La paciente entró al box y yo lancé una de mis frases prefabricadas, preprobadas, infalibles si van acompañadas de una cálida actitud de no problem, i'm in charge, qué te pasó. Comenzó a desnudarse un poco, y yo leí en voz alta que llevaba unos días desde su parto, que al parecer tenía una infección y que estaba con algo de fiebre. Sin respuesta. Camila, la volví a llamar. Puta ya me tocó una crazy bitch, pensé para mis adentros, esto se viene con alteraciones de la perso.
Se subió a la camilla y yo la miré, un poco perplejo. Insití en intentar la conversación antes de pasar directamente a su vulva (consejo que nunca, nunca, en ninguna situación, puede ser malo), a lo que ella comenzó con ininteligibles articulaciones con las que finalmente me dio a entender que no hablaba nada, que era sordomuda.
Full of fun, hubo que comunicarse con un papel en que le hacía preguntas, le explicaba cosas, y ella me consultaba de vuelta.
Ilustrado: un dolor de cabeza. O un upcoming bukkake session. Usted elija |
Lo que quiero rescatar está en el lenguaje. Era de una familia modesta, modestísima, y se comunicaba con ellos con gestos. Eran tan humildes que ni siquiera manejaban lenguaje de señas, pero ella sabía escribir, escribir a una velocidad que jamás había visto en un paciente del Sótero, y con una caligrafía mejor que la de muchos de mis compañeros. Lo que me llamó la atención era la conjugación. No podía hacerlo. Hablaba en sustantivos y verbos infinitivos. Me preguntó ¿Cómo sentir dolor cabeza? (sí, con ZETA!) en un papel, intentando saber por qué le dolía tanto la cabeza y qué tenía que hacer para que se le pasara.
Ahí me detuve un segundo. Un segundo en ese mundo abstracto, silencioso, de conceptos casi absolutos en que ella debía vivir. Sin lenguaje oral, con un lenguaje de gestos, sin conjugar. Un mundo empírico, sin transiciones, casi de puras verdades. Intenté imaginar vivir en eso donde no hay un lenguaje que corte la realidad en casilleros, sólo la experiencia proveyendo un mínimo lenguaje para interactuar, el resto pura realidad; paradojalmente, pura sensorialidad y experiencia. Makes you think, yo.
***
La segunda paciente tenía una semana de dolor. Una semana de dolor en la que había consultado a cuatro médicos, había iniciado y suspendido un curso de antibióticos, le habían hecho una ecografía abdominal y propuesto una cirugía, le habían dado tres diagnósticos diferentes. Una semana de dolor cólico típico de trastorno funcional. Una semana de vil, común, desagradable colon irritable. Una semana de que le dijeran, como yo, esto no es una urgencia, tienes que vértelo en un consultorio, no puedo ofrecerte tratamiento acá. Malditos trastornos funcionales.
Me la quedé mirando mientras le explicaba eso, y dejé un momento de silencio. Y la miré. Y hice lo que a todos les carga que haga en la urgencia, pero lo hice igual porque ya eran las 12 de la noche y quedaban pocas pacientes en la cola, y le pregunté ¿ha cambiado tu estilo de vida últimamente? ¿algo pasó en tu casa?. Sólo eso. Y se le llenaron los ojos de lágrimas y sólo asintió, y se las ennjugó, y tímidamente me preguntó si eso podía tener algo que ver. Porque sin saberlo, ella sólo necesitaba eso, alguien que le dijera que sí, que le dolía la guata porque su vida estaba patas arriba, y que no era ridículo y que tenía solución. Se fue con una sonrisa, contenta.
Es tan simple. Es tan simple.