más allá, lo que hace a la verdad algo DINÁMICO... Neología es, en extensión, lo nuevo. Pero no con intención rupturista: Es el crecimiento.
Advertencia
Este blog NO es el blog del Médico Juan - Ignacio Reculé Rivera. Si usted busca a ese facultativo, puede encontrarlo AQUÍ.
30 de abril de 2012
"Y descubrí que era infinitamente infinito cual una campana que resonara en el espacio del espacio"
25 de abril de 2012
Missing the Companion Cube.
24 de abril de 2012
Hoy conversando con la Cata Lina sobre la juerga:
"no po, yo era el rey del carrete ahora soy mis despojos. Todo hombre viejo es un Rey Lear yo que soy un hombre joven sólo soy el Fool. weón escribo muy lindo, esto va al blog"
23 de abril de 2012
"Pero eres tú quien hace de mí un impostor, porque tú crees en todos mis pecados, porque, si pudieras, dejarías que te calaran hasta los huesos, te los llevarías contigo al otro mundo, te los llevarías al paraíso y se los darías de comer a los ángeles.. Como si los ángeles fueran palomas, yo fuera pan duro y a ti te hubiera enloquecido la soledad."
"Lo cierto es -hizo una pausa- que yo podría encarnarla y ser mejor ella que ella misma."
"-Si me pusieran en las manos -le explicó el chico interrumpiéndole- una pistola cargada, apuntaría con ella a alguien y apretaría el gatillo. Porque los gatillos están hechos para ser apretados, porque una pistola cargada es un sino. Y entonces tu vida cambia por completo"
- El Chico, Naeem Murr
20 de abril de 2012
"Si te pones un par de zapatos que antes ha llevado otro hombre, te condenas a ti mismo a mezclar con tu propio modo de andar algo de su balanceo y de su inclinación, y puesto que las personas son tanto -quizás más- superficialidad y gesto que profundidad y alma, puesto que las personas están hechas tanto de fuera hacia dentro como de dentro afuera, añaden cierto matiz del color del que estuviera teñido el destino de aquel hombre al suyo propio."
"Sean pensó en Caitlin,en su forma, aquella larga cabellera, como una especie de aluvión, en la que enterraba la cara, su cuerpo furtivo y sinuoso, la tímida, coqueta forma que tenía de comer, pero en realidad es en su esposa en quien estaba pensando, trasvasando ternura."
- El Chico, Naeem Murr.
Salí a caminar mientras el sol agostaba y en la tranquilidad de las hojas muertas pensé sin palabras entre más aclaro, entre más me acerco a justo eso que soy, entre más llego a la vida que es mi vida, no al plan de mi vida si no al increíblemente exacto y específico vivir de mi vida, entre más justamente soy yo y no un genérico, más se agota la posibilidad que encuentre a alguien dispuesta y capacitada de acompañarme allí donde quiero estar. Meh.
Como es la costumbre con los posts serios y reflexivos, hoy les presento a Kaya Scodelario.
Reafirmando la tesis que en los genes itálicos está la perfección.
Dejemos de lado a las gordas mórbidas. Dejemos de lado a las diabéticas que no se cuidan, que creen que la salud es un maná que brota de la tierra y no tiene nada que ver con sus acciones. No pensemos un momento en esas viejas cachenchas polisintomáticas que no necesitan un doctor, necesitan que las quieran.
Si nos abstraemos de eso, los turnos sí son lindos. Porque pese a lo que el lector conocedor pudiese pensar de mi persona, hay pocas cosas más lindas que un recién nacido llorando con ganas, y el momento en que su simiesca y peluda cabeza aparece por algún orificio para saludar al mundo. Porque las embarazadas fisiológicas, esas que subieron de peso sólo por su guagua y su útero y no por antojo constante de completos, sí tienen esa aura beatífica, esa belleza sublime y reposada que dan ganas de hacerles cariño.
Ahí está el peligro, claro.
Porque es muy fácil mirar el estilo de vida de estos sujetos y decir son unos idiotas, cómo es posible que estén tan desesperados por la plata que estén dispuestos a trabajar de noche una vez a la semana. Pero es que el gran secreto es que no lo hacen por dinero. Lo hacen porque les gusta. Y me doy cuenta porque también lo siento. Porque uno llega a generar una pequeña mitología de uno mismo, un personajillo agradable al que le gusta representar, porque lo ha ido construyendo con esmero, condimentándolo con pequeñas perlas que profesores significativos aportaron, o sutiles aprendizajes que sólo eran obtenibles por experiencia; porque es agradable llamar a las pacientes y decirles en qué te ayudo, sonreír como promotora de vinos y desconcertarlas un poquito con un trato infinitamente amable que desmiente esas urgencias de un paciente tras otro y el trato maligno de los otros laburadores de la salud. Porque es rico recibir, escuchar, diagnosticar, tratar, y al final el premio de sentir que la paciente está resuelta y no sólo está resuelta: se siente resuelta.
