Advertencia

Este blog NO es el blog del Médico Juan - Ignacio Reculé Rivera. Si usted busca a ese facultativo, puede encontrarlo AQUÍ.
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18 de diciembre de 2011

Auden & Tú

                                    (i)
Yo te escribo y te escribo poemas y ¿sabes?
nada pasa
(porque la poesía hace que pasa nada)

Auden era un viejo maricón
o sea
maricón no
homosexual sí era
maricón no porque en verdad era valiente
y amaba
con dolor a veces y en silencio

Yo no puedo ser mucho de eso
porque me gustan demasiado
los mordibles cuellos de las señoritas
y me escapo del dolor
y no sé hacer nada en silencio

menos amarte, obvio,
para eso soy ruidoso y estroboscópico y estentóreo,
nada de silencio
pero sí sé,
oye, que Mad Ireland no me ha herido nunca de nada
no como al pobre Yeats
Irish vessel emptied of his poetry,
let him lie,
y se parece a Yeast y ahora que lo pienso
tú,
tú que estás arropada en mi mente
seguro que más o menos a mi mismo tiempo
te aprendías las virtudes de las levaduras
y por qué no el operón lactasa
(espero al - 1 sonrisa de mis lectores pipeteros)

pero difiero
lo que quiero ilustrar es que nuestras vidas
pueden haber sido
como dos flechas lanzadas hacia el cielo
en trayectorias de suyo paralelas
y tú te puedes querer aferrar
como se aferra la roca a la roca a ello
pero en serio
cuando nos vimos & nos quemamos en la ionósfera y por el sol
nos hicimos cenizas y nos mezclamos
y ahora somos uno
o sea
varios
pero uno, polvo, basura en deriva espacial,
starstuff que flota para siempre
en la infinita
& fría
& indolente
negrura.

Tú, arrobada en mi mente:
La poesía no hace nada.
Sólo está, allí donde otros

no se atreven a alcanzarla


                        (ii)
¿Qué quería decir al comienzo?

Ya no está tan claro
pero esto es como dedicarte poemas
de otro
que es lo que hacen
casi todos
pero nunca yo
(así que siéntete especial).

When I'm a veteran with only one eye
I shall do nothing but look at the sky,

y mírame
MÍRAME A LOS DOS OJOS MIENTRAS QUE LOS TENGO
claro que podría
y claro que sería feliz

pero

oye.

Preferiría mirarte a ti
y saberme
con exactitud
no sólo tus lunares
sino que qué tan tostadas
te gustan tus tostadas.


                                    (iii)
Altogether elsewhere, vast
herds of reindeer move across
miles and miles of golden moss
silently, and very fast.

                   ¿te das cuenta,
                     la precisión,
                     la sutileza,
                     la hermosura?

                   Somos nada:
     NO    OL
     SE     VI              SOMOS NADA.
     TE     DE


                                    (iv)
And I'll sing you a Lullaby
for rest;
for the rest
of our lifes.

16 de diciembre de 2011

"Estamos aquí para reírnos del destino y vivir nuestras vidas tan bien que la muerte tiemble al llevársenos.”
— Bukowski.



(tengo que leer más de este weón)

15 de diciembre de 2011

"Wish I was old and a little sentimental
You gotta see the waves,
not the wine bottle."

- Wilson


"When I'm a veteran with only one eye
I shall do nothing but look at the sky."


- Auden






¿Y sabes qué?
Algún día vamos a ser viejos
y no nos va a importar
nada de nada.

12 de diciembre de 2011

On causality

"It's like when
you say A
and then everything sings the whole ABC

And then,
life bitch-slaps you
just to see your surprise face."

- Cellar Heights

7 de diciembre de 2011

You did it, you did it, you did it
- Roland Kirk

Yo debería estar
ensayando églogas
sonetos
grandes multámetros
alejandrinos de tipo inmortal

y en cambio
recurro en esta mazamorra pastoril
en el intento baboso de hablarte a ti
a ti que algo me hiciste

a ti que me hablas
con palabras simples
que te salen de la piel manchada.

