Advertencia

Este blog NO es el blog del Médico Juan - Ignacio Reculé Rivera. Si usted busca a ese facultativo, puede encontrarlo AQUÍ.
Mostrando entradas con la etiqueta Signos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Signos. Mostrar todas las entradas

25 de octubre de 2012

Bitácora del día total

Decidí en la calle que iba a hacer un post sobre los ciclos, una bitácora sobre culminaciones, porque hoy fui a la reunión informativa sobre el último año de internado y el sistema de distribución de los electivos, y Renato me dijo - y lleva razón - que estamos viejos, y lo sentí en ese momento logrando acordarme de cómo imaginé yo en primero que me sentiría al llegar a séptimo, y no es tan distinto el final pero fue tan distinto el camino. Renato lleva la razón.

Pablo preguntaba en la mañana si la idea que me ronda de abonarme a una butaca del teatro municipal de Santiago (la temporada 2013 está buenísima), una tarea evidentemente de burgués gordo entrado en la cincuentena, junto con la idea que me ronda de perpetrarme otro tatuaje en el cuerpo (sólo me falta el dinerrrro), una tarea eminentemente de adolescente rebelde, no componen una suerte de pérdida de identidad asociada a la etapa.
Yo con luz en los ojos (el sol está precioso en Puente Alto) pude decir con voz clara que por el contrario, que es justamente que hoy soy más idéntico a mí que nunca antes, y es tan cierto, el espacio de mi yo es como una esfera de radio infinito y curvatura recta, total. Leo a Borges y yo soy Borges.

Durante la tarde fui a la sala del Chileno-Norteamericano de Cultura (nombres rimbombantes) a ver a Santiago Hot Club (Guitarra jazz - guitarra sucia - percusión - contrabajo eléctrico - clarinete - saxofón, hermoso); la sala es preciosa, con madera en la muralla oriente, una alfombra tan invitadora que no pude sino descalzarme en la oscuridad y disfrutar del cheese and wine y el buen hot jazz bailando en mi asiento entre la multitud quieta, mientras con cariño dejaba ir un montón de asociaciones, cargas, recuerdos, nostalgias encerradas en esa sala, aceptando que todo es un círculo que retorna.

Tal vez ayudó ver a La Becada y saber que todo tiene su curso. Tal vez un poema que estoy escribiendo. Jorge Luis siempre ayuda.

Mientras caminaba en la calle de vuelta del día se cruzó en mi camino un tipo que llevaba un ramo de flores con rosas y liliums amarillos, simple, no demasiado elegante, pero bonito, y mientras le imponía un símbolo del Reiki-Ho y murmuraba para él "ten la mejor de las suertes", se acercó a una mujer y le dijo "acabo de romper con mi polola, toma, mejor que no se pierda" y le regaló el ramo, y se fue.

No sé qué significa ese portento, pero hoy fue un día de ciclos y estoy feliz conmigo mismo y al respecto. 

4 de junio de 2012

Signos

A la gente que me conoce le cuesta aunar que sea un tipo tan acérrimamente científico con algo que pareciera acercarse al pensamiento mágico. Sobre todo a los que me conocen más tiempo, y que me vivieron en mi etapa exactista en la que, si no se veía al microscopía, el algo no existía.

El golpe de gracia a esa manera de pensar me llegó de un texto de divulgación - ensayo filosófico de neurociencias de Popper (suena cuáaaatico ponerlo así, así que así lo voy a dejar (pleonasmo)). Popper explica de una manera excesivamente elegante el concepto de propiedad emergente, y desde ese momento me di cuenta que cualquier intento de negar eventos "mágicos" o "paranaturales" es intentar negar propiedades emergentes de elementos que no puedo computar.

Por eso acepto con naturalidad cuando las cosas parecieran apuntar a ciertas "intenciones". Claro, se me puede apuntar con sesgo de selección que sólo veo lo que cuaja y no todo lo que sobra, pero bueh, el sólo hecho de "ver" genera la propiedad emergente, entonces.

Lo complejo: una serie de hechos desagradables que me obligó a reflexionar sobre la ira, y sobre el bienestar, y sobre lo profundo que puede ser el control de esos sentimientos en mí, y cómo he estado soltando las riendas de algo que es trascendental, nuevamente. Quizá el cambio sustancial a lo que estos sucesos me obligaron estaba allí, esperando su momento para saltar. No lo sé. Sucedió ahora, con esta combinación de elementos. El universo es sagrado, déjalo actuar, dice el Tao (y mi pie derecho).

Lo simple: Me encontré un aro. Al lado de mi pie. En la micro. Esto antes me sucedía constantemente, por lo menos una vez al mes, un aro de alguna niña que perdía un aro (hubo un tiempo en que los guardé y una polola me preguntó qué onda, de quién eran los aros), en el piso, sonriéndome. Pequeños tesorillos citadinos. Sin darme cuenta dejó de pasar, hasta hoy, que el arito estaba allí al lado de mi pie, saludando como en los antes, y de sopetón me di cuenta qué lejos y qué tan largo. El mojo perdido.

Señales, signos. ¿Las cosas estarán cambiando?