Debe ser fácil, debe ser canallamente fácil pisar el palito y hacer los turnos. Porque la sensación es de pasarlo bien; porque es entretenido hacer camaradería con un grupo de personas que vibra con las mismas cosas que tú. Porque hay que tener una convicción férrea para decir No. Yo lo veo, lo veo y le hago el quite, me escapo, pero qué fácil sería vender un ratito del espacio personal, acceder a cambiar un poquito del plan original y hacer el turno, y tener la especialidad médico quirúrgica, total, la estadística dice que me caso con una doctora y seguro me entenderá, tú sabes, el turno.
Si la decisión fuera entre la plata y el bienestar, como yo creía que era, sería mucho más fácil. Pero la decisión es entre dos tipos de bienestar. Entre un bienestar reposado, natural, y ese otro bienestar, el bienestar del bicho activo, el bienestar del cerebro, el bienestar del que ama lo que hace.
Decidir siempre es botar algo que te gusta, en fin de cuentas,
"El nefasto sistema actual es mantenido por la voluntad de los individuos de recibir especializaciones pobres a precios exorbitantes con el solo propósito de ser profesionales. Estos individuos desean ser profesionales ***para lucrar***."
is not the whole story. Diría que el deseo de ser profesional es menos un intento racional (y subrayo 'racional') de acceder a beneficios y plenitudes futuras que una gratificación simbólico-identitaria inmediata. Esto hace más problemático venderles tu argumento justamente a quienes más beneficiaría.
Estoy poderosamente de acuerdo. Acabo de terminar una novela de Stanislav Lem (lo mejor que le ha pasado a la Ciencia Ficción desde Theodore Sturgeon... en verdad, creo que simplemente lo mejor que le ha pasado al género) en que se aborda someramente el clásico dilema hombre máquina. Hacer hombres máquina, seres artificiales con sentimientos, indistinguibles de los humanos, es como sintetizar lechugas capaces de aprovechar la luz solar, de crecer en el campo, de hacer todo lo que una lechuga haría, pero que fuese incomestible. Es simplemente un derroche inútil. Porque mientras más se refina una máquina, mientras más se perfecciona su raciocinio y se optimiza su sistema de decisiones minimax o de decisiones estocásticas o de cualquier tipo de decisiones, más se aleja en su naturaleza de una mente humana. Porque al ordenador se pueden entregar múltiples preprogramas, introducirlo a las leyes de Asimov, darle prioridad de autoconservación, lo que se desee, pero siempre actuará bajo estas normas en forma racional. Lo que no se puede introducir en la máquina, puesto que implica mermarla, es deseo.
El deseo es lo que hace único al cerebro humano. Como dice Roberto, es deseo lo que ha generado el debate en torno a la educación en Chile. Deseo sin destino, puesto que nunca se ha discutido por qué se quiere educar a las masas.
Efectivamente, educar los deseos es una tarea titánica, por eso me parece horrible un fenómeno satelital al proceso: El protestante ABC1. Ese niñito bien educado, que está no sólo en la universidad, si no que en una buena universidad, cursando la carrera que quería en el lugar que quería, la más de las veces, pagado por sus padres. Ése, que sale a protestar por los derechos de sus coetáneos; ése que se convierte en presidente de sus federaciones y aparece en la Tevé hablando de educación pública y gratuita. Ése que se convierte en tomador de decisiones, en movilizador de masas, en agente gestor de las soluciones del conflicto.
¿En qué modo es un ente dañino? dirá el público lector. Por el contrario, es un ser empático, comprometido con el prójimo, activo y ético.