Y quiero creerme los cuentos que me cuento
y que tú acompañas con tu silencio,

pero teniendo una boca para hablar
temo hacer la pregunta
y prefiero quedarme residente, tranquilo y cómodo en la mentira.

5 de septiembre de 2011

La Sospecha: 9 de 9

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Primero
BIBLIOGRAFÍA

Dado que una bibliografía erudita atentaría contra el corpus mismo de este texto, remito al lector una bibliografía vera:
-Reculé&flores varias, circa 1991-93: Conversaciones con flores en el jardín de mis abuelos. Con sol, y unos overoles de colores que usaba en ese tiempo, y me hacían ver muy mono.

-Reculé&Reculé&Reculé&Reculé&Rivera, desde que tengo memoria: Discusiones familiares, todo con un ámbito juerguístico que no oculta que nos creemos el cuento

- Una entrevista a un travesti, que leí hace poco, donde ocupaban mucho y bien la palabra “desde”, de donde salió toda esta reflexión al respecto.

- Las musas.

- En general, mi biblioteca.

- Un poco, mis paseos por Santiago.

- El MNBA


1 de septiembre de 2011

La Sospecha: 8 de 9

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ACÁPITE: LA VERDAD
                Dicho lo más importante, y dejado al lector un justo espacio de juicio y propuesta de cómo interpelar la herramienta-yo en función del arte, resta un punto de importancia digamos mediana que no se ha abordado y que significaría una escisión en el texto principal. La verdad.
                En efecto, toda la disquisición anterior se basa en la búsqueda esforzada de la verdad por parte de la humanidad; para ella, dada la SOSPECHA, se hace necesario el “desde”. Si esta verdad – sea real o construida – no estuviere presupuestada, tal necesidad no existiría y se abrirían las puertas de una vivencia personalizada del arte que no precisa de un contraste con el otro (lo que no implica un no-compartir, de todos modos).
                ¿Por qué se ansía tanto la existencia de una verdad externalizada, residente “fuera” y accesible desde varios puntos?. Por un miedo social, esto es, aprendido y heredado: el miedo al déspota. La noción de verdad está ligada en la conducta. Si se esparciese una concepción de verdad internalizada y personal, no existiría el refreno de la verdad sobre el comportamiento, si no que por el contrario, esta verdad personal actuaría como potenciador de las conductas. Nada detendría en este caso a aquellos individuos más inclinados a la imposición de forzar su verdad o sistema de creencias. El retorno a la ley de la selva[1]. La verdad externa es así un modulador poderoso de la conducta que evita que el gritón actúe como tal[2] (La verdad es el escudo del débil, si se quiere[3]), imponiendo una autoridad que radica en la fuerza pero que se ramifica (y hace circular) en la verdad. Este es el germen de todo absolutismo personalista (Lo que no quita que haya cumplido un rol positivo aglutinador en su momento correcto en el pasado social, a saber, las sociedades tribales místicas más básicas; pero es, a todas luces, un modelo obsoleto y hoy ineficiente).



[1] Justamente así operan los trastornos antisociales de la personalidad.
[2] Lo que no evita, claro está, que un grupo particular de gritones que creen haber encontrado esa verdad externa se comporte como tal. Las tiranías suelen ser una verdad personalizada que ha sido validada por un grupo pequeño y que no necesita el contraste con “otras verdades”. Es, si se quiere, una verdad no suficientemente alejada.




