Advertencia

Este blog NO es el blog del Médico Juan - Ignacio Reculé Rivera. Si usted busca a ese facultativo, puede encontrarlo AQUÍ.

20 de agosto de 2011

La Sospecha: 5 de 9

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                Por último, hay una arista paradojal del asunto. Porque en verdad la vivencia es interna; todos los elementos de juicio, el “molde” se aplica en forma póstuma, tras haber sentido la parte visceral, el yo-sentido, el yo que se ve movido por el arte. Y a eso después le colgamos etiquetas para poder disecar, para justificar y validar. Si se quiere se puede ver como que al final los preceptos se hacen propios, y se deforman, asimilados por la experiencia personal.
                  El gran cinismo del arte. ¿Por qué? Por el miedo al sesgo. Miedo al error sistemático, miedo, en el fondo, a que el acervo de contenido personal tiña la experiencia artística a tal punto que no sólo deje de ser aprehensible para el otro, sino lisa y llanamente intransmisible. Miedo a la irreproducibilidad de la experiencia, pues al fin y al cabo, en el mundo de la imprenta y la ciencia-de-curva-de-Gauss, la verdad está definida por la repetición; la confirmación de existencia, el certificado de nacimiento de las cosas sólo se imprime cuando está su doble (o más) para corroborar.


Sofía

- Papá, cómo se llama él, que está bailando?
- Es un mimo - arlequín, Sofía; los mimos se pintan la cara blanca y no pueden hablar, tienen que conversar con el cuerpo y con su cara. Y es un arlequín por su gorrito con pompones y su traje.
- Mimo - Arlequín... papá... ¡tú sabes el nombre de las cosas!

18 de agosto de 2011

Rubicón

Soy
como un trompo danzando en un límite incierto
en la delgada frontera entre esta inofensiva alabanza
y otras cosas
otras náuseas
otras naciones mayores con fronteras de metal,
otras leguas de profundidad submarina.


                        Always - in - motion,
pretendo
pero el único combustible del qué sé alimentarme
es la alegría que te robo
flor inquieta
al conquistarte.
                         Dínamo de mi fuerza,
voy con mi legión ciega,
                         Dímero de mi alma
al Rubicón secreto de tu imperio.




P.F., 18 de enero. 2011.

16 de agosto de 2011

La Sospecha: 4 de 9

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                 Y este es justamente el gran cinismo del arte. El gran olvido. A varias escalas. La primera, la más obvia, es la eterna cuestión del origen; ¿de dónde la regla? Forzosamente es un producto humano, y no hay producto humano que no sea hijo de la experiencia, la vivencia particular. Claro, de esta última palabra se cuelga la norma para existir, su motivo y obsesión, abolir lo particular para celebrar la uniformidad de lo general. De lo universal. Pero es iluso concebir la norma sin el proceso inductivo que la genera. ¿De dónde, entonces, en hacer de la vivencia analítica del arte un proceso deductivo? Pareciera un sinsentido desvincularse así de la vera raíz de lo artístico.
                Por otro lado, tenemos el tema del “durante”. La experiencia artística permanece (hágase la excepción – y sólo quizá[1] – de la literatura) dentro del campo de lo sensorial, y como tal, depende de un set de herramientas aprehensivas que sufren transformaciones y desarrollo. La neurociencia ya nos ha enseñado que se debe aprender a ver, por ejemplo; pero ya sabemos también (y de mucho antes) que debemos aprender a mirar. La experiencia artística es así ante todo mediata, entre un dispositivo sensorial, para luego un dispositivo decodificador, para luego un yo sensible. Hasta ahora esto pareciera concordar con la necesidad de norma, de convenio, de generalidad, que permita soslayar las imprecisiones, los vicios de formación de estos dispositivos; y además, que sirva como herramienta de búsqueda, en cuanto es un fiel tutor para enseñar a mirar. Sin negar su utilidad en estos aspectos, la generalidad contravendría aquí el proceso artístico de retorno que se describía más arriba, esta “danza de los símbolos” que es a fin de cuentas lo que permite que el arte no se agote jamás (pese a estar repetido, pese a que el hombre mismo se repite y no hay nada nuevo bajo el sol). A un mirador entrenado en un esquema, una concepción, se le escapan las propiedades emergentes de los objetos si aplica el moldecito en forma demasiado rígida (implícito en esto, está la demanda, la necesidad de un artificio que permita incluir eso otro en la experiencia, aquello que aguarda en la sombra misma del conocimiento, eso que hace al artista un hacedor de arte, esa novedad por remezcla que no se entiende hasta épocas enteras después. Vidas enteras después. Y es obvio que lo que trato de proponer aquí es eso, una alternativa al “desde”: Un “Yo”).