1) Desconoce las leyes básicas dictadas por Marx. Si realmente se quiere la revolución Social, Marx impuso una condición que hasta ahora ha permanecido irrefutable: Se requiere de condiciones sociales negativas. Se requiere que el sufrimiento movilice a la población. La ecuación depende del grado de opresión y del tiempo de opresión, según Marx. Al parecer, los únicos que han tomado nota de esta ley infalible son los opresores. "Oprime poco por tiempos largos, o mucho por tiempos cortos" o "disfraza la opresión de bienestar" serían axiomas que tendrían que estar en un Príncipe de nuestro siglo. La participación del ABC1 en los conflictos sociales que no son de su clase descomprime el malestar. Primeramente, porque los cabecillas del movimiento de descontento son individuos que no están descontentos. Esto genera un liderazgo anómalo; les quita a los oprimidos la voz de lucha por su propia opresión. Genera riesgo de toma de decisiones que no repercutan sobre el problema original (esto no es un must, pero es un riesgo). Finalmente, pero más terriblemente, genera sensación de bienestar en el oprimido: se están haciendo cargo de él. Esto puede perpetuar el conflicto. No tengo para qué explicarlo, Orwell ya lo hizo por reducción al absurdo en 1984: La mejor manera de evitar un estallido de revolución es generarla tú mismo. Que la revolución sea organizada y llevada a cabo por acomodados no sólo es un contrasentido, es inefectivo. No sucederá, porque el zapato no les aprieta lo suficiente para llevarla hasta sus últimas consecuencias. Es para ellos, un, muy importante, muy trascendental, pero muy, juego.
2) Valida el deseo espúreo. Si un universitario dice "la universidad es menester para el desarrollo del individuo", ¿Cómo no creerle?. No tiene tribuna el que dice que estudiar es sacrificado, que hay que dejar de ver al menos uno de los realities de la televisión y usar ese tiempo en estudio, que hay que amar la ciencia para ser realmente bueno en lo que se hace, que hay que asumir responsabilidades, ya sea por la labor que se desempeña (salud, educación, etc.) o por el cargo (decisiones gerenciales), y que tal responsabilidad es una fuente de stress, que no sólo está el ser universitario si no que hay que ser un buen universitario, la más de las veces subdiferenciado, etcaetera. Se plantea la universidad como una panacea social desde adentro. Los que están afuera están obligados a creer en ello. Si un universitario dice que en la universidad regalan dulces, el tipo que ha vivido toda su vida en el campo o en la periferia de la ciudad, no tiene otra cosa que suponerlo cierto. Esto perpetúa la ilusión de la universidad como movilizador social, cuando no lo es, pero además, cimenta en la mente pública la universidad como algo bueno en sí mismo. Ese mismo deseo que señala Roberto, que impide que el vulgo tome decisiones que le serían muchísimo más beneficiosas. Un crecimiento educacional en tres generaciones por ejemplo, o la decisión de permanecer en educación técnica, superior o no superior.
3) No sabe por lo que lucha. La mayoría de los cabecillas se desempeña o desempeñó, escolar, universitaria, y laboralmente, alejado del estrato sociocultural al que "defiende". En lo poco que va de mi práctica médica, me ha tocado sinnúmero de pacientes que se embarazan a los 17 años, porque ya es momento y quiere formar familia, y ama a su pololo. Al principio las educaba, que hay que primero terminar el colegio, tratar de ir a la universidad, asegurarle un futuro a los hijos, etc. Pero con el tiempo me he ido haciendo más humilde. ¿Qué voy a decirles? a fin de cuentas, son ellas las que responden al ritmo biológico natural, soy yo el que estoy postergando actos naturales de establecimiento de madriguera en función de conseguir una madriguera más bonita. Antes me enardecía que me hablaran de no tener dinero para medicamentos pacientes con celulares mucho más caros que el mío; pacientes que iban a hospitales públicos con su notebook para no aburrirse; pacientes que se toman vacaciones con viajes dentro del país pero cuyos hijos asisten al colegio más cercano, no al mejor al que podrían acceder. Pero en verdad, eso es lo que quieren: quieren el notebook, no los años de medicina. Quieren el completo, no evitar el infarto. Tratar de imponer una preferencia es un acto opresivo, déspota, e infinitamente soberbio. Con el tiempo he ido aprendiendo que lo que hay que respetar es el fin último, que es ser felices. Ellos son felices con sus cortes sopaipilla, sus pantalones pitillo y su lenguaje argot. ¿Quién soy yo, turista espacial, para venir a rebatírselo? Lo que hace el universitario activista es intentar privarles de una felicidad que ya disfrutan para que vengan al otro lado de la carretera a disfrutar del tipo de felicidad que ellos disfrutan. Como si el peligro de morir entremedio atropellado no existiera.
Esto surgió de una respuesta en FB para Pancho por el comentario: "Apoyo eso, la educación se ve como un fin en sí mismo."
...mhmhmh entonces nos enfrentamos a una paradoja. En la definición que yo manejo, un bien absoluto es aquél que es connatural a la dignidad ontológica del ser humano, por lo mismo, cualquier humano privado de ellos está en una situación crítica; su humanidad está siendo amenazada (es claro que esto es admisible sólo en sistemas que consideran al humano un ser digno). Por lo mismo, pocos bienes se consideran absolutos, a saber, la vida, la libertad y la autodeterminación. El resto de los bienes serían aquellos que permiten un acceso mediato a los bienes absolutos.