28 de agosto de 2011

La Sospecha: 7 de 9

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                 ¿Por qué? Si todo pareciera recordarnos todo el tiempo lo masivos que somos, nuestra naturalísima facilidad para repetirnos. Pero está la SOSPECHA. La duda que es al mismo tiempo el mayor terror, la soledad más grande, y el secreto orgullo, el motor más potente. LA SOSPECHA DE SER EL DIFERENTE. Todos soñamos con estar un poco fuera del carril; todos sentimos que allá atrás algo en nuestra historia hizo crack y permitió una anomalía, una mutación que confirió la cuasidivina (y cuasidemónica) cualidad de la diferencia.
                Es esta sospecha la que obliga al desde. La que mantiene alejado ese proceso hermoso de aceptar al “yo” como el genuino intérprete del arte, y darle el lugar que corresponde como integrador total, final, universal, y por sobre todo, INEQUÍVOCO.
                La verdad yace dentro, y la invitación está hecha para asumir nuestro rol como “verdaderos y completos humanos” frente al arte. Parafraseando,
                “the bow is bent and drawn; make you the shaft”[1]
[1] the bow is bent and drawn; make from the shaft”. Shakespeare, King Lear.

24 de agosto de 2011

La Sospecha: 6 de 9

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                 Es justamente este binomio multiplicidad - verdad el que ha devenido en piedra angular y simplísimo descriptor de nuestro occidental sistema de creencias. A toda escala: religión, política, arte; si mi idea es compartida, es que es. No es extraño, siendo el bicho humano un bicho de colmena. La unicidad mantiene al hormiguero unido. Y nadie quiere no-participar, claro, porque nadie quiere quedar fuera de la verdad, nadie quiere sentir que no dice lo correcto (Y, como mecanismo evolutivo, es autoselectivo: el que no busca la confirmación por multiplía es simplemente borrado en la marea del tiempo, y su idea se desvanece, dando la impresión a los venideros de que todas las ideas son iterativas).
                Pero pareciera que algo subyace a este terror al sesgo. ¿Por qué nos parece esperable – incluso obvio- que un análisis surgido “de yo” y no “desde” corra un riesgo de sesgo inminente? ¿En qué la desconfianza a lo personalísimo?
                Pareciera que es un miedo primordial a no ser correctamente humano. En efecto, si “yo” represento fehacientemente al humano universal, no cabe espacio a la duda; mi experiencia personalizada sería un espejo digno de la “verdadera”[1] vivencia artística. Pero parece que no es permitida tal certeza. La duda del yo-correcto invalida (a mí y al otro) y obliga a la distancia-que-homologa.



[1] Discutir si existe una “verdadera” experiencia de arte escapa al alcance de este texto


dandikadam:

wilde

20 de agosto de 2011

La Sospecha: 5 de 9

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                Por último, hay una arista paradojal del asunto. Porque en verdad la vivencia es interna; todos los elementos de juicio, el “molde” se aplica en forma póstuma, tras haber sentido la parte visceral, el yo-sentido, el yo que se ve movido por el arte. Y a eso después le colgamos etiquetas para poder disecar, para justificar y validar. Si se quiere se puede ver como que al final los preceptos se hacen propios, y se deforman, asimilados por la experiencia personal.
                  El gran cinismo del arte. ¿Por qué? Por el miedo al sesgo. Miedo al error sistemático, miedo, en el fondo, a que el acervo de contenido personal tiña la experiencia artística a tal punto que no sólo deje de ser aprehensible para el otro, sino lisa y llanamente intransmisible. Miedo a la irreproducibilidad de la experiencia, pues al fin y al cabo, en el mundo de la imprenta y la ciencia-de-curva-de-Gauss, la verdad está definida por la repetición; la confirmación de existencia, el certificado de nacimiento de las cosas sólo se imprime cuando está su doble (o más) para corroborar.