[1] Considérese en lo que se ha convertido la “Experiencia Libro” en esta era de la reproduciblidad. Todas las formas de bellas artes tienen en su origen una actividad funcional; en la medida en que se lograron desprender de ella, lograron hacer que su vehículo se convirtiese en parte del arte mismo. En el caso de la literatura, estamos asistiendo al momento en que el libro deja de ser un vehículo “conveniente”, pero no muere, pues es un vehículo hermoso.





15 de agosto de 2011

La verguenza es breve, el orgullo infinito

Este es el mejor poema del mundo

I see you driving
round town with the girl I love
And I'm like, haiku

source

14 de agosto de 2011


Your comments, your food & your LOVE.
I DEMAND.

Otra Postal Instantánea

Soy un bicharraco bimodal. Tengo 22 (pa' 23), cuerpo y espíritu para el non-stop-end-of-world-partying, le leo le canto le bailo. Debería ("deísmo, deísmo, deísmo, líbrame de tu mal o dame alcoholismo") estar en plena vida de rockstar, atacando el Jack Daniels' Old nº7 y pensando en qué me pongo pa'l próximo carrete o qué punchline ocupo con la flaquita de la esquina.
Pero por otro lado, sinceramente me gusta el té, y quiero a alguien (lately, no es cualquier alguien) para poder tomármelo al atardecer y hacerle tostadas. Tengo aficiones de 60añero, nociones del mundo de 50añero, gustos de 40añero, preocupaciones de 30añero, y cuerpo y estilo y vida de 20añero y qué.

Pero nada de esto es nuevo, así que no estaría llegando a ser artículo del blog
salvo por la novedosa idea que quizá
esto de ser bicharraco bimodal es justamente mi gracia.

A ver si la muchacha se da cuenta.



12 de agosto de 2011

La Sospecha: 3 de 9

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                ¿Tiene acaso algún valor un artista que se interprete a sí mismo? – pero a sí mismo, lector, en sí mismo, no “desde”, no tomando distancia para aplicar la encuesta, para preguntarle a su obra ¿por qué? ¿dónde cabes? ¿de dónde sales? [¿Cuáles fueron tus símbolos?]. Sospecho que algo así tendría olor a podrido. O peor. A infantil. A esa cosa horrenda, ego no maquillado, a pureza, a identidad no elaborada y complejizada. El “desde”, en cambio, respeta la identidad [porque tengo que ser un “yo” para estar “desde”], pero hace ese acto social, el acto público y aprendido de que hayan otros yoes que se pongan a mi lado a mirar; validando ese espacio consensuado [semántico, heurístico, usted elija la palabra que se vea más culta y suene mejor] para el “otro - mirador”, este reconocimiento del otro tiene sabor a “adulto”, mientras que una mirada yo-ística nos recuerda esa etapa del desarrollo en que el niño sólo requiere de la confirmación que le da su mundo interno)
                (... apuesto que ya no se acuerda dónde comenzaba el paréntesis anterior, íbamos en “A Duchamp hay que entenderlo desde donde corresponde,”) un montón de reglas, de causalidades, que – para eso las inventamos – justifican (¡dan permiso! ¡Dan PERMISO AL ARTE!) y validan (¡Las reglas dan valor!), que en este caso particular llamamos Dadaísmo.



10 de agosto de 2011

Información Relevante

a) Sigo siendo un copeteao altamente funcional, en diagnóstico de la señorita Paola Andrea.
b) Hoy comí sopaipillas con cebolla, y de pronto el metro se llena de muchachas que me miran con deseo. Esta vida es jocosa.
c) Después de una cata cuidadosa, profesional, no logré decidir entre el Jack Daniel's Old No. 7 y el Gentleman Jack, pero sí reafirmé que me gusta el Whisky, porque el Whisky es bueno (posom!)

Ahora, una foto: