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7 de agosto de 2012

Poemas Sáficos


(dos poemas "redescubiertos" que ahorita van saliendo a un concurso. Sáficos hechos por un varón)

Matinal

Dulce Safo, tú y tus ojos repetidos, ¿dónde estarán ahora?
adornando quizá qué blanco y tibio cuello femenino
besando la dulzura de un cálido pezón trémulo o tal vez
abrazada al sueño de un cuerpo espiga como una pradera
que apacentara la legión indómita de tus caballos salvajes.

Safo, como un trueno quebrando la pulcritud del viento
y su carrera petricida sobre la solitaria estancia de los cañones y sus basaltos,
o la fulgurante espera, desesperada del silencio, de las araucarias
el dragón dorado y rojo que asciende en un baño de pétalos y semillas y amapolas
o el golpe sordo de metal del ballenero contra el océano ultrajado y desangrante.

Safo, podrías estar en cualquier lugar
arropada en cualquier sentimiento;

Yo
no puedo dar cuenta de nada de ello
salvo
dulce Safo
de las últimas horas de esta mañana que agoniza hacia el día
en que has estado en mi mente.
Con un hombro desnudo mientras yo
en forma sistemática y exhaustiva
ensayaba todos los abordajes posibles para una delicada mordida
que habría de ir a caer en la tenue unión
donde hombro, cuello, y espalda van a perderse
en un grandioso nuevo espacio;
quizá con el secreto anhelo de las estepas
el viento en los desfiladeros,
la fría niebla en el arauco profundo
las tormentas orientales y el ártico obscuro,
                        nocturno,
                                               y mortal.




Safo
            i)
Y cuál sería el problema
Safo
Si aún teniendo un cromosoma de más
y un cromosoma de menos para agradarte
empiezo a fundir de tu imagen un ídolo. No te asombres.
                                                                                              Yo sé
que mi cuerpo es una meseta selvática
y tú en cambio
animal de sabana y cordillera
y que a mi flecha cazadora eres inmune
                                                                                              pero,
Safo,
qué importa qué importa qué importa.

Si no puedo seducirte que se estrellen mis olas en el muro inexpugnable de tu faro.
Que la piedra del alma vuele como un puño
que se abre de pronto en el aire y como pájaro transido
no llega jamás al nidal.

Safo, nada importa.

            ii)
Y qué si habría mi flor de florecer sólo para marchitarse
si el perfume de las rosas y la miel cargada en los dromedarios
se pierde derramándose en la aciaga y hostil noche de los desiertos,
si el canto de mis ninfas se oscurece en el ruido y sedición de la maquinaria.

Safo, nada pasaría
porque a aquellos seres que ayudan a poner y hacer salir el sol
quién vive, quién muere,
por ti,
nada importa

El cielo es una fortaleza y hasta allá
lo que pueda movernos o cambiarnos o destruirnos
no, nunca llega.

            iii)
Safo,
me estás comenzando a dificultar la respiración y otras
funciones básicas
funciones vitales
no puedo por ejemplo
juntar las bocas abiertas y anhelantes de mis párpados sin que en el fondo de sus pozos gemelos
brillen los tuyos
y no puedo
coordinar la compleja arquitectura del sueño
sin que vengas a tomar un leisure walking
y todo se venga abajo por el peso de tu gravedad
de tu atracción inmovilizante
del fuego pétreo y negro y voluptuoso que acunas en los ojos y la boca
Safo.
            Eres
            un peligro, hermosa, dura e inalcanzable.

            No tenías que venir
            si no ibas a quedarte.