Si consideramos la educación como un bien absoluto, tenemos que considerar que los lamas, los bosquimanos, los jinetes de la estepa asiática, etcaetera, como gente que está mermada en su humanidad. Frente a ello habría un imperativo ético de intervenir; de ir a los lamasterios a rescatar a los niñitos de 5 años de su inhumanidad, de ir donde los bosquimanos a arrasar su cultura inhumana.
La otra alternativa es que intentemos una definición transcultural de educación que permita incorporar esas otras educaciones, fuera del aula, hasta que quede un concepto lo suficientemente amplio como para dejar contento a Kant, convertirlo en imperativo categórico, y de paso, en bien absoluto. Ambos sabemos que esa no es la educación de la que ustedes hablan.
La opción final, que me parece más razonable, es asumir que la educación es un bien mediador para esos bienes últimos. Aquí, obligatoriamente, hay que detenerse para evaluar lo que yo digo: ¿Cómo esa educación nos está acercando a la vida o a la libertad? La propuesta principal a ello tiene dos aristas.
Por un lado, la educación es un puente a la autodeterminación. Mientras más educado estoy, más me puedo determinar, más me puedo liberar.
Por el otro, la educación debiese aumentar la fuerza de ingresos, permitiendo la adquisición de bienes. Ésta es la traducción actual del bien "vida", es decir, disfrutar la vida.
Sin embargo, por el sistema de organización económico, este esquema tiende a actuar como aporía. El sistema de adquisición de bienes se vuelve en un fin en sí mismo, poderosamente coartando la libertad de autodeterminación. Es cosa de observar el ritmo de endeudamiento de la población, que funciona mejor que el sistema de fichas de las salitreras: la nueva esclavitud. Y la población se somete a ella muy voluntaria y alegremente, hay que añadir. Un bien destruye al otro. Además, está en entredicho que la educación efectivamente aumente el retorno de ingresos del que estudia.
Por el lado de la autodeterminación, en todo caso, la educación sí coopera, pero como previo: decidir educarme o no educarme en un área específica de la técnica o del saber es un gran poder de determinación. Para eso, la oportunidad debiese estar dada. Sin embargo, es una decisión; se debe entender como un proceso en que se toma una opción, con las consiguientes pérdidas.
Finalmente, el rol del estado es asegurar bienestar, mediante el resguardo de los bienes absolutos (impedir ley de la Selva, y dentro de lo posible, de Talión; asegurar un acceso básico a salud, alimentos, y refugio), y facilitando el acceso a los bienes mediadores, como los hemos nombrado aquí. La educación superior masiva no debiera ser una de sus prioridades, por tanto. Sería beneficiar sólo a uno, de muchos elementos que permiten la autodeterminación. Es como si decidiera subvencionar poderosamente a las compañías productoras de calcetines: la gente se siente autodeterminada usando un calcetín de su color favorito. Si pueden acceder a ello gratis, será beneficioso.
La educación universitaria NO ES un fin en sí mismo. Si lo fuera, todos los universitarios serían ostensiblemente más felices que la población general. No estoy hablando de bienestar, ni siquiera de autoimagen: hablo de FELICIDAD. La educación como fin es una esperanza aprendida que es poderosamente dañina. No todos están preparados para ser astronautas. Los niños quieren serlo cuando son pequeños, pero en el camino aprenden que no tienen el físico, el intelecto, el tesón, lo que sea, para ser astronautas. Así mismo, no todos (se supone que menos de la mitad) está preparado para especializarse en un área de saber o técnica y convertirse en generadores de soluciones en sus áreas de problemas.
Mientras le armaba la mochila y el almuerzo a Sofía Almendra (alguna vez que me toque, no?), contento, sintiendo el amor fluir, me di cuenta que era un amor totalmente intangible, que empezaba y acababa conmigo. Claro, la suma de intangibilidades hará que su paso por el colegio sea calmo y sin ansiedades, que nunca le falte un material, que no mire para al lado y se sienta diferente, que las tías la miren con sonrisa porque va bañadita, et caetera, pero en fin, ahí estaba yo con todo mi amor, cachando que no iba para ningún lado.
Y no tengo explicación ni claridad al respecto. No sé qué significa, ni si está bien o debería dejar las formalidades y no perder el tiempo en amor intangible, e ir mejor a hacerle cariño o abrazarla o leerle un cuento, amor que se sienta, amor que le llegue.