La precisión en el vuelo de un dardo
largado de antemano desde la mano que envía
hasta el pecho, muro, o diana final,
el beso vacío del tiempo que orna
la distancia entre una predicha verdad
de su consumación fidedigna y antelada,
ese espacio vacío de silencio, y engaño,
porque el dardo jamás ha volado
la saeta vibra espigada contra el blanco
desde el momento mismo en que los dedos la abandonaron.
¿Y es esto la palabra,
la cuerda tendida de corazón a corazón,
el espacio que guarda el muro de tu pecho hasta el mío?
Hermosa mentira, tal caso, bella,
innecesaria y bendita falsedad,
cúmulo turbio de asacral desorden entre las claridades,
¡bienvenido!
O sea la letra tras la letra entonces no el intervalo
sino bien el origen o el objetivo
considérese la palabra el disparo inicial
que arroja un mundo sobre el lienzo de un otro mundo
alma viva sobre alma sensible, sensitiva;
o tómese la palabra el objeto concreto, encendido,
henchido de todo el aire, de la voz del hombre,
el aliento cuajado y hendido en el tiempo,
Sea la palabra, ¡sea!
sea el vástago pródigo o la simiente duradera,
la vid perdurable y cíclica
o el pámpano cuajado que en su peso
cae a la tierra
y ella retumba.
Séase audaz. Dígase, sea dicho:
es mutable la palabra, es fuerte, es total,
esta es su defensa
piénsese
es todo el arco en forma vera
es perdurable como es perecedera.
La palabra, aquí frente a vosotros,
– ésta es su defensa –
es la madre, es la hija,
es más pues
es la matriz
el acto fecundante y el acto paridor,
Recordad que el hijo del hombre dijo
yo soy la palabra,
esta es su defensa.
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