16 de agosto de 2011

La Sospecha: 4 de 9

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                 Y este es justamente el gran cinismo del arte. El gran olvido. A varias escalas. La primera, la más obvia, es la eterna cuestión del origen; ¿de dónde la regla? Forzosamente es un producto humano, y no hay producto humano que no sea hijo de la experiencia, la vivencia particular. Claro, de esta última palabra se cuelga la norma para existir, su motivo y obsesión, abolir lo particular para celebrar la uniformidad de lo general. De lo universal. Pero es iluso concebir la norma sin el proceso inductivo que la genera. ¿De dónde, entonces, en hacer de la vivencia analítica del arte un proceso deductivo? Pareciera un sinsentido desvincularse así de la vera raíz de lo artístico.
                Por otro lado, tenemos el tema del “durante”. La experiencia artística permanece (hágase la excepción – y sólo quizá[1] – de la literatura) dentro del campo de lo sensorial, y como tal, depende de un set de herramientas aprehensivas que sufren transformaciones y desarrollo. La neurociencia ya nos ha enseñado que se debe aprender a ver, por ejemplo; pero ya sabemos también (y de mucho antes) que debemos aprender a mirar. La experiencia artística es así ante todo mediata, entre un dispositivo sensorial, para luego un dispositivo decodificador, para luego un yo sensible. Hasta ahora esto pareciera concordar con la necesidad de norma, de convenio, de generalidad, que permita soslayar las imprecisiones, los vicios de formación de estos dispositivos; y además, que sirva como herramienta de búsqueda, en cuanto es un fiel tutor para enseñar a mirar. Sin negar su utilidad en estos aspectos, la generalidad contravendría aquí el proceso artístico de retorno que se describía más arriba, esta “danza de los símbolos” que es a fin de cuentas lo que permite que el arte no se agote jamás (pese a estar repetido, pese a que el hombre mismo se repite y no hay nada nuevo bajo el sol). A un mirador entrenado en un esquema, una concepción, se le escapan las propiedades emergentes de los objetos si aplica el moldecito en forma demasiado rígida (implícito en esto, está la demanda, la necesidad de un artificio que permita incluir eso otro en la experiencia, aquello que aguarda en la sombra misma del conocimiento, eso que hace al artista un hacedor de arte, esa novedad por remezcla que no se entiende hasta épocas enteras después. Vidas enteras después. Y es obvio que lo que trato de proponer aquí es eso, una alternativa al “desde”: Un “Yo”).



[1] Considérese en lo que se ha convertido la “Experiencia Libro” en esta era de la reproduciblidad. Todas las formas de bellas artes tienen en su origen una actividad funcional; en la medida en que se lograron desprender de ella, lograron hacer que su vehículo se convirtiese en parte del arte mismo. En el caso de la literatura, estamos asistiendo al momento en que el libro deja de ser un vehículo “conveniente”, pero no muere, pues es un vehículo hermoso.





15 de agosto de 2011

12 de agosto de 2011

La Sospecha: 3 de 9

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                ¿Tiene acaso algún valor un artista que se interprete a sí mismo? – pero a sí mismo, lector, en sí mismo, no “desde”, no tomando distancia para aplicar la encuesta, para preguntarle a su obra ¿por qué? ¿dónde cabes? ¿de dónde sales? [¿Cuáles fueron tus símbolos?]. Sospecho que algo así tendría olor a podrido. O peor. A infantil. A esa cosa horrenda, ego no maquillado, a pureza, a identidad no elaborada y complejizada. El “desde”, en cambio, respeta la identidad [porque tengo que ser un “yo” para estar “desde”], pero hace ese acto social, el acto público y aprendido de que hayan otros yoes que se pongan a mi lado a mirar; validando ese espacio consensuado [semántico, heurístico, usted elija la palabra que se vea más culta y suene mejor] para el “otro - mirador”, este reconocimiento del otro tiene sabor a “adulto”, mientras que una mirada yo-ística nos recuerda esa etapa del desarrollo en que el niño sólo requiere de la confirmación que le da su mundo interno)
                (... apuesto que ya no se acuerda dónde comenzaba el paréntesis anterior, íbamos en “A Duchamp hay que entenderlo desde donde corresponde,”) un montón de reglas, de causalidades, que – para eso las inventamos – justifican (¡dan permiso! ¡Dan PERMISO AL ARTE!) y validan (¡Las reglas dan valor!), que en este caso particular llamamos Dadaísmo.



8 de agosto de 2011

La Sospecha: 2 de 9

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                No. A Duchamp hay que entenderlo desde donde corresponde (y quiero destacar el fenómeno instantáneo que ocurre al abordar la escritura de este texto; El DESDE, obligatorio, casi obvio por correspondencia experiencial, que al final es el humus de la mente, que modela el lenguaje, que a su vez es quien obliga y limita las ideas. Yo miro el mundo DESDE: lo adquiero e interpreto, por tanto, así. ¿Cómo podría no evaluar, encasillar el arte, clasificarlo, aplicarle un paradigma teórico que lo vuelque en un conjunto de símbolos comprensibles y compresibles?
               [compresibles de vuelta en más arte, por ejemplo; o de ida en nuevas interpretaciones, o nueva crítica, o en nuevos símbolos, nuevas propiedades emergentes de ese conjunto de textos a la que se pensó se había “reducido” la obra, que sorprende de vuelta con re-complejidades que no se le sospechaban; porque ahí yace el secreto de la paradoja {aparente} del eterno retorno, del permanente reciclaje y del nada-nuevo-bajo-el-sol; arte -> símbolos, cree que hace uno, pero los símbolos comienzan a danzar en un concierto que no se deja controlar y de estas nuevas relaciones se vierte más arte, y el proceso se recicla, enriqueciendo, si hay novedad, consagrando, si ya hay desarrollo, o degenerando {en ese excelente sentido en que degeneran los spaghetti westerns, por ejemplo, o Tarantino}, si hay cansancio, si hay repetición, o si hay oportunidad. Ni qué hablar cuando son las obras aún no decodificadas las que se ponen a interactuar, ¡Menuda Cagada! el proceso se piramidaliza creciendo a ritmos no sólo insospechados, si no francamente inmanejables, y así es como queda a tarea de los que vengan el recodificar para re-deconstruir en símbolos toda esa cornucopia de elementos, hasta lograr un texto que se estime coherente {en cuanto nuevamente comprensible “desde”} para resintetizar un arte nuevo que sea natural, genuino y digno hijo del anterior. Así se entiende que hoy todavía estemos entendiendo el jazz de Bach.] 




humans-being-human-beings:

gowilde:

Au naturale:)

/swoon

4 de agosto de 2011

La Sospecha: 1 de 9


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Este post es el primero de una serie larga. El texto original es de Julio del 2011, y me había demorado en transcribirlo. Lo postearé en segmentos cada cuatro días, porque de lo contrario, sería un mamotreto impresentable en un blog. Para condimentar, voy a poner en cada post un tema electrónico y una foto de Olivia Wilde (gentileza de http://a-wilde-appreciation.tumblr.com). No se pueden quejar que no me esfuerzo.


LA SOSPECHA
                Mirar desde mí, elaborar desde el yo, verterse desde la experiencia; todo intento de interpretar el mundo desde lo estrictamente personal es hoy visto con malos ojos. Si alguien está triste, hay que tratar de comprenderlo, incluso de acogerlo, desde fuera; poco útil resultan el “yo siento” “yo me he sentido”, pues se abriga la noción de que eso es tan parcial, tan propio, tan único, que no puede ayudar. La manera es tratar de “abrazar desde fuera”, desde un punto de distancia razonable que permita comprender (pues al parecer es ése un acto reservado a lo genérico, y nunca a lo particular).
                Esto es manifiesto en el arte. A nadie le interesa (a nadie debiera interesar) qué me pasa a mí, cómo reacciona mi mundo interno, mi andamiaje pequeño y particular de creencias, voces, recuerdos, miedos. Si la mona lisa se parece a mi primera niñera, si la fuente de Duchamp me hace pensar en el frío como de sepulcro que impera en los baños públicos (porque es un frío aséptico, húmedo, inhóspito y mortuorio, y piénselo uno bien, sólo hay urinarios en los baños públicos), ¿Cómo podría pretenderse que eso sea parte del arte, que enriquezca la obra? ¡Imposible! Imposible porque es villanamente personal, mediocremente irreproducible.





29 de julio de 2011

Una para el bronce

Escribí esto en noviembre 24 del año pasado, lo reencontré hace poco, y puta que es bueno:

Así que ahí estaba yo, triste, gordito y solitario (esa tríada suele venir en pack), sentado mirando el PC, deprimiéndome de a poquito pero con ganas. “Sabes que sólo hay una salida” Dijo mi monólogo interno.
- ¿Ah? – dije expresivamente yo.
- Hay que arreglar un poco esa neurofarmacología, te digo.
- Mhhhh – consideré - ¿Qué propones?
- ¿Te queda morfina?
- Nope, se fue toda en las ratas
- Entonces vamos a tener que hacerlo the old-fashioned way...
- ¿Plantamos amapolas, las tostamos hasta conseguir opio, y después depuramos la morfina? – me miré incrédulo.
- No, tarado. Endorfinas. Vamos a tener que salir a andar en bicicleta.

La idea tenía algún sustento, así que decidí ponerla en práctica, para queja masiva y unánime de mis adipocitos. Hay que decir que el momento era el indicado, el clima de Santiago estos días se presta para salir a ver el brillante y lleno de colores Hi-Fi 18765x16759 pixeles mundo real.
No podría quejarme. El viento en la cara, la sensación de bienestar... it worked.
Pero como algo tiene que justificar el título de esto, iba yo de vuelta cuando a lo lejos divisé una pareja de adultos de esos que se llaman mayores o “en la medianía”, dependiendo de quién lo dice, paseando a sus perritos.
“Sé buena persona” me dije. “Pasa por el pasto”.

Por lo que valiente y generosamente me pasé de la acera al pasto, largo y mal cuidado. Así mientras pasaba a unos prudenciales dos metros de los susodichos veteranos, quiso la fortuna que el largo y verde follaje escondiese uno de esos monolitos que nuestra cultura consagra a evitar los estacionadores anestéticos que, de no mediar los mencionados obeliscos, impúdicamente dejarían sus vehículos obstruyendo la necesaria comunicación entre la hierba y el padre sol, destruyendo el ornato de nuestras calles.

Volé como un poco gracioso ganso tratando de aterrizar de emergencia, para caer con estrépito y alborotando los perros frente a la pareja. Y no pude evitar mandarme una de esas para el bronce:

“Perdón por la Sorpresa...”

25 de julio de 2011

"Porque éramos jóvenes y la noche, la oscuridad es terrible para los jóvenes, aunque sea una negrura desencadenada y glacial como aquélla. Los jóvenes deberían estar hechos de manera que al ponerse el sol entraran en una especie de estado de coma, en un sopor impermeable a la oscuridad, a ese secreto y nostálgico sentimiento de frustración y de deseo insaciable, sin objeto"

Mistral, William Faulkner, del libro Estos Trece.

14 de junio de 2011

Terminé de leer The Invisibles.

Con esta música.



My sense of reality hurts now.

¿Es usted una persona inteligente? Hágase un favor y léalo:
Comic Rack (lector)
The Invisibles (Novela Gráfica)

18 de mayo de 2011

but burning in my heart
the memory smoulders on
of the gunners dying words on the intercom
- Roger Waters, The hero's return

10 de mayo de 2011

Mi pieza

 No me gusta como salieron las fotos, pero en fin. En la vida real se ven vibrantes. Las puse para dar vitalidad a estas paredes amarillo señora, que hay en mi pieza.

Pared Oriente
Pared Poniente